Isaías 26:3-4,8-9
3 “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo
pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.
4 Confiad en Jehová
perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.
8 También en el camino de tus
juicios, oh Jehová, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de
nuestra alma.
9 Con mi alma te he deseado en
la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a
buscarte;”
Cuando medito en la bondad, la
misericordia y el cuidado que Dios tiene con los creyentes, los que hemos
puesto nuestra confianza en él, mi corazón se exalta de alegría y gratitud y
pienso: ¿qué somos para que el Dios del cielo, el Omnipotente se ocupe con
tanto cuidado de nosotros?
Dios guarda en completa paz a todos
aquellos que en ningún momento se olvidan de él, que le tienen presente en su
pensamiento en todo lo que hacen. Aquellos que han creído y confiado en su
Palabra y han soltado toda preocupación, angustia, inquietud y ansiedad y las
han echado en sus manos. Para el Señor no hay problemas imposibles de solucionar.
“Tú
guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en
ti ha confiado.”
Este texto nos invita a confiar siempre
en el Señor, en él siempre hallaremos la fortaleza en nuestra debilidad y
flaqueza. En él está nuestra seguridad, es nuestro escondite, nuestro alto
refugio y castillo fuerte.
El texto nos invita asimismo a adorarle, alabarle y glorificarle.
¡OH Señor Dios nuestro! En ti he
esperado siempre día y noche; en las largas horas de insomnio tu nombre
glorioso siempre está en mis pensamientos; mi alma te desea y anhela siempre tu
presencia; y mientras dure tu aliento de vida en mí, madrugaré a buscarte; al
despertar en la mañana, mi primer pensamiento eres tú y mis primeras palabras
sean de alabanza en mi boca, sean de acciones de gracias por prolongarme tu
misericordia.
¡Cuán grande eres oh mi Dios! ¡Cuán
profundos son tus pensamientos! ¡Qué soy yo delante de ti para que me estimes
tanto!
Su amor no merecemos, es solo por su
gracia que ha tenido compasión de nosotros y ha enviado a su Hijo a poner su vida
por nosotros para rescatarnos de las manos del malvado enemigo.
Toda nuestra vida, así viviéramos más cien años, no sería suficiente para agradecerle, para adorarle y alabarle.
Les animo a que cuando despertemos
en la mañana, lo primero que hagamos sea poner nuestro pensamiento en el Señor,
y le expresemos un ¡GRACIAS SEÑOR! Gracias porque estoy vivo-a, puedo alabarte
y bendecir tu nombre.
La vida es un don precioso que Dios
nos permite disfrutar; muchos siendo aún muy niños o jóvenes ya están muertos,
tuvieron muertes violentas o le perdieron la batalla a la vida con una
enfermedad dura y dolorosa, o en un accidente…
Yo mientras medito y escribo esta
reflexión o ustedes la estarán leyendo,… pensemos que si estamos aquí todavía,
es por pura misericordia y favor de Dios.
Hoy es la oportunidad de buscarle
si no lo hemos hecho todavía, de arrepentirnos de nuestras maldades y pedirle
perdón, aceptando la salvación y el Señorío de Cristo en nuestras vidas; no lo
dejemos pasar, ¿qué sabemos si hoy es nuestro último día,…?
Desde la madrugada busquemos el
rostro de Dios cada día, démosle
gracias, adoremos y confiemos en el Omnipotente, Eterno y Soberano
Señor.
Que nuestro mayor deseo sea anhelar
la presencia gloriosa del SEÑOR. Amén.
“Con mi
alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de
mí, madrugaré a buscarte;”
Hasta pronto, Dios les
bendiga
Orfilia Miranda Londoño