miércoles, 19 de septiembre de 2012

Venid adoremos y postrémonos

Venid adoremos y postrémonos


Hace unos días asistí a una vigilia de oración, cuyo propósito era solamente adorar al Señor sin pedirle nada; solo adoración.
Fue una experiencia maravillosa sentirse allí en la  presencia del Señor, en total abandono, despojada de todo otro pensamiento y preocupación, poniendo mi vida y todo lo que soy en sus manos, sintiendo que estábamos solos él y yo, aunque había más personas a mi lado. Repito, fue una experiencia maravillosa que deberíamos tener con frecuencia en nuestra vida de oración. Y digo esto, porque siempre estamos con los afanes de la vida y muchas veces nos queda poco tiempo para la oración tranquila y sosegada, y cuando logramos tener ese tiempo, siempre tenemos quejas y muchas cosas que pedir, olvidando que nuestro Padre sabe de qué tenemos necesidad.
Hoy quiero compartir con ustedes esta meditación sobre el Salmo 95:1-6 que nos invita a la adoración y exaltación a nuestro Dios y Señor.
“Venid, aclamemos alegremente a Jehová;
Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
Lleguemos ante su presencia con alabanza;
Aclamémosle con cánticos.
Porque Jehová es Dios grande,
Y Rey grande sobre todos los dioses.
Porque en su mano están las profundidades de la tierra,
Y las alturas de los montes son suyas.
Suyo también el mar, pues él lo hizo;
Y sus manos formaron la tierra seca.
Venid, adoremos y postrémonos;
Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.
Porque él es nuestro Dios.”
¡Precioso! Por el estilo de este salmo, pareciera que fue escrito por David.
Aquí el salmista nos invita a adorar a Dios, a aclamarle con canciones de  júbilo y con alegría, por su grandeza, por su poder y santidad; porque él es Dios sobre todos los dioses de la tierra.
Cuando dice, la “roca” de nuestra salvación, se está refiriendo a la seguridad que solo podemos tener en nuestro Dios, así como la roca fuerte de que habla también el Salmo 31:2: Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme. Y el Salmo 62:6-7, (ambos salmos de David), que dice: “En Dios está mi salvación y mi gloria; En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio.”
Esta es una forma de decir y reconocer que Dios es inconmovible como la roca, que solo en Dios hay seguridad y poder para salvarnos y esto ya es un buen motivo de júbilo y de alabanza a nuestro Dios, por tener un Dios de esta magnitud. Por lo tanto, Aclamémosle con cánticos porque Jehová es nuestro Dios, el Dios de los cristianos, de los creyentes, y por lo tanto, no deben existir otros dioses para nosotros.
Cuando decimos: Porque Jehová es grande, y Rey grande sobre todos los dioses, con esta afirmación, estamos rechazando la existencia de otros dioses para nosotros, como “estatuas” y tantos otros dioses que hoy nos presentan de múltiples formas, y estamos reconociendo su PODERÍO, porque todo cuanto existe está en sus manos y es suyo, pues, él lo creó porque él es Dios poderoso y soberano.
Ante esta verdad absoluta, no nos queda más, que humillarnos ante él; arrodillarnos delante de Jehová nuestro Hacedor; postrarnos ante su presencia y adorarle porque él es nuestro Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas de su mano.

El fragmento de este salmo, me conmueve hasta lo más profundo de mi ser y me hace meditar: ¿Cuánto tiempo dedicamos a adorar a nuestro Dios?...
¡Qué atrevidos somos cuando nos referimos a Dios con palabras irreverentes!
¿Nos detenemos a meditar y a reconocer lo que él es en SI MISMO?... ¡Dios es tres veces SANTO! Apocalipsis 4:8. Es Dios tan santo, que en el cielo hay ángeles que permanecen dedicados a adorarle y glorificarle con profunda reverencia.
Es tal la Santidad de Dios, que los ángeles, aún siendo creaturas celestiales, puras y especiales para la adoración, no osan siquiera mirar el rostro de Dios:
Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.” Isaías 6:2-3.
El mismo Isaías comprende esta verdad, cuando Dios le dio la visión asombrosa de su Santidad y Majestad; y se sintió tan miserable, tan tremendamente espantado y apesadumbrado por su indignidad de hombre pecador en su presencia, que exclama: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.” Isaías  6:5.

No tomemos tan a la ligera el “temor reverente” a Jehová nuestro Dios; dediquemos tiempo a la adoración, la veneración y a la alabanza, a la exaltación de su nombre y de su grandeza porque de él es el poderío, la gloria y la majestad por los siglos de los siglos, Amen.   
Los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas. Apocalipsis 4:10-11. 
¡Solo Dios es digno de nuestra alabanza, adoración y gloria!

Después de meditar en todo esto, como conclusión, le invito amado lector a decir con el salmista:
Venid, adoremos y postrémonos;
Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.
Porque él es nuestro Dios;
Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano.  Salmo 95:6-7.
Bendiciones.
Orfília Miranda L.

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