Todos los
mandatos y ordenanzas que Dios dio en el Antiguo Testamento al pueblo de Israel,
fueron para ellos la guía que les marcaba el camino en ese tiempo.
Muchos de esos
mandatos y normas terminan al entrar en el Nuevo Pacto, pero otros por el contrario,
se afirman y siguen siendo vigentes para los creyentes hoy así se cambie la forma.
En la
antigüedad, la enseñanza religiosa sobre los mandamientos de Dios, estaba a
cargo de los padres de familia como lo vemos en Deuteronomio 11; esta enseñanza
se daba de generación en generación.
“Por
tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma,…Y las
enseñareis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y
cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.” Deuteronomio 11:18-19.
En este texto
Dios es claro en demandar de los padres de familia el estudio y la estricta
obediencia de sus Palabras, como asimismo, que las tengamos presente en nuestro
corazón, en el acontecer diario de nuestra vida familiar. Que como cristianos enseñemos
esa palabra permanentemente a nuestros hijos, que les hablemos de ella en todo
momento y lugar, acompañada de nuestro testimonio y que la transmitamos con fidelidad de generación a
generación.
“…Y las
enseñareis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y
cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.”
Fácilmente
podríamos mencionar muchas de las mil causas que rompen la armonía familiar y
la destruyen; pero hablemos mejor de algo que la armoniza, la une y la fortalece,
y de sus innumerables beneficios: El
culto familiar.
Cuando una
familia decide aceptar seguir el Camino,
la Verdad y la Vida, seguir a Cristo, tal como Dios nos lo propone en su
Palabra, está consolidando lo más importante de la vida: las relaciones humanas
y cristianas en la familia; pues, los lazos de fraternidad, amor y lealtad que
nacen en el seno del hogar son los más fuertes y difíciles de romper.
El hogar es y
debe ser, el lugar más importante para la familia; es allí donde se reciben las
primeras enseñanzas de vida, y desde la perspectiva bíblica se aprende a
conocer y amar a Dios. Muchas cosas en la vida pueden olvidarse, pero
difícilmente podremos olvidar lo vivido en la infancia en nuestra familia.
Cada
día el padre de familia cristiano, como sacerdote, debe tomar el liderazgo en
la lectura de la palabra, la enseñanza, la oración, la alabanza y la acción de
gracias.
El culto familiar es fundamental en la
consolidación del hogar. Lo que los niños aprenden muy pequeños, nunca lo
olvidarán, porque cuando los hijos se reunen en torno al padre y a la madre
para la oración y reciben de ellos la enseñanza de la palabra, unido al amor y
buen testimonio, esto tiene mucha fuerza y valor; y así pasen los años y los
hijos quizás se aparten, esas enseñanzas siempre estarán allí redarguyendo su
conciencia; y si su corazón no se endurece, algún día volverán a los pies del
Señor como hijos pródigos.
Hoy tenemos muchos
hogares destruidos, así como hijos destrozados moralmente por el abandono de
sus padres con tremendas consecuencias sociales debido a que los padres desecharon
el consejo de Dios para sus vidas. Y lo más lamentable es que esto está tocando también a las
familias de los creyentes. ¿Por qué? Porque se descuidó la enseñanza y la
meditación de la Palabra en la familia así como la oración.
La ruptura con Dios y sus leyes, trajo egoísmo, divorcio, aborto, infidelidad matrimonial y un sin número de problemas que no son el propósito de Dios para la familia. Son tiempos de mucha tiniebla y perversión, en donde cada quien tiene su propia ética, y su
libre pensamiento, y los creyentes no podemos permitir que sean los impíos los que eduquen a
nuestros hijos imponiéndoles los anti-valores del mundo como valores.
La Palabra de
Dios es la única arma con la que podemos defendernos de los embates del enemigo
de nuestra alma. Ef. 6:11-18.
Los padres somos
responsables de enseñarles la Palabra y darles esas armas a los hijos para defenderse
y aprender a distinguir entre el bien y mal; entre lo que es correcto y lo
incorrecto; entre lo falso y lo verdadero. Lo que ellos hagan después cuando
sean mayores, ya es su propia responsabilidad, no de los padres.
Lamentablemente, tenemos que
reconocer que muchos creyentes se apoyan más en la sicología moderna y los
consejos impíos a la hora de educar a sus hijos, que en la Palabra de Dios; y
esto ha hecho un gran daño en las familias cristianas, produciendo hijos
rebeldes que no se sujetan a sus padres y han caído en los vicios y en la
delincuencia. Nunca antes se habían visto las cárceles y reformatorios tan llenos de jóvenes y niños criminales. Todo esto se podría mejorar en las próximas generaciones si las familias retomaran el camino correcto.
El culto familiar tiene como fin
fortalecer los principios bíblicos y los
lazos familiares. Si en su hogar todavía no está establecida esta maravillosa
experiencia familiar, es hora de que la establezca. Es en el hogar donde los
niños deben aprender las bases de la fe cristiana, no esperen a que lo hagan
los maestros en la escuela o la iglesia en la escuela dominical. Al comienzo
del cristianismo no existía la escuela dominical; la Escuela Dominical, como la conocemos hoy, tiene su origen en el año 1781, y surgió como respuesta
a una necesidad social diferente en Inglaterra, siendo más tarde adoptada en las iglesias
cristianas.
Así que, el mandato
de Dios en Deut. 11:18-19 sigue vigente hoy, y siguen siendo los padres cristianos
los responsables de la formación cristiana de sus hijos y de inculcarles los
valores bíblicos. La escuela dominical más bien estaría para reforzar lo
aprendido en el hogar y para formar a los hijos de los nuevos creyentes.
Algunas sugerencias para establecer el culto familiar si
aún no lo está haciendo:
*Fije una hora en la que toda la familia
pueda estar presente. Esto es muy importante.
*Que haya armonía: Es indispensable, que
haya armonía entre los miembros de la familia; si ha habido algún malestar con
alguno de los miembros de la familia, debe resolverse antes de comenzar, saber perdonar las ofensas
es importante para que el amor, la paz y el gozo del Señor fluyan. Dios se glorifica
en el corazón humilde dispuesto al arrepentimiento y al perdón.
*Los temas: Deben ser de formación para
todos; seleccione temas específicos como las virtudes que abarcan las áreas de
honestidad, integridad, disciplina, amor, carácter, responsabilidad, fe,
obediencia, autodisciplina, compasión, trabajo, valentía, perseverancia, lealtad,
y muchos otros. Pero todo lo que se trate debe ser para el crecimiento de la
familia, y fundamentado siempre en la
Palabra de Dios.
*Trate el tema de
manera amena con palabras sencillas teniendo en cuenta a los niños para que
todos puedan entender y participar.
Al final de la
reunión dediquen un tiempo a la oración por las necesidades especiales de la
familia y acción de gracias con cantos de alabanza.
Igualmente,
cuando las oraciones hayan sido contestadas, no olviden darle las gracias y la gloria
a Dios siempre.
Si su cónyuge
no es creyente y no quiere reunirse, no importa, usted debe hacer la reunión
con el resto de la familia. Y si es madre o padre soltero, viudo o separado, no
importa, haga el culto con los que quieran unirse aplicando la misma regla.
El culto
familiar, repito, trae grandes bendiciones al hogar; une a la familia en el verdadero
amor, trayendo paz y comprensión y arraiga las bases de la fe.
Cualquier duda
que surja en la reunión consulte con su pastor.
Si todavía no está
haciendo el culto familiar, le invito a no dejar pasar un día más, sin establecerlo.
Verá cómo esta inversión de tiempo redundará en frutos de armonía y unión en su
hogar.
Hay que ser sabios y hacer inversión en lo que sí vale
la pena: invierta en construir su familia. Es su responsabilidad como padres creyentes.
Dios les bendiga.
Orfilia
Miranda L
Correo:
orfimilondo@gmail.com