Viendo la crisis
matrimonial del momento, y esto entre los mismos cristianos, me parece oportuno
compartirles este estudio del Pastor John Abels:
Terminamos el
estudio del v.21,
"someteos unos a otros en el temor
de Dios." Esta es la norma de cada familia cristiana y la exhortación
tiene que ver con esposos y esposas, padres e hijos, y aun entre siervos y sus
amos.
Este
es el principio de la sumisión mutua basado en la reverencia que se le debe a
Cristo.
La
verdad es que el deterioro de la familia y el fracaso básico del hogar no
consiste en dejar de vivir conforme a una norma aceptada, sino más bien en
dejar de mantener la norma con claridad.
Hoy trataremos
solamente con los deberes del esposo y de la esposa.
Después
de que Pablo dio esta exhortación general en el v.21, él pasa específicamente
en los vv. 22-24 a indicar que las esposas se deben sujetar a sus esposos. Dice
la escritura: "Las casadas estén
sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la
mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es
su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las
casadas lo estén a sus maridos en todo."
Estos
versos no sugieren que la esposa debe renunciar
a su identidad para sujetarse. Al contrario, cuando se somete, se vuelve
más completa que antes. Dios hizo al hombre y la mujer para que funcionaran
como las dos caras de una moneda. Ninguno de los dos está completo sin el otro.
Cuando sirven juntos a Dios y a los hombres y dan ambos lo mejor de sí mismos,
entonces la esposa desarrolla sus habilidades a lo máximo, no solamente en el
hogar sino también en cualquier otro lugar.
En
esta instrucción a las esposas cristianas sobre estar sumisas a sus esposos,
Pablo concuerda con la enseñanza uniforme de las Escrituras. 1 Pedro 3:1 dice,
"Asimismo vosotras, mujeres, estad
sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra,
sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas."
En
los siguientes versos Pablo explica el porqué.
Esta
exhortación no lleva ningún desprecio para las mujeres. No hay ninguna
insinuación de inferioridad. Las esposas pueden igualar, y muchas veces,
superar a sus esposos en inteligencia, valor, espiritualidad, discernimiento
moral, discreción y en mil otras maneras. Pero, en cuanto a autoridad y
posición en el hogar, la Biblia es absolutamente clara:
la esposa está sujeta a su marido.
El
mero sentido del v.22 es: "Someteos
a vuestros maridos como en un acto de
sumisión al Señor."
Los vv. 23,24 lo explican. "Porque
el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la
cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a
Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo."
Hay
una mejor amplificación en 1 Corintios 11:2-16, y en v.3, en particular, "Pero quiero que sepáis que Cristo es la
cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de
Cristo." La mujer cristiana no tiene más motivo para irritarse bajo
esta sumisión a su esposo, de lo que tiene un cristiano en quejarse contra
Cristo. La regla de un hogar cristiano es: tal como Cristo se sometió,
voluntariamente al Padre, así el esposo tiene que someterse, voluntariamente a
Cristo. Y la esposa, siendo la compañera de su esposo, también se somete
voluntariamente a su autoridad, que él ha ejercitado en amor. Y no conozco a
ninguna mujer en el mundo que no se sometería a esa clase de autoridad.
Y,
dice en Efesios 5:25, "Maridos, amad
a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo
por ella." Y un hombre que no
puede ejercitar esa clase de amor no debe casarse.
El
hombre cristiano que sabe gobernar su hogar por el amor de Dios, por medio de
una sumisión sacrificada al Señor, es el hombre que va a ser el esposo
perfecto.
Y la mujer que no
puede someterse a tal clase de autoridad no debe casarse. 1 Corintios
11:3, "Cristo es la cabeza de todo
varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo."
En resumen de esta parte del estudio, aquí está la base para un hogar
cristiano: Dios es la cabeza de Cristo, igual
en comunión, igual en carácter, y en servicio, pero Cristo sometido al
propósito del Dios Padre. Y Cristo es la cabeza del hombre, somos uno en carácter y en propósito pero sometidos a
la voluntad de Dios en Cristo.
El
esposo es cabeza de su esposa en un hogar cristiano; sin embargo, son uno, porque la mujer fue tomada del hombre: Uno en vida, uno en compañerismo, uno en carácter,
pero siempre sumisos a la voluntad de Dios. Este es el principio bíblico, la
lección del hogar cristiano.
V.25,
"Maridos, amad a vuestras mujeres,
así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a si mismo por ella."
Ser cabeza, no
debe entenderse como gritar, golpear, maltratar, manipular, humillar y
esclavizar.
El amor implica
sacrificios, renuncias y hasta actos heroicos por la persona amada.
Jesús
demostró su amor por su esposa, la iglesia, cuando dio su vida por ella. El
mismo lo había dicho en Juan 15:13, "Nadie
tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos."
De
nuevo Cristo manifestó ese amor cuando santificó a la iglesia, separándola y
dedicándola al más noble ministerio. La razón porque lo hizo se encuentra en el
verso 27, "a fin de presentársela a sí
mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante,
sino que fuese santa y sin mancha."
Este
verso explica el propósito final de Cristo para la iglesia. Una “mancha” es algo salpicado
encima desde fuera: "Arruga" sería una imperfección en su propio
cuerpo.
El
mundo alrededor de la iglesia causa las manchas; la carne que está todavía en
la iglesia causa las arrugas. Pero cuando Cristo venga otra vez, la iglesia
será consagrada y sin defecto.
V.28,
"Así también los maridos deben amar
a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se
ama."
En
este verso Pablo extrae la conclusión de su ilustración. Los maridos deben amar
a sus esposas como a sus propios cuerpos. Como la Iglesia es el cuerpo de
Cristo, así la esposa se considera aquí como el cuerpo de su marido porque los dos ya son UNO.
La
frase, "como a sus mismos cuerpos:" no significa que los hombres
deben amar a sus esposas como si fuesen sus mismos cuerpos. En la analogía de
Cristo y la Iglesia, Cristo ama a la Iglesia como constituyendo su cuerpo. El
marido debe hacer lo mismo. El esposo y la esposa son partes complementarias de
una sola personalidad. El verso no indica la medida del amor del esposo; más
bien, indica la naturaleza especial de esta relación que es la causa de su
amor. Ama a su esposa porque ella es su cuerpo.
Ya
que la mujer es una sola carne con su marido, y así es considerada como su
cuerpo, ella ha de ser sustentada y protegida. La lógica del apóstol se
basa en que nadie ha odiado jamás su propio cuerpo, sino que busca lo necesario
para sustentarlo. Le consigue alimento, ropa, y asilo. Aprecia su cuerpo, lo
considera de gran valor, y por eso, lo cuida amorosamente. Cristo hace lo mismo
con la Iglesia, y es también lo que el esposo fiel hará por su esposa.
Que
un hombre golpee, insulte, o humille a su esposa es algo incomprensible, y muy
ajeno al tipo de hogar que Dios requiere de sus hijos. Para el esposo, golpear
a su esposa debería ser algo tan increíble como quebrarse uno sus propios brazos, y la idea de separarse de
ella sería igualmente incomprensible.
Dice
la Palabra de Dios, "El que ama a su
mujer, a sí mismo se ama, (v.29) porque nadie aborreció jamás a su propia
carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia."
Para
dar base a esta enseñanza, Pablo cita Génesis 2:24 en el v.31, "Por esto dejará el hombre a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne."
La
cita explica que Dios creó al hombre y a la mujer a fin de establecer en el
matrimonio la más íntima de las relaciones humanas. Antes de casarse uno, sus
lazos más íntimos son los que tiene con sus padres. Pero, al casarse, no cabe
duda de que el lazo más íntimo y fuerte tiene que ser con su cónyuge.
Aquí
vemos que la unión sexual une a marido y mujer como una sola carne en la forma
más íntima. No obstante, este es meramente el aspecto físico de esta unión, y
hay muchas otras maneras en que la relación matrimonial establece el más fuerte
y duradero de los lazos humanos.
Por
muy tiernamente que uno ame y respete a
sus padres, el matrimonio crea una lealtad nueva y superior que reemplaza a la
anterior. Los novios tienen que reconocer esto y estar
dispuestos a dejar padre y madre. Hasta que no estén preparados para hacer
esto, no están preparados para el matrimonio. Y quisiera añadir, cualquier cosa
que rompa esta unión matrimonial es una violación de la intención de Dios desde
la creación.
Vv.
32,33, "Grande es este misterio; mas
yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de
vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido."
El
misterio, o la verdad espiritual, se refieren a la unión de Cristo con la
iglesia; no es el matrimonio, sino esa unión, lo que Pablo llama un misterio.
Es la semejanza de la unión conyugal con esta relación espiritual, lo que le da
al matrimonio su más profundo significado. Pablo quiere que los esposos lleguen
al ejemplo de Cristo en cuanto al amor y quiere que las esposas tengan la misma
clase de devoción.
El
versículo 33 concluye esta discusión de Pablo sobre el matrimonio, y llama la
atención al punto principal. Pudiéramos traducirla en esta manera. "En todo caso, cada uno de vosotros debe amar
a su esposa como a sí mismo, y la esposa debe reverenciar a su esposo."
El deber de la esposa es respetar; el
deber del esposo es hacerse merecedor de ese respeto.
La
norma de un cristiano es Cristo y debemos seguir Su ejemplo. El mismo dijo en
Juan 14:15, "Si me amáis, guardad mis mandamientos." Tenemos que someternos,
voluntariamente, a Cristo: primero en la
salvación, y en seguida, en la sumisión.
Si
aún no eres cristiano, claro, sería imposible cumplir con esta enseñanza. Para tener un hogar lleno de gozo se
necesita tener como el centro, como el fundamento, a Cristo Jesús.
Pero,
tampoco puedes esperar tener gozo y paz en tu hogar cristiano si no te has
sometido totalmente a las enseñanzas del Espíritu de Dios. Necesitamos ser
controlados por él, y entonces, Él nos dará la capacidad de tener un hogar de
gozo y paz.
Quiero invitarte a
recibir a Cristo como tu Salvador personal, o si ya lo has recibido, quizá
querrás hacer votos de una sumisión completa.
Pastor John Abels.
Adaptado por Orfilia
Miranda L.