domingo, 16 de octubre de 2016

CUANDO TODO PARECE PERDIDO

Salmo 3

Hemos venido hablando de la confianza del creyente en Dios, en medio de las pruebas y los conflictos.
Cuando somos perseguidos por todo tipo de mal, cuando  todo parece perdido.

Introducción: Cuantas veces nos encontramos en situaciones desesperantes, cuando nos sentimos perseguidos por toda clase de mal, por enemigos, por deudas, y algunas veces, por enfermedad. Sentimos que no tenemos escapatoria, nos sentimos atrapados, sin salida. Pero en este salmo encontramos las palabras de aliento del rey David, amigo de Dios, en el momento de la crisis.

¿Qué hacemos cuando nos encontramos desesperados, cuando somos perseguidos y parece que no tenemos salida?
Salmo 3:1 “¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí. 2 Muchos son los que dicen de mí: No hay para él salvación en Dios. 
En medio de la confusión, David se siente perdido y la única solución es exponerle al Señor cuál es su situación, cuando sus adversarios se han multiplicado.
Le expone a Dios que sus adversarios no creen que  Jehová es grande y poderoso, que no creen que en Él haya salvación. Esta es una bella forma de decirle a Dios, mira todos creen que en Ti no hay salvación. Se lo dice porque él si confía que en su Señor si hay salvación.

Cuando nuestra situación es difícil, no nos queda más que clamar, implorar a Dios por su ayuda. David, en medio de grande tribulación, tiene confianza en Dios como su amigo, e implora el socorro divino.

El creyente activo, mientras más es abatido por el maligno, o por las reprensiones de Dios o el ataque de sus enemigos, tomará una postura más firme y se unirá más estrechamente con su Dios y Señor.

Tenemos que reconocer que Él es nuestro Escudo, y nuestra Gloria.
Sal. 3:3 Más tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.
Esta es la parte más interesante de esta porción de la Palabra; David está confesando y afirmando que Dios es su escudo, su gloria y el que levanta su cabeza. Si lo trajéramos a nuestro contexto, esta es la suma verdad, Dios es nuestro escudo y nuestra gloria y el que levanta nuestra cabeza. No hay nadie más que pueda hacer esto por nosotros sus hijos.

Si el pueblo de Dios levanta su cabeza con gozo en el peor de los momentos, sabiendo que todo les ayudará a bien, reconocerán a Dios, como el único que e les da el motivo de regocijo. Nos enseña que tenemos que clamar a él por Su ayuda.
Sal. 3:4 Con mi voz clamé a Jehová, Y él me respondió desde su monte santo.
Si, que bella seguridad la que nos da David, que si clamamos a Dios él nos responderá desde su monte alto, desde las alturas, desde su morada eterna.

David siempre halló que Dios estaba dispuesto a responder sus oraciones. Nada puede poner una separación entre las comunicaciones entre Dios y nosotros, y la obra de su gracia actuando en nuestras vidas; entre su favor y nuestra fe. David siempre había estado a salvo bajo la protección divina.

Solo en Dios podemos confiar y descansar

Sal.3:5 Yo me acosté y dormí, y desperté,  porque Jehová me sustentaba. 6 No temeré a diez millares de gente,  Que pusieren sitio contra mí.
Cuando tenemos a Dios de nuestro lado no debemos tener temor de nada ni de nadie. Esto nos da la confianza de poder dormir y descansar sabiendo que es Jehová quien nos sustenta.
Muchos se acuestan y no pueden dormir por dolor del cuerpo, por angustia mental o por la alarma continua del terror nocturno. Pero aquí más bien parece que se refiere a la calma del espíritu de David en medio del peligro. El Señor lo puso en paz por su gracia y por las consolaciones de su Espíritu. Gran misericordia es que nuestra mente persevere en Dios cuando estamos con problemas.

Cuando nosotros tenemos confianza en Dios como nuestro Padre y amigo, le podemos decir como el salmista:
3:7 Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío; Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; Los dientes de los perversos quebrantaste.
David estaba seguro de que Dios peleaba sus batallas, lo mismo tenemos que hacer nosotros, pero para eso hay un requisito muy especial que debemos de cumplir primero, y aceptarlo a Él el Señor de nuestras vidas.

Sal. 3:8 La salvación es de Jehová; Sobre tu pueblo sea tu bendición. 
Este es un Tributo de alabanza a un Dios libertador, cuyo favor es beneficio eficiente.
Dios es un Dios de salvación, en su Palabra, lo único que nos pide es que lo hagamos nuestro Padre y amigo como lo hizo David en su tiempo. Hoy tenemos la facilidad de hacerlo nuestro Señor y Salvador personal, por su gracia.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios Efesios 2:8.
Cuando hemos creído que Jesús es la Luz verdadera, solamente tenemos que creer en que Él vino para dar testimonio del Padre, y que vino para reconciliar por sí mismo al mundo con Dios, que vino a morir por los pecadores, y que todos nosotros somos pecadores y que por su inmenso amor dio su vida por nosotros para librarnos del pecado, Si nosotros hemos creído esto y lo confesamos con nuestra boca, somos salvos. Y pasamos a ser sus hijos.

Aquella luz verdadera,  que alumbra a todo hombre,  venía a este mundo.10  En el mundo estaba,  y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 2 Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (Juan 1:9-13).

Esto se llama el “Nuevo Nacimiento” cuando dice que no son engendrados de sangre, ni voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Es espiritual.

Dios,  habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2  en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo,  a quien constituyó heredero de todo,  y por quien asimismo hizo el universo; 3  el cual,  siendo el resplandor de su gloria,  y la imagen misma de su sustancia,  y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,  habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo,  se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, 4  hecho tanto superior a los ángeles,  cuanto heredó más excelente nombre que ellos. (Hebreos 1:1-4)
¿Qué tenemos que hacer para recibir a Cristo como nuestro Salvador personal y tener el derecho de ser hechos hijos de Dios?

Solo tenemos que confesar con nuestra boca.

Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,  y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,  serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia,  pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10:9-10)
Solo tenemos que creer de todo corazón en el Señor Jesús y recibirlo como nuestro Señor e invitarlo a morar en nuestros corazones, confesando con nuestra boca que Él es el Señor.

Como dice Juan 1:12 “Más a todos los que le recibieron,  a los que creen en su nombre,  les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”
Quieres tu ser un hijo de Dios, te invito a que recibas a Jesús como tu Señor y salvador personal de tu vida, solo tienes que creer de todo corazón y confesar con tu boca que Jesús es el Señor y serás salvo.

Pastor Alberto Vega 

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