martes, 4 de diciembre de 2018

SALGA DE SU TIENDA Y MIRE A LOS CIELOS


Gén 12:1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Gén 12:2  Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Gén 12:3  Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

Cuando obedecemos a Dios y nos desacomodamos para obedecer lo que él nos pide que hagamos, nos convertimos en bendición para otros.

Dios nos pide también que abandonemos o separemos de nosotros todo lo que estorba para recibir la gracia y la bendición de Dios:
Andar con Lot se había convertido en un problema para Abraham; los criados de Lot peleaban con los de Abraham por el agua y el territorio y vivían en contienda. A pesar de que era su pariente, Abraham tuvo que hablar con su sobrino Lot y pedirle que se separara de él, ya no podrían seguir conviviendo en el mismo lugar.

Muchas veces es necesario abandonar un lugar, personas, cosas y hasta comodidades, para poder cumplir la voluntad de Dios y recibir bendición. Así que debemos separarnos de todo aquello que nos causa problemas y nos quita la paz interior, haciéndonos desenfocar de lo verdaderamente importante, que es la relación con el Señor.  

Cuando Abraham se separa de Lot, Dios le vuelve a hablar a Abraham:

*Gén 13:14 Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y al sur, y al oriente y al occidente.
 Gén 13:15 Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre.
Gén 13:16 Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada.

Esta promesa de Dios es incomprensible para Abraham, Dios le está hablando de multitudes cuando no tiene la posibilidad de tener hijos. Pero Abraham en fe sigue escuchando a Dios y obedeciendo en todo lo que él manda.
Gén 13:17 Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré.
 Gén 13:18 Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová.
Abraham vuelve a remover su tienda para trasladarse a otro lugar en obediencia; pero le costaba creer lo de la descendencia numerosa: había una piedra muy grande que le estorbaba creer: La ESTERILIDAD DE Sara. Pues, mientras tanto, el tiempo pasaba y su esposa se hacía cada vez más vieja para tener hijos.

Gén 15:2  Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Gén 15:3 Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa.
Abraham estaba razonando en lo natural, tenía la mirada en las cosas temporales y terrenales y en sus divagaciones solo miraba hacia el suelo; entonces Dios lo saca de la tienda para que mire hacia el firmamento:
Gén 15:5  Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.” 
Es cuando Abraham mira hacia arriba, hacia los cielos, y ve que lo que Dios tiene para él es infinitamente grande y eterno; entonces entendió y todos los obstáculos de esterilidad de su mente, fueron vencidos y creyó.
Gén 15:6  Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. Vino a ser el padre de la fe.

Cuántas veces Dios nos habla y no entendemos; es necesario entonces salir de nuestra tienda de la comodidad, de la ceguera espiritual y de las limitaciones de nuestro entendimiento, y mirar hacia los cielos, hacia la eternidad, para entender el propósito que Dios tiene para nuestra vida.
Esto puede muchas veces implicar movernos de un lugar a otro, hasta de país, dejar amigos de toda la vida para movernos en obediencia o cambiar de trabajo.
Muchas veces las circunstancias nos han llevado a tomar decisiones drásticas que han afectado nuestra vida y no hemos entendido porqué, pero pasado un tiempo el Señor nos ha permitido comprenderlo.

Pidamos al Señor una fe firme con la que podamos derribar todo argumento mental que nos impida hacer su voluntad, crecer y caminar en santidad. Que nos dé una confianza absoluta en él para tener siempre la mirada en las cosas celestiales y no en las terrenales.

¿Cuando estamos afligidos, ponemos la mirada en los cielos, o seguimos mirando las circunstancias? 


Orfilia Miranda Londoño





lunes, 1 de octubre de 2018

COMO IDENTIFICAR UN FALSO MAESTRO


1.- Sus enseñanzas y su mensaje, están dirigidos a agradar al oyente.
Dios por medio de Pablo, advirtió a Timoteo y a nosotros que vendría un tiempo en que la gente no soportaría la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, amontonarían para sí mismos maestros conforme a sus deseos, (2ª.Timoteo 4:3) es decir que rechazarían La Palabra de Dios por considerarla muy dura y buscarían maestros que enseñen solamente lo que ellos quieren escuchar, todo lo que los haga sentir cómodos, grandes, poderosos e importantes.
El hombre natural en su condición caída no desea venir a la luz para que sus obras no sean confrontadas, pero para tranquilizar su conciencia busca un tipo de religiosidad que no lo acuse, que no le demande cambios, que le permita vivir como quiere pero que lo haga sentir “bueno” y piadoso.

2.- No basa su mensaje en La Palabra de Dios
Algunos tratan de utilizar versos totalmente fuera de contexto para apoyar su falsa doctrina, pero en nuestros días debido al desinterés, al desconocimiento y a la apatía o indiferencia que la mayoría de asistentes a la Iglesia muestra al respecto de conocer y estudiar las Escrituras, ya ni siquiera es necesario citar la Biblia, basta con que lo que enseñan sea algo agradable al oído de quien lo escucha para que sea aceptado. La Palabra de Dios ha sido substituida por psicología, metafísica, filosofía, auto-ayuda o pensamientos positivos de superación personal, donde la gloria es para el hombre, y poco importa si Dios es glorificado o no. También se substituye La Palabra de Dios por “revelaciones” extra-bíblicas, donde el supuesto maestro, o pastor, habla o escribe mensajes de positivismo en primera persona y dando la impresión de que es Dios quien habla. Si fuese Dios quien habla por medio de esta persona, lo que escribe tendría la misma inerrancia (estaría libre de error) y autoridad que el resto de La Biblia y por ser Palabra de Dios, debería ser añadido a La Biblia; pero el único problema es que Dios expresamente prohibió añadir a Su Palabra (Apocalipsis 22:18). Cualquier escrito que afirme ser “palabra de Dios” y no esté en La Biblia es falso. Ejemplos de esto son Joyce Meyer, Sarah Young y las “maestras” hispanas imitadoras de sus falsos ministerios.

3.- El dinero ocupa un lugar muy importante en su predicación
Si no ocupa el lugar más importante, ocupará uno muy importante en su mensaje. Un falso maestro no está en el “ministerio” por amor a Dios o a las almas de quienes lo escuchan, está allí por el dinero, fama, prestigio, poder e imagen. Tristemente estos hombres reciben una gran respuesta pues apelan o atraen la codicia en los oyentes, proponen “pactar” con Dios para obtener multiplicado lo que se está ofrendando. Hacen mucho énfasis en “enseñar” a quien los escucha el modelo correcto de cómo diezmar u ofrendar, sacando para ello versos de contexto y torciendo la Palabra de Dios. Si usted es alguien que escucha y simpatiza con estos predicadores de prosperidad, ¿se ha preguntado alguna vez porque ellos mismos no “pactan” con Dios, dando todas sus posesiones a los pobres para que Dios se los devuelva multiplicado?, si es cierto que ese es el plan de Dios, ¿por qué no hacerlo?, es más, ¿por qué no hacerlo público para terminar con todas las personas que los atacan debido a su avaricia y a su estilo de vida rodeados de lujos? Un poco de sentido común nos demuestra la falsedad de sus “enseñanzas” independiente de que al confrontarlas con la Biblia es evidente que no se sostienen. Dios NO vende sus bendiciones, ni milagros, ni sanidades, Dios NO acepta soborno (Deuteronomio 10:17). Dios prosperará su trabajo y su esfuerzo y lo bendecirá al obedecer Su Palabra, la prioridad NO son las cosas terrenales, es el Reino de Dios y Su Justicia.

4.- Su mensaje no promueve la santidad, ni busca la Gloria de Dios
En su mensaje no atacará el pecado en nosotros, ni nos motivará a rendirnos a Dios, al contrario, nos compadecerá por lo mucho que hemos sufrido, tratará de animarnos a mejorar nuestra propia imagen y a sentirnos fuertes, grandes y capaces. El hombre por definición Bíblica es malo, perverso, engañoso, pecador y no tiene inclinación natural a lo bueno; le es imposible cambiarse a sí mismo de igual forma que un leopardo no puede quitarse las manchas, no busca a Dios y se ha desviado del camino de la verdad. Es debido a esto que necesitamos un Salvador que nos reciba únicamente por Gracia (regalo inmerecido) porque no tenemos nada que podamos ofrecer a Dios que tenga ningún valor, nuestras obras más justas son como trapos de inmundicia ante un Dios santo. La Biblia enseña que TODO lo que hagamos debe ser enfocado a darle Gloria a Dios, nuestra vida, nuestras metas, nuestro sufrimiento y aun nuestra muerte.

5.- El centro de su evangelio es el hombre y no Cristo
Para un falso maestro el hombre es tan importante que Dios no podía permitirse perderlo, según ellos fue por eso que Dios envió a su hijo, ellos afirman que el hombre es poderoso pues posee poder creativo en su boca para decretar bendición o maldición sobre otros y sobre sí mismo, para ellos realmente la soberanía de Dios no es importante, pues si el hombre decreta Dios está obligado a obedecer. El arrepentimiento para ellos es un cambio de mente, pero no para pasar de pecado a santidad como enseña La Biblia, sino de una mente negativa a una mente positiva. Esto de acuerdo a Las Escrituras es morir con una actitud “positiva” en pecado bajo el engaño de una falsa salvación y caminar de manera muy optimista a condenación eterna en el infierno.

6 - Su Biblia es “positiva”
Positiva entre comillas, pues, aunque TODA La Palabra de Dios es buena y perfecta, para un falso maestro todos los pasajes de advertencia, reprensión o juicio deben ser excluidos de la predicación, mientras que todas las promesas, sin importar su contexto, ellos afirman que están dirigidas a sus oyentes, pues la idea es agradarlos a ellos, aunque no se agrade a Dios. No se estudia TODO el consejo de La Palabra de Dios, sino solo aquellos versos que convienen y gustan a nuestra carne. Si el pasaje, enseñanza o verso es contrario a lo que el hombre quiere hacer, simplemente hay que ignorarlo, o “re-interpretarlo” de manera que sea más conveniente, enseñan que puede ser cultural y ya no nos aplica a nosotros o puede ser una alegoría espiritual que no nos obliga en ninguna manera, esto es absolutamente FALSO. La Biblia nos dice que la hierba se seca y la flor se cae, MAS LA PALABRA DE DIOS PERMANECE PARA SIEMPRE, no hay siete, ni tres, hay solamente dos significados o interpretaciones, una es correcta y todas las demás incorrectas, nosotros elegimos si aceptar La Palabra de Dios y obedecerla o rechazarla.
La Palabra de Dios no se adapta a las épocas y a los hombres, tampoco está sujeta a la aprobación o desaprobación del ser humano, es La Palabra de Dios nos guste o no.

7 - Se denigra La Persona de Jesucristo
Buscando agradar a sus oyentes hay quienes enseñan que el hombre es un pequeño “dios”, que tiene poder creativo en sus labios, autoridad sobre la vida y la muerte, y que es exactamente igual a Jesús. Ellos afirman que Jesús era solo un hombre hasta que fue revestido del poder del Espíritu Santo (Joel y Victoria Osteen), otro afirma que el Espíritu Santo le dio una profecía donde Jesús decía que Él nunca había afirmado ser Dios (Keneth Copeland) quien además afirma que un creyente no es parecido a Jesús sino exactamente igual a Jesús, y otro afirma que si hubiera vivido en tiempos de Jesús se habría perdido, pues él es demasiado “educado” para seguir a un hombre que escupía en los ciegos para sanarlos (Carlos Luna). Estos comentarios son Blasfemias que atacan la Persona y la Deidad de Jesucristo en un intento de agradar al hombre elevándolo, aunque eso implique denigrar al Señor. Lo triste es que el “pueblo de Dios” dice “Amén” y aplaude.

8.- Se presenta como evidencia de la aprobación de Dios el realizar milagros y sanidades
La mayoría de los seres humanos tienen temor a la muerte y a la enfermedad, muchas personas sufren en su propia persona o en su familia de enfermedades y buscan la solución. Muchas personas han sufrido por mucho tiempo y se aferran a las promesas que han escuchado como estas: que Dios siempre sana, y que no es la voluntad de Dios que una persona esté enferma.
Es cierto Dios tiene poder, y es cierto Dios sana, pero es importante saber que Dios sana de acuerdo a Su Soberana voluntad, no a todas las personas, no en todos los casos. La enfermedad y la muerte entraron al mundo por causa del pecado de Adán, y en algunos casos las enfermedades son consecuencias directas de pecados de las personas por abusar de sus propios cuerpos con adicciones, NO en todos los casos, lo que sí es verdad es que en todos los casos Dios lo permite y Dios tiene un propósito que sólo Él conoce. Los milagros NO son la certificación de que una persona viene de Dios, en 2ª.Tesalonicenses 2:9-12 vemos que el anticristo tendrá el poder de hacer señales y prodigios (milagros) para engañar a los que se pierden por no recibir el amor de LA VERDAD para ser salvos, Satanás tiene ese poder y lo confiere a sus ministros, y Dios lo permite como juicio para quienes no reciben la verdad sino que se complacen en la iniquidad.

Si reconoce alguna o todas estas características en uno de sus maestros o predicadores favoritos, por favor, tome su Biblia y pídale a Dios en oración que lo ayude a tener sed de SU Palabra, estúdiela en su debido contexto y examine todo lo que escuche y lea. ¿Por qué es importante hacerlo? porque un falso maestro es un emisario de Satanás y su objetivo no es que usted pierda bendiciones, sino que sea condenado eternamente por creer un falso evangelio que adora a un falso dios y que es incapaz de ofrecer verdadera Salvación. Acostúmbrese a examinar TODO lo que escucha o lee a la luz de la Biblia, también examine esta nota, sea más noble como los hermanos de Berea en Hechos 17:11, es a Dios a quien servimos y es nuestra eternidad la que está en juego.

Tomado del Ministerio “Predica la Palabra.

jueves, 23 de agosto de 2018

¿Quién es Jesucristo?


Jesucristo es el Hijo de Dios, el Verbo encarnado, la Palabra misma de Dios el Padre, hecha carne.
Jn. 1:14 “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

Jesucristo ha existido desde siempre igual que el Padre, en el Padre y en la misma Deidad. En toda la creación del universo él estaba presente y todas las cosas por él fueron hechas, sin él nada ha sido hecho. En él estaba también la fuente de la vida que es la luz de los hombres. Jn. 1:1En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Jn. 1:2 Este era en el principio con Dios.
Jn. 1:3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
Jn. 1:4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Cuando Dios dice: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, nos está creando con ciertos privilegios y prerrogativas que no tienen el resto de los seres creados; nos crea espirituales, con inteligencia, con voluntad para elegir y decidir, con capacidad de pensamiento y lenguaje; la muerte, la enfermedad y el sufrimiento no estaban contemplados para nosotros; y nos dio autoridad y dominio sobre la creación.
“Gén. 1:26 “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.”

Todo era bonito y perfecto; el hombre vivía en total felicidad y no conocía el mal, pero por el pecado de desobediencia de Adán el hombre se corrompió y se separó de Dios; pierde la santidad y el paraíso de felicidad, de pureza y de inmortalidad. Queda a expensas de toda clase de males y calamidades físicas y espirituales. Queda en tinieblas, dolor y muerte.
Debajo del cielo, en lo temporal y humano, no hay absolutamente nada ni nadie que pueda sacarlo de este estado de miseria y restituirle todo lo que perdió por desobediencia a Dios.

Dios que es Padre compasivo de amor y misericordia, responsable de su creación, provee la solución; solución que solo puede venir de arriba, de lo alto, de lo santo, de lo puro y perfecto: JESUCRISTO su Hijo.
El Verbo de Dios, el unigénito del Padre, el Mesías, el Redentor, el Salvador del mundo, viene a nosotros. Jesucristo como fuente de vida viene a darnos vida eterna otra vez; como fuente de la luz verdadera, viene a disipar nuestras tinieblas del pecado y a restituirnos a la luz de la gracia. ¡Ese es JESUCRISTO!
Jesucristo, es el amor del Padre revelado a nosotros, él es la imagen misma de su sustancia.

Hebreos 1:1-3 “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3  EL CUAL,  SIENDO EL RESPLANDOR DE SU GLORIA, Y LA IMAGEN MISMA DE SU SUSTANCIA, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”.

Dios, que ya había hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los Padres por los profetas, hoy nos habla por su Hijo Jesucristo. Y este versículo 3 nos revela la esencia de la divinidad de nuestro Señor Jesucristo: “el cual (Cristo) siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…”, Jesucristo es Dios, y solo él podía redimir a los hombres de la esclavitud del pecado.
Durante su ministerio, Jesús mismo decía quién era, cuando afirmaba:
Yo soy la luz del mundo; Yo soy la verdad y la vida; yo soy el camino; nadie viene al Padre sino por mí.” Su mensaje es claro.
Al hacerse partícipe de nuestra naturaleza humana, participó también de nuestras limitaciones, pobreza, rechazo, soledad, abandono, críticas, calumnias, golpes, escarnios, tristeza, y finalmente el martirio de la cruz y la muerte.

Pero lo más grandioso y sublime de Cristo, como todos sabemos, es que se levantó al tercer día de la sepultura. ¡La muerte no tuvo poder sobre él para retenerlo, y he aquí su VICTORIA, nuestra victoria!
Finalmente, cumplido su ministerio, Jesucristo vuelve al cielo y se sienta a la diestra del Padre. Pero ya no nos deja solos, nos envía el Espíritu Santo, el Consolador.
Sólo el Espíritu Santo nos puede redargüir y llevar a los pies del Señor Jesucristo.

Pudiéramos seguir hablando de Jesucristo, de su amor, su bondad… y seguramente no terminaríamos…hablar de Cristo es precioso; pero más grandioso es experimentarlo en nuestra vida.

¿Para usted, quién es Jesucristo?
¿Es Jesucristo el Salvador y Señor de su vida?
Si no lo es todavía, le invito a recibirlo en su corazón.

Dios les bendiga y hasta pronto.

Orfilia Miranda Londoño


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miércoles, 27 de junio de 2018

¿Eres Cristiano si no tienes el Espíritu de Cristo?


Cita Bíblica: Juan 14:16-31

Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, por­que no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vos­otros, y está en vosotros. Juan 14:16-17

El Señor Jesús, una vez confirmada su partida a la casa del Padre, quiere animar a sus discípulos con el anuncio de la llegada del Espíritu de verdad. Hasta ahora Jesús mismo había sido la gran esperanza consoladora de sus discípulos. Por eso Él les habla de que el Padre “os dará otro consolador”.

Espíritu santo, luz del mundo, Jesús, espíritu
En griego está escrito: “Paracletos”, que podemos traducir por abogado, intercesor, defensor, consolador, llamado en auxilio. Todas estas acepciones encierra la palabra “Paracletos”. Este otro consolador no es ni más ni menos que el Espíritu Santo. Hasta este momento los discípulos habían convivido y estado con el Señor Jesús, a partir de ahora perderían su presencia física y no podrían utilizar más sus ojos para verle cami­nar, hablar, exhortar y hacer muchos milagros. El tiempo de caminar con Jesús por vista concluía, esperando el día en que ellos mismos también sean transformados semejantes al cuerpo de la gloria de Cristo (Filipenses 3:20-21).

Se acercaba el tiempo de “andar por fe”, como dice Pablo: “Por fe andamos no por vista” (2 Corintios 5:7).

Aquí es donde tiene su función consoladora, auxiliadora, defensora y exhortadora el Espíritu Santo. Lo que los discípulos habían visto con los ojos de la carne, sin apenas entender nada, el Espíritu que “morará con ellos y estará en ellos”, les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que Jesús les había dicho.

Si real y cierta fue para los discípulos la presencia física de Jesús al decir:
Lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos” (1 Juan 1:1).
No menos real y cierta es la presencia del Espíritu, que mora y está en todo aquel que acepta a Jesús como su único y perfecto Salvador. Como dice la Escritura:
A fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu Santo” (Gálatas 3:14), “el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador” (Tito 3:6) “¿No sabéis, pues, que sois el templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3:16).
Los discípulos gozaron de la presencia física de Jesús entre ellos, como luego de la presencia espiritual del Espíritu que moraba y estaba en ellos por la fe.
Los discípulos fueron testigos privilegiados de convivir con Jesús en los días de Su carne, pero el Espíritu de verdad no estaba más en los discípulos que en los que hoy somos de la fe de Jesucristo, ya que la Escritura dice:
“Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús… Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de Su Hijo” (Gálatas 3:26; 4:6).

Jesús promete a los suyos que el Consolador estará con ellos para siempre, y le cono­cerán porque mora en ellos y estará en ellos.
Por eso la vida del creyente es totalmente falsa, cuando no está habitada por el Espíritu de verdad. Es un sinsentido decirse creyente y no conocer al Espíritu. Pablo también preguntaba a los Corintios: “¿No sabéis…que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Tan contundente es el apóstol en la certeza de la presencia del Espíritu, en el que es de la fe de Jesucristo, que concluye:
“Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él” (Romanos 8:9).

Esta contundencia demuestra la certeza de la promesa, que hizo Jesús a sus discípulos, comprobada en el vivir de cada día, no según la carne, sino según el Espíritu.

Muchos se sentirán sorprendidos por la realidad de tal promesa, y no atinarán a ser portadores de esa promesa, porque no andan por fe, sino por vista. Así no pueden reci­bir al Espíritu de verdad, lo mismo que le sucede al mundo, porque no le ve, ni le conoce. No le ve porque anda por vista en los deseos de los ojos: y no le conoce porque vive conforme a la carne.

Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque Yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros. Juan 14:19-20

Cuando los llamados cristianos, no vivimos en espíritu, estamos negando que Cristo vive; ya que Jesús dice:
 “porque Yo vivo, vosotros también viviréis”.

De ahí que lo específico del creyente en Cristo no sean normas o doctrinas, sino la propia vida de Cristo en ellos. Esto lo verá todo el que cree en el Hijo de Dios viviente. Por eso dice a sus discípulos: “vosotros me veréis”.

Quizás alguno se haga la misma pregunta que Felipe: “ver a Jesús, eso me bastaría”. Y la respuesta de Jesús también es la misma para ti: ¿No crees que Yo estoy en ti y tú en Mí?

Pablo hace esta misma pregunta a los Corintios:
 “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros?” (2 Corintios 13:5).

Jesús había dicho a sus discípulos:

“El que come mi carne y bebe mi sangre, en Mí permanece y Yo en él. Como me envió mi Padre viviente y Yo vivo por el Padre, asi­mismo el que me come, él también vivirá por Mí” (Juan 6:56-57).

Esta presencia de Jesús es algo esencial en el creyente que vive por fe. Y jamás lo debemos cambiar por unas cuantas normas o leyes religiosas, ya que en ese caso estaríamos muertos bajo la ley, y no viviríamos por el Espíritu. La mayor parte de los llamados cristianos viven sin conocer esa manifestación de Jesús en su propia vida. Ya que Jesús dice: “Me manifestaré a él” (v. 21). ¿Y quién es ese él?: Todo el que guarda Su Palabra, diciendo en plena certidumbre de fe: hágase en mí según tú Palabra.

Este es el que tiene el amor de Dios en su corazón, pues “el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo” (2 Juan 9).

Además del día a día en que Cristo se manifiesta en nuestra vida como resucitado, hay otro día señalado por el Padre en el que el Hijo del Hombre vendrá en las nubes con gran poder y gloria,… y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo” (Marcos 13:26-27).
Mientras ese día llega, tenemos la vivencia diaria de la presencia de Jesús en nosotros por Su Espíritu, porque “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él. Pero si Cristo está en vosotros…” (Romanos 8:9-10).

Jesús hace saber a sus discípulos que el amor hacia Él y la permanencia en Él están asentados sobre la base de guardar Su Palabra. Por eso no es cierto un amor y una permanencia en Jesús sin una total fidelidad a la Palabra de Dios. Esto lo confirma Jesús con las siguientes palabras:
El que me ama, mi Palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. Juan 14:23

Si pretendemos comprender esta inmensa revelación de Jesús con nuestra mente natural, es algo imposible, porque: el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14).

Solo el Espíritu, como Maestro de la verdad, nos hace saber lo que Dios nos ha concedido, y no hablamos con palabras de sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu (1 Corintios 2:13). En esto se cumple la promesa del Señor Jesús:

“El Espíritu os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que Yo os he dicho” (v. 26).

La paz os dejo, mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Juan 14:27
Ese saludo común entre los ciudadanos de su pueblo, los discípulos lo conocían y lo practicaban, pero eso no cambiaba en nada sus propias vidas. Sin embargo la paz que Jesús da, cambia radicalmente la vida de las personas.

Jesús nos da esa paz a través de su sacrificio en la cruz, reconciliándonos con Dios. Por eso “Él es nuestra paz” (Efesios 2:14). Así se dio cumplimiento a lo dicho por el profeta Isaías:
“El castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).
Esta paz es totalmente diferente a la que da el mundo, ya que con la paz del mundo el hombre va de mal en peor, enredado en sus estériles formulismos. Pero la paz de Cristo nace de la misma justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él.

Así también podemos decir con Pablo:
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).

Jesús nos da la paz, y está rubricada con Su propia sangre, para que todo aquel que es de la fe de Jesucristo, jamás tenga miedo: ¡porque nada ni nadie podrá romper esa paz con Dios firmada en la cruz del Gólgota!
En esta seguridad podemos aceptar con firmeza lo que el Maestro nos dice:
“No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (v. 27).

El mismo Espíritu nos convence de todo esto, y nos garantiza con su presencia que la Palabra de Dios se cumple en nosotros, si de verdad permanecemos en la fe de nuestro Señor Jesucristo.

Jesús demostró que amaba al Padre, haciendo todo lo que le mandó (v. 31). Demostremos nosotros también que amamos a Jesús, haciendo lo que él nos manda, esto es: ¡PERMANECER EN SU PALABRA!

Estudio Bíblico por:
ElsieVega

domingo, 15 de abril de 2018

El llamado de Dios

Cuando Dios nos llama para una misión específica, él confirma su llamado.

Desde tiempos antiguos Dios ha llamado a distintos hombres, en diferentes tiempos y de diferentes edades para que le sirvan en el plan de la salvación de la humanidad.

Cuando sentimos el llamado de Dios a un ministerio o servicio, pero no estamos muy seguros de que esto viene de Dios, y qué quiere que hagamos, lo primero que debemos hacer es orar y esperar la confirmación.
Jesús, mientras caminaba por distintos lugares en su ministerio, fue llamando hombres de distintos oficios y condición social para hacerlos sus discípulos.  
Más adelante cuando ya había muchos siguiéndole, Jesús se retira durante toda la noche en oración al Padre, y en la mañana muy temprano llama a todos sus seguidores y escoge a doce de ellos, los mismos que ya había llamado antes y les confirma su llamado en presencia de la multitud que le seguía. Luc. 6:12  En aquellos días él fue al monte a orar,  y pasó la noche orando a Dios.” Luc. 6:13  Y cuando era de día,  llamó a sus discípulos,  y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles”: Luc. 6:14-16

Dios tiene su tiempo, hay que estar atentos y esperar.
Puede ser que al primer llamado no entendamos, él vuelve a llamar. A Samuel siendo un niño todavía, lo llamó tres veces, a la tercera entendió que era Dios quien lo llamaba.

Dios tiene distintas formas y maneras de llamar: Llamado de Abraham, llamado de Moisés, llamado de Jonás, en fin….

Dios a veces hace llamado para mucho tiempo después: hay llamados desde la niñez o la juventud que se postergan hasta la madurez. Fue el caso de Samuel. Así son los planes de Dios, a nosotros sólo nos corresponde estar atentos y dispuestos. No intente apresurar nada, lo único que puede pasar es complicar las cosas como les pasó a Abraham y a Sara. Tomaron la decisión equivocada yéndose a Egipto y por poco matan a Abram.
Más tarde viendo que la promesa de Dios no se cumplía todavía, tuvieron un hijo con Agar la esclava en el deseo de ayudarle a Dios. ¡No! Deje a Dios actuar en su soberanía y en su tiempo. Cualquier dificultad que se presentare en el camino, Dios mismo se encargará de ella, confíe solamente y espere.

Hoy día Dios sigue llamando

Cuando reciba el llamado no ponga obstáculos ni ponga excusas ni haga cuestionamientos. Obedezca inmediatamente, diga: aquí estoy Señor para hacer tu voluntad. Si no tiene claro o no entiende el llamado de Dios en el momento, ore y pida luz y claridad, Dios mismo se lo aclarará y confirmará.
Noé fue llamado a construir un barco en tierra seca, seguramente, en ese momento no entendía nada de lo que Dios le estaba pidiendo; pero aun así, no puso objeciones ni resistencia al mandato de Dios ni cuestionó. Aunque todo el mundo decía que estaba loco y se burlaba de él, el siguió adelante, el problema no era de Noé, era de Dios, él solo obedecía a Dios. Y en los 100 años que duró la construcción, Noé no se desanimó ni dejó la obra tirada.

El llamado de Abraham, fue más difícil todavía: tenía que dejar todo y salir sin saber a dónde, él confía en la promesa que Dios le hace y se va hacia lo desconocido.

Pero no todos los hombres de la biblia que Dios llamó, fueron obedientes al primer llamado divino. Dios tuvo que llamarlos más de una vez y esta desobediencia les trajo consecuencias graves como al Profeta Jonás, que su desobediencia casi le cuesta la vida. Jonás cap. 2.
Pero a pesar de su dura experiencia, Jonás obedeció el llamado con rebeldía, cuestionando los designios de Dios. Vale la pena leer todo el relato bíblico sobre Jonás.

Otros, presentaron argumentos de incapacidad como excusas para no ir y hacer lo que Dios les demandaba; es el caso de Moisés, su tartamudez. Dios no lo acepta como excusa y le da una solución: que hable su hermano Aarón.

Jeremías argumentó como excusa para no ir al llamado, que era muy niño todavía, pero el Señor le rebatió el argumento. Jer. 1:5-7 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.
6  Y yo dije: ¡Ah!  ¡Ah, Señor Jehová!  He aquí,  no sé hablar, porque soy niño.
7 Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.
¡Qué fuerte respuesta la de Dios! Como vemos, no tenía escapatoria porque había sido llamado y consagrado desde el vientre de su madre para ser profeta a las naciones. Ni modo.

Cuando Dios nos llama a trabajar en su obra, a ser partícipes de la misión salvadora, él nos capacita y nos da las fuerzas y los recursos. Él se hace cargo de todo en todas nuestras circunstancias que podrían ser el estorbo para el cumplimiento de la misión a la que hayamos sido llamados.
En este tiempo, todos los que hemos sido salvados y redimidos por Cristo en el Calvario, estamos llamados a llevar el mensaje de salvación a todas las personas que aún no conocen a Cristo. Es una misión que recibimos desde el mismo momento en que aceptamos el reino de Dios en nuestras vidas.

Hoy Dios sigue llamando a muchas personas para misiones muy puntuales y específicas en el reino de Dios que requieren dedicación y entrega. Pero todos estamos llamados a anunciar el evangelio del reino a todos los hombres y mujeres en el mundo.

¿Has sentido alguna vez en tu corazón el llamado de Dios a servirle?
¿Has puesto excusas y disculpas para no obedecer?

Luc 5:11 “Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron.”

Les dejo con esta inquietud, Dios les bendiga.


Orfilia Miranda Londoño


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