miércoles, 25 de noviembre de 2015

LAS AÑADIDURAS

Bíblicamente las “añadiduras” se entienden como “algo más” a lo que ya recibimos; respecto a la salvación, es todo aquello que es secundario, que no es lo principal, ni lo más importante en la vida del creyente para su salvación.

El diccionario define las añadiduras como:
1-Parte que se añade a un conjunto de elementos o a un todo.
2-Lo que se añade a alguna cosa.

Las añadiduras entonces, es todo aquello que Dios nos provee para sustentarnos en nuestro paso por esta vida temporal, pero que no es lo principal en el proyecto de salvación; lo principal para Dios es que tengamos vida eterna en su presencia después de la muerte física.
Pero así las añadiduras sean secundarias a la salvación, Dios sabe que tenemos necesidad de ellas y también nos las provee y nos dice que se las pidamos porque son parte de la provisión de Dios para nosotros. Lo que significa que ya está asegurado y garantizado por parte de Dios y ya no debe ser nuestra preocupación, créalo.

Aprendamos a pedir: pidamos como Jesús nos enseñó: Mat 6:11 “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.” Nuestra preocupación es hoy no mañana, el mañana es incierto, no nos pertenece. No guarde codornices ni maná para mañana, tranquilo, cada día trae su propio afán, Mat. 6:34; pero si Dios le da más de lo que usted necesita hoy, no pierda la cabeza, no se envanezca, dele gracias y sea generoso. Sea muy agradecido, esto agrada al corazón de Dios.

La tierra y todo lo que en ella hay, ya le había sido entregado al hombre, él señoreaba sobre todo pero al perder la relación con Dios, perdió todo y quedó expuesto a la enfermedad y a la muerte no solamente física, sino también espiritual. Pero el amor de Dios que todo lo prevé, no deja desamparado al hombre y le sale al paso con la solución, la salvación en Cristo.
Jn. 3:16  “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

El mundo nos envolvió en su sistema hoy y nos ha hecho creer que tenemos que ser exitosos en todo a la manera del mundo; que tenemos que ser los mejores y tener lo mejor a costa de lo que sea, y hemos olvidado nuestro propósito y destino eterno: NO somos de aquí, no nos quedaremos aquí, y todo lo de aquí se queda aquí. Nuestro destino es la eternidad.

Si bien, nuestro cuerpo pertenece a esta naturaleza caída y está destinado a volver al polvo, como ya dijimos, nuestra alma tiene destino eterno en cuyo caso, si no es redimida, iría a la muerte eterna, a las tinieblas de afuera  separados de Dios por toda la eternidad.
Exactamente, por eso vino Cristo el Hijo de Dios, a poner su vida por nosotros; no vino a morir tan cruelmente en una cruz como un vulgar criminal para darnos carro nuevo de marca, joyas, vestidos de marcas costosas, viajes, mansiones y mucho dinero para placeres, como creen y predican algunos. NO. Él vino a salvarnos del infierno, así como suena, y yo no se lo puedo suavizar ni decirle otra cosa porque los estaría engañando.
Ahora permítanme que sea tan ruda, pero fuera de la voluntad de Dios, cualquier impío puede adquirir todas estas cosas materiales solamente con su esfuerzo, tenacidad y habilidad para los negocios y siendo injusto; el mundo está lleno de ricos y millonarios así, Mat. 6:32 “Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.” El hombre es capaz de hacer riquezas sin Dios, pero la salvación del alma no la puede proveer para sí mismo por mucho dinero que tenga.
No hay absolutamente nada que el hombre pueda hacer o dar a cambio de la salvación de su alma dice Jesús. Mar 8:37 “¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
No hay absolutamente nada debajo del cielo que pueda devolverle al hombre la pureza con que fue creado, puesto que todo quedó bajo la maldición del pecado. Siendo así, que la salvación solo podía venir del cielo.
A eso vino Cristo para darnos vida en abundancia, vida eterna. ¿Y qué nos aconseja?
Que busquemos primero el reino de Dios y su justicia que todo lo demás se nos dará como añadidura. Mat. 6:33 “Mas buscad el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Dice todas, no algunas.
Como vemos, Dios nos ofrece el paquete completo de salvación gratis y con añadiduras; nos quiere hacer la vida más fácil, pero nosotros la complicamos: usted y yo solo debemos confiar en él y obedecerle, siendo  responsables y esforzados en el cumplimiento de nuestros deberes pero sin angustias porque Dios se encarga de los resultados. Lo primero es lo primero: nuestra salvación, y Dios quiere que entendamos eso; todo lo demás son añadiduras que él ya tiene resueltas.
Lc. 12:29 “Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.”
La ansiedad, la angustia, el temor y la desconfianza, son propias de los que viven sin Dios confiando en sus propias fuerzas.
El otro extremo es la pereza y la holgazanería que lleva a muchos a no hacer nada y esperar que todo se dé de manera milagrosa y sobrenatural.
Ni lo uno, ni lo otro; Dios no nos quiere entretenidos y afanados haciendo y amontonando riquezas que se quedarán aquí, ni tampoco agobiados por la angustia y las preocupaciones por las cosas que están en las manos de Dios y que él ya tiene resueltas.
Ocupaos en vuestra salvación, Fil.2;12, es el consejo de Pablo para la iglesia de Filipo, y para nosotros también hoy. Ocupémonos más de nuestra salvación y de cómo agradar a Dios, y menos por las añadiduras; confiemos en sus promesas, él es fiel y esta es una promesa suya.

Les dejo con esta Palabra de confianza:
Heb. 13:5 “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré;”
Que la paz de Dios sea con ustedes.


Orfilia Miranda Londoño

viernes, 6 de noviembre de 2015

SALGA DE SU TIENDA Y MIRE A LOS CIELOS

Gén 12:1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Gén 12:2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Gén 12:3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

Cuando escuchamos a Dios y nos desacomodamos para obedecer lo que él nos pide que hagamos, nos convertimos en bendición para otros.

Dios nos pide también que abandonemos o separemos de nosotros todo lo que estorba para recibir la gracia y la bendición de Dios:
Andar con Lot se había convertido en un problema para Abraham; los criados de Lot peleaban con los de Abraham por el agua y el territorio y vivían en contienda. A pesar de que era su pariente, Abraham tuvo que hablar con su sobrino Lot y pedirle que se separara de él, ya no podrían seguir conviviendo en el mismo lugar.

Muchas veces es necesario abandonar un lugar, personas, cosas y hasta comodidades, para poder cumplir la voluntad de Dios y recibir bendición. Así que debemos separarnos de todo aquello que nos causa problemas y nos quita la paz interior, haciéndonos desenfocar de lo verdaderamente importante, que es la relación con el Señor.  

Cuando Abraham se separa de Lot, Dios le vuelve a hablar a Abraham:
*Gén 13:14 Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente.
 Gén 13:15 Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre.
Gén 13:16 Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada.
Esta promesa de Dios es incomprensible para Abraham, Dios le está hablando de multitudes cuando no tiene la posibilidad de tener hijos. Pero Abraham en fe sigue escuchando a Dios y obedeciéndole en todo lo que él manda hacer.
Gén 13:17 Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré.
 Gén 13:18 Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová.
Abraham vuelve a remover su tienda para trasladarse a otro lugar en obediencia; pero le costaba creer lo de la descendencia numerosa: había una piedra muy grande que le estorbaba creer: La ESTERILIDAD DE Sara. Pues, mientras tanto, el tiempo pasaba y su esposa se hacía cada vez más vieja para tener hijos.

Gén 15:2  Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Gén 15:3 Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa.
Abraham estaba razonando en lo natural, tenía la mirada en las cosas temporales y terrenales y en sus divagaciones solo miraba hacia el suelo; entonces Dios lo saca de la tienda para que mire hacia el firmamento:
Gén 15:5  Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.” 
Es cuando Abraham mira hacia arriba, hacia los cielos, y ve que lo que Dios tiene para él es infinitamente grande y eterno; entonces entendió y todos los obstáculos de esterilidad de su mente, fueron vencidos y creyó.
Gén 15:6  Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. Vino a ser el padre de la fe.
Cuántas veces Dios nos habla y no entendemos; es necesario entonces salir de nuestra tienda de la comodidad, de la ceguera espiritual y de las limitaciones de nuestro entendimiento, y mirar hacia los cielos, hacia la eternidad, para entender el propósito que Dios tiene para nuestra vida.
Esto puede muchas veces implicar movernos de un lugar a otro, hasta de país, dejar amigos de toda la vida para movernos en obediencia o cambiar de trabajo.
Muchas veces las circunstancias nos han llevado a tomar decisiones drásticas que han afectado nuestra vida y no hemos entendido porqué, pero pasado un tiempo el Señor nos ha permitido comprenderlo.

Pidamos al Señor una fe firme con la que podamos derribar todo argumento mental que nos impida hacer su voluntad y crecer y caminar en santidad. Que nos dé una confianza absoluta en él para tener siempre la mirada en las cosas celestiales y no en las terrenales.
Dios les bendiga.

Orfilia Miranda Londoño



“EL TESTIMONIO DE VERDAD”

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