Bíblicamente
las “añadiduras” se entienden como “algo más” a lo que ya recibimos; respecto a
la salvación, es todo aquello que es secundario, que no es lo principal, ni lo
más importante en la vida del creyente para su salvación.
El
diccionario define las añadiduras como:
1-Parte que se añade a un conjunto de elementos o a un todo.
2-Lo que se añade a alguna cosa.
Las
añadiduras entonces, es todo aquello que Dios nos provee para sustentarnos en
nuestro paso por esta vida temporal, pero que no es lo principal en el proyecto
de salvación; lo principal para Dios es que tengamos vida eterna en su
presencia después de la muerte física.
Pero
así las añadiduras sean secundarias a la salvación, Dios sabe que tenemos
necesidad de ellas y también nos las provee y nos dice que se las pidamos porque son parte de la provisión de Dios para nosotros. Lo que
significa que ya está asegurado y garantizado por parte de Dios y ya no debe
ser nuestra preocupación, créalo.
Aprendamos
a pedir: pidamos como Jesús nos enseñó: Mat 6:11 “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.” Nuestra preocupación es
hoy no mañana, el mañana es incierto, no nos pertenece. No guarde codornices ni
maná para mañana, tranquilo, cada día trae su propio afán, Mat. 6:34; pero si
Dios le da más de lo que usted necesita hoy, no pierda la cabeza, no se
envanezca, dele gracias y sea generoso. Sea muy agradecido, esto agrada al
corazón de Dios.
La
tierra y todo lo que en ella hay, ya le había sido entregado al hombre, él
señoreaba sobre todo pero al perder la relación con Dios, perdió todo y quedó
expuesto a la enfermedad y a la muerte no solamente física, sino también
espiritual. Pero el amor de Dios que todo lo prevé, no deja desamparado al
hombre y le sale al paso con la solución, la salvación en Cristo.
Jn.
3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna.”
El
mundo nos envolvió en su sistema hoy y nos ha hecho creer que tenemos que ser
exitosos en todo a la manera del mundo; que tenemos que ser los mejores y tener
lo mejor a costa de lo que sea, y hemos olvidado nuestro propósito y destino
eterno: NO somos de aquí, no nos quedaremos aquí, y todo lo de aquí se queda aquí.
Nuestro destino es la eternidad.
Si
bien, nuestro cuerpo pertenece a esta naturaleza caída y está destinado a
volver al polvo, como ya dijimos, nuestra alma tiene destino eterno en cuyo
caso, si no es redimida, iría a la muerte eterna, a las tinieblas de
afuera separados de Dios por toda la
eternidad.
Exactamente,
por eso vino Cristo el Hijo de Dios, a poner su vida por nosotros; no vino a
morir tan cruelmente en una cruz como un vulgar criminal para darnos carro
nuevo de marca, joyas, vestidos de marcas costosas, viajes, mansiones y mucho
dinero para placeres, como creen y predican algunos. NO. Él vino a salvarnos del infierno, así como suena, y yo no se lo
puedo suavizar ni decirle otra cosa porque los estaría engañando.
Ahora
permítanme que sea tan ruda, pero fuera de la voluntad de Dios, cualquier impío
puede adquirir todas estas cosas materiales solamente con su esfuerzo,
tenacidad y habilidad para los negocios y siendo injusto; el mundo está lleno
de ricos y millonarios así, Mat. 6:32 “Porque
los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que
tenéis necesidad de todas estas cosas.” El hombre es capaz de hacer
riquezas sin Dios, pero la salvación del alma no la puede proveer para sí mismo
por mucho dinero que tenga.
No
hay absolutamente nada que el hombre
pueda hacer o dar a cambio de la salvación de su alma dice Jesús. Mar 8:37 “¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
No hay absolutamente
nada
debajo del cielo que pueda devolverle al hombre la pureza con que fue creado,
puesto que todo quedó bajo la maldición del pecado. Siendo así, que la salvación
solo podía venir del cielo.
A
eso vino Cristo para darnos vida en abundancia, vida eterna. ¿Y qué nos
aconseja?
Que
busquemos primero el reino de Dios y su justicia que todo lo demás se nos dará como añadidura. Mat. 6:33 “Mas buscad el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas.” Dice todas, no algunas.
Como
vemos, Dios nos ofrece el paquete completo de salvación gratis y con
añadiduras; nos quiere hacer la vida más fácil, pero nosotros la complicamos:
usted y yo solo debemos confiar en él y obedecerle, siendo responsables y esforzados en el cumplimiento
de nuestros deberes pero sin angustias porque Dios se encarga de los resultados.
Lo primero es lo primero: nuestra salvación, y Dios quiere que entendamos eso;
todo lo demás son añadiduras que él ya tiene resueltas.
Lc.
12:29 “Vosotros, pues, no os preocupéis
por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa
inquietud.”
La
ansiedad, la angustia, el temor y la desconfianza, son propias de los que viven
sin Dios confiando en sus propias fuerzas.
El
otro extremo es la pereza y la holgazanería que lleva a muchos a no hacer nada
y esperar que todo se dé de manera milagrosa y sobrenatural.
Ni
lo uno, ni lo otro; Dios no nos quiere entretenidos y afanados haciendo y amontonando
riquezas que se quedarán aquí, ni tampoco agobiados por la angustia y las
preocupaciones por las cosas que están en las manos de Dios y que él ya tiene
resueltas.
Ocupaos
en vuestra salvación, Fil.2;12, es el consejo de Pablo para la iglesia de
Filipo, y para nosotros también hoy. Ocupémonos más de nuestra salvación y de
cómo agradar a Dios, y menos por las añadiduras; confiemos en sus promesas, él
es fiel y esta es una promesa suya.
Les
dejo con esta Palabra de confianza:
Heb.
13:5 “Sean vuestras costumbres sin
avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé,
ni te dejaré;”
Que
la paz de Dios sea con ustedes.
Orfilia
Miranda Londoño