viernes, 25 de enero de 2013

Caminemos con Sabiduría



Caminemos con Sabiduría

La necedad y la insensatez, son consecuencia de nuestra naturaleza caída.
El diccionario define al insensato como: alocado, loco, necio, desatinado, imprudente, irreflexivo, irrazonable.
Y al necio como: Que no sabe lo que podía o debía saber, imprudente, terco y porfiado, que actúa con ignorancia, imprudencia y presunción.

Bíblicamente, la insensatez y la necedad tienen el mismo significado, ya no respecto de las cosas del mundo, sino acerca de la relación con Dios.

El necio e insensato, rechaza y niega a Dios; vive sin Dios, y no lo tiene en cuenta para nada en su vida; dice que no hay Dios.
Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables;  No hay quien haga el bien.” Sal. 14:1
El insensato y necio no puede reconocer la grandeza y las maravillas de Dios; no puede alabarle porque él es ignorante, no entiende. Sal. 92:6. 
Salomón hace un contraste del hombre necio con el hombre que busca la sabiduría divina. Y por supuesto, que para el creyente solo hay una fuente de sabiduría y conocimiento: Dios. Prov.1:7, El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.”

El insensato o necio se caracteriza por:
*Llevar una vida desordenada. Niega a Dios con su boca y con sus actos. Dice que Dios no existe y vive sin temor de Dios en toda clase de perversidades.

*Es idólatra. No puede vivir sin un dios, pero al negar al Dios vivo, se inventa otros dioses y en su opinión cree que todo lo que hace es correcto. Prov.12:15. Es supersticioso, agorero y ama el ocultismo.

*Se ríe del pecado. Practica el pecado sin ningún temor, porque tiene su mente cauterizada y habla sandeces de cosas que no entiende, pues, tiene su propia religión acomodada para justificar todo lo que hace. La lengua de los sabios adornará la sabiduría; Mas la boca de los necios hablará sandeces.” Prov.15:2.
Los creyentes debemos mucho cuidado; nadie está exento de la necedad. Va desde el más humilde hasta el más académico. Si Dios no es parte de su vida sigue siendo necio aunque tenga todos los títulos y maestrías, porque la clave de la Sabiduría se halla solo en la biblia. 2Tim.3:15. El que tiene implantada en su corazón la sabiduría de la Palabra, recibe los mandamientos de Dios y los guarda, pero el necio los rechaza. Prov.10:8.
Entre más conocimiento humano acumulemos, nos hacemos más sabios para el mundo, pero no para Dios. Está muy bien y es necesario estudiar y capacitarnos para la vida, yo diría más bien, es una responsabilidad que tenemos de prepararnos y aprovechar bien los recursos que Dios mismo nos da; pero todo siempre en el orden de Dios, para que en todo sea él glorificado y servido, haciéndolo todo para el Señor, sin arrogancia y vanagloria.

En Cristo Jesús, están escondidos todos los tesoros de nuestra salvación; y es allá a donde debemos poner nuestra mirada, no en las cosas materiales que al fin y al cabo son pasajeras. Pues, ¿de qué le sirve al hombre y a la mujer, tener todo el éxito del mundo y gozar la vida al máximo, si al final pierde el alma? Mat.16:26.
No olvidemos que el camino que conduce a la salvación es angosto y difícil, pero que el camino de la perdición es muy amplio y deleitoso, y muchos son los que caminan por él. Luc.13:24.

Caminar con sabiduría es andar con cuidado de no caer en el camino de los necios, porque en un descuido los creyentes también pueden caer en la necedad del pecado.
El Rey David pecó de necedad cuando hizo el censo, 2de Sam.24:10, y cuando se dejó cegar por la codicia de la mujer ajena, no solo cayó en adulterio, sino que también lo llevó a cometer homicidio. Después que se dio cuenta de su pecado, se sintió muy mal por su necedad, y se arrepintió y se humilló delante de Dios y  Dios lo perdonó, pero su loca insensatez y necedad le acarrearon consecuencias en el futuro.
Si bien, no estamos exentos de caer en el pecado de necedad, lo importante es no quedarnos en allí y como el rey David, arrepentirnos y pedir perdón; Dios no desecha al pecador que se arrepiente, Dios desecha al que sabiendo que está en pecado, no lo reconoce, no se arrepiente y se obstina en su pecado; claro ejemplo de esto, el Rey Saúl, que habiendo recibido amonestación por boca del profeta, fue insensato y necio, no se arrepintió y Dios lo desechó.

Hagamos una revisión de nuestra vida a ver, cómo estamos caminando delante de Dios, y enmendemos nuestro camino; no sigamos caminando como necios e insensatos.
Caminemos en Sabiduría en todo tiempo como verdaderos hijos de Dios. Bendiciones.

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