“Después de estas cosas salió (Jesús), y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco
de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y
dejándolo todo, se levantó y le siguió.” Lucas 5:27-28
Seguir a Jesús, es imitarle,
ir tras él, vivir como él y hacer lo que él enseña. Pero lamentablemente,
en este tiempo, Jesús, no es propiamente el prototipo de modelo que muchos
quieran seguir, incluso muchos creyentes.
Cuando Jesús te dice, ven y sígueme, te está invitando a
cambiar el estilo de vida que llevas hasta hoy, y a seguir el que él te plantea
en su Palabra.
Y este modelo de vida que él nos presenta, es
totalmente contrario a los modelos que el mundo nos está ofreciendo
en la actualidad. Mientras Jesús te invita a buscar primero el reino de Dios y
su justicia, a poner la mirada primero en las cosas de arriba y no en las de la
tierra, el mundo te dice que tienes que ser próspero, famoso, y de éxito, no
importa a qué precio lo tengas que lograr, ni qué métodos tengas que usar, ó a
quién tengas que pisotear o pasarle por encima; pero debes hacer grandes
riquezas porque eso es lo que te da prestigio, fama y la felicidad.
El mundo te dice que tienes que vivir bien acomodado rodeado de toda
clase de lujos; consumir y tener todo lo de "moda" y todo lo que te
ofrecen en televisión, y si no lo logras, eres un “fracasado,” mediocre y
desdichado, no vales nada. Y así te han creado un estilo de vida con una serie
de necesidades, que hacen que tengas que trabajar más para ganar más, no
importa si arruinas tu salud, si tienes que dejar la iglesia, la oración, o si
se te destruye el hogar y la familia.
Bajo esta perspectiva, padre y madre dejan hoy a sus hijos solos o en
manos de otros para salir a trabajar los dos, para tener más dinero para todo
aquello que te impone la sociedad de consumo.
Por otro lado, los niños y los jóvenes también están adoptando sus
propios modelos, como los cantantes de rock,
artistas de cine y televisión. Imitan sus excentricidades y vulgaridades al punto que están deformando su figura y su cuerpo con tatuajes, pirsin, aretes, cortes de pelo, púas
en la cabeza y ropas extravagantes; adoptan caminado y
movimientos raros y usan un lenguaje que ya ni se les entiende lo que hablan.
Aún en la iglesia del Señor, se han ido introduciendo estos patrones de comportamiento oscuro, mundano y pagano en los niños
y jóvenes, sin decir, que muchas de estas modas vienen de las tinieblas, del
satanismo.
¿Y qué decir de la moda
sensual, indecorosa, vulgar y provocadora de
la mujer de hoy, aún de la mujer creyente?
En la iglesia cristiana de hoy, los escotes que dejan los pechos al
descubierto, las supermini-minifaldas, licras, chores y pantalones superapretados están a la orden del día sin ningún
pudor ni recato, incluso lo vemos en algunas mujeres líderes.
Es una vergüenza que hoy la mujer cristiana no se diferencia de la
mujer impía. Vosotros
sois luz del mundo, será que sí estamos siendo luminarias en el mundo?
Nada de estas modas tienen que ver con los cristianos que verdaderamente lo son; veamos qué dice la Palabra,
acerca del respeto que debemos tener con nuestro cuerpo: en Mateo 21:12, vemos que Jesús se indignó con los que
profanaban el templo, con los que cambiaban, compraban y vendían. Y si la
palabra dice que somos el templo de Dios, en 1ª Cor. 3:16-17, dice: “Si
alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo
de Dios, el cual sois
vosotros, santo es.” Cuando hacemos este tipo de cosas
con nuestro cuerpo, estamos profanando el templo del Espíritu Santo y él no
habitará en nosotros si no vivimos con decoro y en santidad.
Lo que puedo ver, en el hombre y la mujer creyente de hoy,
es que muchos no tienen discernimiento para distinguir y saber elegir entre lo
que el mundo nos impone y lo que Jesús nos plantea como “estilo de vida” y por
lo tanto, no hemos entendido el llamado de Jesús cuando nos dice: “Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” Mc.8:34.
Leví entendió desde el primer momento el llamado de Jesús y se levantó y lo
dejó todo: su vida
de pecado y de injusticia, y siguió decididamente el divino llamamiento de Jesús a la
salvación.
Y he aquí el choque que se nos presenta: entre vivir
en los placeres y la “comodidad” pasajera de esta vida y sin la salvación, o
aceptar la salvación y vivir tomando la cruz cada día haciendo la voluntad de
Dios, conforme al llamado que Jesús nos hace a vivir como él, en obediencia al
Padre, sujetando las pasiones, llevando una vida ordenada conforme a la Palabra
de Dios, en contravía con el mundo pero que nos garantiza la
salvación eterna.
Leví,
el publicano, a la invitación de Jesús: sígueme,
se levanta decididamente, lo deja todo y le sigue.
Hoy el Señor nos hace la misma invitación a ti y a
mí, a levantarnos de toda postración espiritual, a que dejemos todo y le
sigamos.
El nos invita a dejar definitivamente,
todo aquello que nos estorbe a mantener una estrecha comunión con él.
El nos invita a dejar todo apego al pecado, a la
vanidad de la mente, a todo deseo desordenado de la carne, a la avaricia y nos
llama a vivir la vida de la gracia en su plenitud.
Cristo nos invita a dejar de lado la mediocridad y a
ser cristianos auténticos afirmados en su palabra: la Palabra de Verdad. “Porque por ahí andan muchos,
de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son
enemigos de la cruz de Cristo;” Fil.3:18.
Estos son los enemigos del evangelio,
los que apoyados en textos sacados de contexto, están entregando un evangelio "liviano" y adulterado a la
iglesia y la están desviando del único y verdadero camino que es Cristo.
¡Tengamos mucho cuidado con aquellos que nos quieren
sacar del camino correcto! 2ª Pedro, cap. 2.
Seguir falsos modelos de vida, nos llevan a la
destrucción y condenación eterna.
Sólo Jesús es el modelo auténtico a seguir. Para eso él vino: para que
creamos en él y tengamos la vida abundante que él nos ofrece.
Seguir otros caminos, otras doctrinas y otros modelos diferentes a Jesús, sólo nos conducen
al “error” y a la perdición. “¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de
Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaán,
y perecieron en la contradicción de Coré.” Jud. 11.
Yo les animo, pues, mis amados lectores si
son creyentes, a ser valientes y caminar en contra vía del mundo; a seguir al
Señor con fidelidad como verdaderos creyentes.
¡Vale la pena pagar el precio! Mi Señor
Jesucristo ya pagó por nosotros y está llamando a los pecadores al
arrepentimiento, Luc.5:32.
Atendamos a su llamado y tomemos la
decisión de levantarnos de la postración y tibieza espiritual y "dejemos
todo" lo que nos estorbe para seguirle decididamente.
Vale la pena, El promete a los que le siguen, que ya
no andarán más en tinieblas, sino que tendrán la luz de la vida. Juan 8:12. ¡Bendiciones!
Orfilia Miranda L.