sábado, 4 de julio de 2015

¿MIS PREFERENCIAS ESTÁN EN EL ORDEN DE DIOS?

1Cor. 10:23 “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.”
Dentro de mi libertad social, moral y espiritual, todo me es permitido, pero no todo conviene para mi vida espiritual.
No siempre nuestras preferencias, lo que nosotros queremos, le agrada a Dios.
Nuestros deseos y tendencias obedecen a una naturaleza caída y degradada por el pecado de desobediencia que nos separa de Dios. Mientras que los planes de Dios son perfectos y sublimes por el mismo carácter de Dios que en sí mismo es Santo, perfecto y sublime, y sus pensamientos son de bien y no de mal.

Cuando leemos la biblia que es la Palabra de Dios, podemos conocer apenas en parte la bondad de Dios; su bondad es tan insondable como su santidad, su perfección, su eternidad y su Deidad misma.
La bondad de Dios es manifestada de muchas maneras y muchas veces está registrada en la biblia, en contraposición con la maldad de la raza humana.

Después de la caída, el hombre perdió la imagen de Dios y su propósito, y sólo está en capacidad de obrar el mal: Jer. 4:22 “Porque mi pueblo es necio, no me conocieron; son hijos ignorantes y no son entendidos; sabios para hacer el mal, pero hacer el bien no supieron.” Así se refiere Dios al mismo pueblo escogido; el pueblo que vio sus maravillas y prodigios cuando salieron de Egipto; que fue sustentado en el desierto con maná, que vieron brotar milagrosamente el agua de la roca….y podíamos seguir…. “pueblo necio, ignorante, sin entendimiento, sabios para hacer el mal pero no para hacer el bien.” Ven todo lo que ven y no entienden.
En Isaías, es más fuerte todavía, él les dice: !Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.” Is. 1:4
Y Pablo confirma esta verdad cuando dice: Rom. 7:18 “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.” Esto es, que aun siendo ya personas convertidas, nos cuesta obrar el bien, por eso, previendo Dios nuestra condición, nos envió el Espíritu Santo.

Un ser humano sin Dios, es capaz de cometer las más terribles atrocidades sin remordimientos ni vergüenza; es como una bestia desenfrenada y nada de lo que hace le parece que esté mal. No le ve nada de malo a nada, cree que los que están mal son los otros. Es “necio, ignorante, sin entendimiento”, Jer.4:22. De ahí que muchas cosas que antes eran rechazadas por la sociedad y se castigaban por ser injustas o inmorales, hoy día son aprobadas por las leyes y aceptadas por la sociedad, y hasta por algunas congregaciones.
Pero conviene que dejemos bien claro una cosa: lo que Dios estableció como malo o pecado, sigue siendo malo, sigue siendo pecado. Sigue siendo abominable delante de Dios. Dios no cambia es inmutable, y su perfección y santidad, es incompatible con cualquier sombra de pecado, por eso nos exige santidad. Lev. 20:26 “Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos.

El Espíritu Santo es el que capacita a los creyentes para obrar o hacer el bien; Jesús siendo Dios, no concebido por simiente contaminada de hombre, pero con naturaleza humana, el Padre lo ungió con el poder del Espíritu Santo que lo capacitó para vencer las tentaciones en el desierto, vencer la angustia y agonía en el Huerto, la soledad y el abandono en la cruz; y así al final pudo decir: “todo está cumplido” “la obra de salvación que me fue encomendada ya está cumplida.” 
Hch 10:38 “…cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.”
Sólo cuando el hombre le entrega la vida al Señor y se somete a su señorío, hay un cambio de mente y de actitud, porque el Espíritu que obró en Jesús, también obrará en él capacitándolo para toda buena obra.

Dios no opera en la dureza de un corazón que no siente temor reverente por su Creador, que no le respeta, que no le honra ni le ama; todo aquel que rechaza a Dios y a sus mandamientos, cada día estará más alejado de él y en capacidad de maquinar toda obra de maldad porque está siendo gobernado por su propia concupiscencia y el diablo.
Proverbios 28:14, dice: “Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; Mas el que endurece su corazón caerá en el mal.” Es lo que estamos viendo hoy: esta generación cada día es más incrédula, blasfema y muy dura de corazón; no quieren escuchar nada de Dios y han ido eliminando su Nombre de todas las organizaciones públicas y privadas, y en la medida que se alejan, están en capacidad de cometer cosas más horrendas.

En el Salmo 14:3 leemos: “Todos se desviaron, a una se han corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” Y podemos percibir el tono de tristeza y desesperanza del salmista, al ver tanta maldad en su tiempo. Al igual que hoy, podemos sentir tristeza y angustia por tanta maldad, pero nosotros los creyentes, los salvados, no podemos revertir la historia del hombre. Nuestra misión como creyentes, es seguir anunciando el evangelio del reino de Dios, sea que nos escuchen o no nos escuchen; el Espíritu Santo es el que convence de pecado, no nosotros.  

Cuando vemos en este tiempo, que como en los tiempos de Noé y de Sodoma y Gomorra, la maldad va en aumento, y asimismo, surgen nuevas formas de maldad y de crueldad que antes ni imaginábamos, no debe sorprendernos a los que conocemos la Palabra del Señor. Nuestra actitud debe ser de serenidad y de esperanza en que el día del Señor está más cerca de lo que creen algunos.
Siempre que la humanidad toca fondo en su maldad y depravación, Dios interviene. Y hoy está próxima una intervención de Dios. Pero esta vez no será con un castigo, será la segunda venida del Señor Jesucristo en todo poder, gloria y majestad, para tomar consigo a todos los que creyeron en él y le recibieron y han permanecido fieles hasta el final, y para juzgar a las naciones. Pero lo que parece que tardara, es sólo para dar tiempo al arrepentimiento. Dios quiere dar oportunidad a todos los hombres para que lleguen al arrepentimiento y a la salvación.
Eso es lo hermoso del amor misericordioso de Dios, que a todos se nos da la oportunidad de la salvación en Cristo.
Sal 25:8 “Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.” Dios nos muestra el camino que es Cristo, a nosotros nos corresponde seguirlo o no.

Otra vez digo, permanezcamos firmes y confiados trabajando todavía para el reino sin perder la serenidad, por el contrario, llenos de esperanza porque el día de la redención se acerca. Amén.
Dios les bendiga y espero sean bendecidos con este mensaje. Hasta pronto.

Orfilia Miranda Londoño.



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