El discipulado es la instrucción y el seguimiento o
acompañamiento que se le hace a los nuevos creyentes o recién convertidos al Señor.
No es suficiente, con que una persona venga a los
pies de Cristo y haga la oración de fe, si esa fe no es alimentada con la
Palabra.
Es necesario echar fundamentos doctrinales sólidos sobre los cuales se siga construyendo la
vida espiritual del nuevo creyente en Cristo. 1ª Cor. 3:11.
Sin discipulado, el nuevo creyente queda a merced de
cualquier viento de doctrina, y puede caer fácilmente en error por falta de instrucción, o rápidamente se
enfría, se debilita y muere, como en el caso de la semilla, a la que hace
referencia el evangelio de Lucas
8:11-14, en la parábola del sembrador.
Por lo tanto, es deber de la iglesia, cuidar del
nuevo recién nacido en la fe, y alimentarlo
con la leche no adulterada de la sana doctrina para asegurarle un crecimiento sano y un desarrollo fuerte en la fe.
El entusiasmo, la emoción y el fervor del primer momento de su conversión,
pueden pasar pronto y quedar el nuevo creyente sin bases y sin armas para
defenderse de los ataques del enemigo, que a partir de aquí, va a luchar por
todos los medios para devolverlo al mundo y al pecado. De aquí la importancia de que el nuevo creyente comience a ser discipulado con fundamentos sólidos inmediatamente después de su conversión.
Hoy la mayoría de las iglesias se están preocupando
más por la cantidad, que por la calidad
de sus miembros; las iglesias están creciendo vertiginosamente a lo ancho y no hacia arriba como
debe ser.
En las iglesias abunda la gente sin formación doctrinal, que solo
andan buscando emociones y milagros, pero en lo que menos están interesados es en buscar al Señor y hacer un verdadero
cambio de vida.
Encontramos hoy en las iglesias a muchas
personas confundidas con diversas doctrinas, que no distinguen entre el bien y el mal, que desconocen
la sana doctrina porque nuca han recibido un discipulado serio basado en la verdadera Palabra de Dios.
El Discipulado, además de formar a los nuevos
creyentes, es necesario para afianzar los fundamentos doctrinales de los creyentes
más maduros que los capacite para el
servicio y para ejercer el ministerio al que el Señor los ha llamado.
Podemos tener muchos ministerios, pero si no estamos bien formados en la Palabra, se pude hacer más daño que bien en la iglesia con ellos. Y lamentablemente, hoy, muchos cristianos andan buscando los dones y no al Señor de los dones; andan buscando la bendición pero no al Señor que bendice.
Podemos tener muchos ministerios, pero si no estamos bien formados en la Palabra, se pude hacer más daño que bien en la iglesia con ellos. Y lamentablemente, hoy, muchos cristianos andan buscando los dones y no al Señor de los dones; andan buscando la bendición pero no al Señor que bendice.
Están confundidos con doctrinas de demonios que abundan en este
tiempo, por desconocimiento de la Palabra. En Os.4:6, dice el Señor: “Mi
pueblo pereció por falta de conocimiento”.
En las congregaciones se deben formar equipos de servidores
con una doctrina sólida, personas de oración y de buen testimonio para que se encarguen
de discipular a los nuevos creyentes, y así apoyar a los pastores. Asimismo, las
responsabilidades ministeriales deben ser asumidas solamente por hermanos que
hayan sido bien discipulados. Una persona enseñada con error, va enseñar error.
Los discipulados en la iglesia deben ser
permanentes y por niveles para toda la iglesia. Esto fue lo que hizo Jesús, él formó
a doce hombres y luego los envió a hacer nuevos discípulos. De otro modo, no habrá crecimiento espiritual,
y sin formación tampoco podemos servir bien al Señor y a la iglesia.
Hoy vemos en las congregaciones a muchas personas
que van a la iglesia pero no han hecho una conversión genuina. Viven un
cristianismo tibio, acomodado, sin renunciar a los vicios y pecados de la vida
pasada. No dudamos que sean muy buenas personas en lo natural, pero no viven conforme
a la nueva vida del Espíritu Santo. Es decir, se han acomodado en la iglesia
con todo lo que traían del mundo, y en nada se distinguen de los no creyentes,
de los impíos de afuera.
Vemos “líderes de mucho prestigio” con sus hogares
deshechos, que todavía ultrajan, humillan y golpean a la esposa. Parejas en
unión libre, de años congregándose, y que no creían ni sabían que estaban en
fornicación o adulterio, porque son de “mente abierta” y al pecado ya no se le
llama por su nombre.
Cuando venimos a los pies de Cristo, debemos venir dispuestos a dejar el pecado y a iniciar un proceso de cambio, a dejarnos transformar por el Espíritu Santo; pero pasan los años y algunos se van quedando, no avanzan, no muestran frutos ni vida de testimonio. Asimismo, vemos en la iglesia del Señor, hermanos con ministerios y liderazgo, que no se sujetan a los principios evangélicos. Hermanos que todavía usan vocabulario sucio, son deshonestos en los negocios y en el trabajo secular, mentirosos, que más bien son un descrédito para el evangelio porque desconocen los valores cristianos, por falta de discipulado.
Cuando venimos a los pies de Cristo, debemos venir dispuestos a dejar el pecado y a iniciar un proceso de cambio, a dejarnos transformar por el Espíritu Santo; pero pasan los años y algunos se van quedando, no avanzan, no muestran frutos ni vida de testimonio. Asimismo, vemos en la iglesia del Señor, hermanos con ministerios y liderazgo, que no se sujetan a los principios evangélicos. Hermanos que todavía usan vocabulario sucio, son deshonestos en los negocios y en el trabajo secular, mentirosos, que más bien son un descrédito para el evangelio porque desconocen los valores cristianos, por falta de discipulado.
Una iglesia que no discípula a sus congregados, tiene cristianos
desnutridos y con SÍNDROME DE ENANISMO ESPIRITUAL, y cualquier prueba o dificultad los
desanima y fácilmente son arrastrados por falsas doctrinas, por falta de fundamentos
bíblicos.
Sin discipulado, un creyente
puede tener muy buena voluntad, pero no es apto ni está capacitado para ningún servicio ni
ministerio en la iglesia; no entiende lo que es el compromiso con el Señor y con la Iglesia.
Amado lector, si usted nunca ha sido discipulado, y
quiere crecer en la fe, pídalo al pastor y a los servidores de la iglesia, ore
y lea la Palabra diariamente pidiendo al Señor entendimiento.
Bendiciones. Orfilia Miranda Londoño
Bendiciones. Orfilia Miranda Londoño
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