sábado, 17 de noviembre de 2012

Brevedad de la vida del hombre



Brevedad de la vida del hombre

Texto: 1 de Pedro 1:24-25
Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.” 

El Apóstol Pedro nos recuerda una realidad que con frecuencia olvidamos: el carácter transitorio del hombre. Isaías 40:6-8 también nos lo recuerda, coincidiendo estos dos con Stg.1:10-11.
Sin embargo, muchas veces no queremos reconocer que somos temporales. Que hoy estamos, mañana ya no. Que solo nos queda el haber creído la Palabra de Dios, que sí es eterna y permanece como él mismo es eterno y permanece para siempre. Solo en Dios podemos tener vida eterna porque todo lo temporal es perecedero.
Pero la realidad es que vivimos como si nunca nos fuéramos a ir de aquí. Hacemos planes y proyectos sin tener en cuenta los planes de Dios y el propósito que él tiene para nosotros. Hacemos planes con nuestra vida, el tiempo, el trabajo, el dinero y con nuestros hijos; y cuando en el proyecto de Dios, o en lo natural, estos planes se alteran, vienen las contrariedades, las desilusiones y las frustraciones. Muchos hasta se enojan con Dios y le reclaman porqué esto y porqué aquello.

Dentro del mundo de los creyentes, esta realidad no es muy diferente a la de los impíos. Le decimos a Dios que le entregamos nuestra vida y que queremos hacer su voluntad, pero primero le decimos cual es la nuestra y qué es lo que queremos que él haga por nosotros y hasta le decimos cómo hacerlo.
Estamos pensando más en lo terrenal que en lo celestial y llenos de ambiciones, a veces no muy sanas.

La teología o “evangelio de la prosperidad” tiene perdidos a sus seguidores haciéndoles creer que pueden tener todo lo que quieren cuando lo quieren; y de hecho, muchos se han empeñado en adquirir riquezas, no importa cómo, porque según ellos, las riquezas son un buen signo de “bendición” y enseñan que podemos diseñar la vida que queramos, visualizarla y luego arrebatarla.
Además de que este no es el evangelio del Señor, olvidan que todo eso también es perecedero al igual que el hombre, que como la hierba, se marchita y muere y que así mismo son todas las cosas en las que él se gloría y pone su confianza: el dinero, la honra, el prestigio, la fama y el éxito; ahora, si tenemos riquezas, agradezcamos y glorifiquemos a Dios por ellas pero sin olvidar que Todo hombre es como hierba y la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca y la flor se cae. Esto es lo que nos dice la palabra de Dios, que sí permanece para siempre, es eterna y es la palabra que hemos recibido y nos ha sido enseñada y anunciada por el Señor Jesucristo, que no tuvo a donde reclinar su cabeza.

Si tuviéramos siempre presente que somos tan efímeros como la hierba y que solo estamos de paso por la tierra, no nos afanaríamos tanto por hacer riquezas y amontonar dinero, quién sabe para quién y para hacer qué.
Cuando mueres todo se queda aquí: los que amas, el dinero, la fama, los trofeos, las propiedades, los títulos y los pergaminos. Nada te puedes llevar.
¿No es acaso brega la vida del hombre sobre la tierra, y sus días como los días del jornalero? Job 7:1.
El Salmo 90:10, dice que el hombre difícilmente llega a los ochenta años de vida si es de buena salud, y aún así, es molestia y trabajo, e igual, esos años pronto pasan y tienes que irte. “Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura.” 1 Cr.29:15. Delante de Dios somos exactamente eso: una sombra que pasa y se desvanece.

El Señor en su amor y bondad, nos plantea que vivamos sencillamente dejando todas nuestras angustias, cargas y preocupaciones sobre él; que confiemos en él plenamente que él tiene cuidado de nosotros, Mat. 11:18.
El es compasivo y misericordioso, “Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo.” Salmo 103-14.
Todo en esta vida cambia y pasa pronto, pero la palabra de Dios no pasa ni cambia y podemos confiar en las promesas de Dios que hay en ella para nosotros porque ella es palabra eterna.
No olvidemos nunca que Toda carne es como hierba, que se muere y deja de SER y así mismo todo lo que hace por importante que esto sea, y todo aquello que fue motivo de su gloria también desaparece. Que lo único que nos sirve para la eternidad es haber vivido una vida de santidad buscando la perfección siempre. Que todo lo que hagamos, lo hagamos como para el Señor, no para los hombres; que amemos a Dios y a nuestros hermanos teniendo siempre presente que somos peregrinos en la tierra que vamos hacia la eternidad.
 Dios les bendiga.

Orfilia Miranda L.        

Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.”    Isaías 40:8




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