sábado, 27 de diciembre de 2014

NO TEMAS PORQUE YO ESTOY CONTIGO

“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”  Is. 41:10

Nunca antes las noticias del mundo eran conocidas tan rápidamente, como lo es hoy día.
El avance de la tecnología ha hecho que más personas se enteren de todo lo que pasa en los lugares más remotos y de manera simultánea al suceso.
Gracias a la televisión, a la radio y a tantos artefactos de video, ya no dependemos de un diario escrito que llegue a nuestra puerta para enterarnos de las noticias de ayer.
Eso es bueno, la rapidez y eficiencia en las comunicaciones beneficia los negocios, la economía mundial y al desarrollo de los pueblos en sentido positivo, pero también nos pueden afectar mucho las noticias negativas que con tanta rapidez nos llegan de todas partes ya que, lamentablemente, los noticieros se enfocan más en las noticias negativas que en las positivas. Pocas veces dan bonitas noticias que nos llenen de esperanza y optimismo.

El mundo siempre ha estado y estará mal a causa del pecado y sus consecuencias, en unos lugares más que en otros, simplemente que no nos enterábamos tan fácil y tan rápido como en nuestros días y esto nos hace parecer que hoy hay más maldad que antes.

Desde luego que tenemos que entender, que a causa de la globalización, no sólo se intercambia economía, comercio, negocios, costumbres y modas, sino también el crimen y muchas formas de violencia.

El mundo con su sistema y los que están inmersos en él, viven preocupados por los vaivenes repentinos y se angustian porque no entienden los tiempos y viven sin esperanza.

Para los creyentes que tenemos la confianza puesta en Dios nuestro Padre y vivimos con la esperanza de una vida gloriosa después de la muerte, estamos confiados, haciendo lo que nos corresponde hacer y confiando en que Dios suplirá los que nos haga falta.

Cada día, el consumismo nos crea la necesidad de muchas cosas que no son indispensables para vivir; nos ha fabricado estatus sociales con esto y con aquello otro, que si no lo tienes, te descalifican y no eres una persona de “éxito.”
A esto le agregamos que cada año siempre hay nuevas alzas en todos los servicios, hay nuevos impuestos, y aumento en otros, sólo el salario no sube o sube muy poco.
Así mismo, cada fin de año la gente hace propósitos de muchas cosas… y que casi siempre, nunca los cumplen… Siempre será la misma historia todos los años… pero extrañamente, con miles de trabajos la gente logra sobrevivir cada año.

Pero el creyente no debe caer en esa trampa del enemigo para angustiarnos, para desenfocarnos de nuestra vida de fe que es lo que realmente tiene valor:
Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” Mat. 16:26.

Aunque parezca muy oscuro el panorama, no debemos temer porque el Señor conoce todas esas cosas; él está con nosotros; él prometió ayudarnos y nunca dejarnos: Isa 41:10
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”

Esta Palabra de confianza que el Señor nos da en este texto, ha sido mi soporte durante muchos años; con ella me he enfrentado a los momentos más duros de mi vida, y no estoy diciendo que no he flaqueado, muchas veces he sentido el desaliento y la tristeza como todos los humanos, pero esta promesa me ha levantado de nuevo y dado fuerzas para seguir el camino.
Escuchar estas palabras: no temas, no desmayes, soy tu Dios que te doy fuerzas, siempre te ayudaré, siempre te sustentaré,…¡es siempre! ¡todo el tiempo! Estas palabras deben tener un peso grande en la vida de nosotros los creyentes, los hijos de Dios.

De ninguna manera Dios nos está diciendo que huyamos de los problemas o que nos va a sacar de ellos, no; su promesa es de ayuda, de soporte, de darnos fuerzas, de sostenernos en los momentos de flaqueza cuando las fuerzas nos fallen para continuar el camino de la fe en medio de este mundo convulsionado y de antivalores, porque él es nuestro DIOS que nos esfuerza a hacer las cosas.
Jesús cuando oró al Padre, le pidió que guardara a sus seguidores que quedaban en el mundo, no que los sacara o los librara de estar en el mundo, sino que los sostuviera en sus embates allí donde estaban. Jesús sabía que por creer y recibir la Palabra de verdad, ellos iban a ser aborrecidos por el mundo. El mundo aborrece todo lo que no es de él y no le sirve.
Por lo tanto, nadie que diga ser creyente y discípulo de Jesús, pretenda ser aceptado por el mundo. 
Jn. 17:14-17
Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.”
   
Hay pues, una promesa de especial cuidado de Dios para los que le aman, para los suyos, para todos los que hemos depositado en sus manos nuestra vida creyendo en su Palabra. Para todos los que vamos pasando por este mundo, conscientes de que no pertenecemos a este sistema de tinieblas, de perversión y maldad.
Dios promete especial cuidado y su ayuda a los que creemos en su Palabra, y así vengan las noticias que vengan, estaremos confiados porque él es nuestro Dios que nos sostiene y nos esfuerza. ¡Bendiciones!

Orfilia Miranda Londoño
orfimilondo@gmail.com


¿Cuántos rechazos ha sufrido por ser seguidor de Cristo?
¿Qué tanto es aborrecido por el mundo....y.... cuánto aborrece usted al mundo?

   

          ¡UN FELIZ AÑO NUEVO 2015, LLENO DE BENDICIONES!

sábado, 20 de diciembre de 2014

TIEMPOS DE NAVIDAD

¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Lc. 2:14 
             
Para usted ¿qué es la navidad?

Para muchos, es tiempo sólo de fiestas y alegría, de abundancia de comida, licor y carnavales. O sólo tiempo de hacer compras, de paseos a la playa y reunión con familiares y amigos.
Para otros, es tiempo de tradiciones religiosas y regalos, pero pasada la época navideña, en enero todo vuelve a ser igual, nada ha cambiado en sus vidas. La navidad como nacimiento del Salvador, les dice muy poco.
Pero para los creyentes la navidad es un tiempo de alegría por la venida del Salvador a la tierra; es el tiempo del cumplimiento de la promesa del Padre; es el tiempo de la redención, el tiempo de la salvación.

Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

La venida del Mesías marcó el tiempo, dividió la historia de la humanidad en dos: antes de Cristo y después de Cristo.
Aceptemos o no, el nacimiento de Cristo no se puede ignorar, no se puede negar, como tampoco la humanidad lo podrá olvidar.
Que la biblia no dice en qué fecha nació Jesús, eso no importa; lo importante es que sí nació y lo confirma con toda clase de detalles. Lc.2:6-20. Que la biblia no dice que hay que celebrar el nacimiento de Cristo, tambien es cierto; pero tampoco dice que no podemos celebrarlo. Los Ángeles lo celebraron y se lo anunciaron a los pastores en la gran noche de Belén:

¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Lc. 2:14 
Los magos de Oriente tambien vinieron a verle y le trajeron presentes como a rey.

El nacimiento de Jesús el Hijo de Dios, el Salvador anunciado, es la esperanza de los creyentes, de todos aquellos que creen en él y le reciben como su Salvador personal y aceptan su señorío.
Cristo hoy es la centralidad de la iglesia, del pueblo de Dios.
Cristo es lo mejor del cielo que el Padre, en su amor compasivo por nosotros, envió a la tierra a ofrecer su vida por nosotros que éramos los que estábamos condenados a muerte eterna.
Cristo es el regalo de Dios a los hombres, que vino a cerrar la brecha abierta por el pecado entre Dios y los hombres.
Cristo es quien nos reconcilia con el Padre ofreciéndose como víctima perfecta y santa en un único sacrificio perfecto, santo y suficiente, una sola vez y para siempre por todos los hombres y mujeres que crean en él y le reciban.
Cristo es esa luz que alumbró, que resplandeció en medio de las tinieblas.

En Cristo pasamos de ser creaturas, a ser hijos de Dios, Jn.1:12; en él somos coherederos del reino de los cielos.
Cristo es lo Santo, lo puro lo perfecto, santificándonos, purificándonos y perfeccionándonos con su sangre mediante su sacrificio en la cruz.

La celebración de la Navidad NO es la celebración del cumpleaños de Jesús, porque Jesús no cumple años, como Dios, él es eterno y vive en la eternidad.

La NAVIDAD, es pues, el recordatorio del nacimiento del Salvador de nuestras almas y la debemos celebrar con acción de gracias, no debe ser una fiesta pagana, ni un pretexto para toda clase de desenfreno.
Reúnanse en su iglesia o con su familia, mediten en la Palabra con acción de gracias por nuestro Salvador. Lo que hagan, háganlo para el Señor porque por él vivimos, nos movemos y existimos.
                                                                      
                                                                     ***

A todos los lectores les deseo que tengan una linda noche de NAVIDAD en el Señor y un feliz AÑO NUEVO lleno de bendiciones.

                                                                     Orfilia Miranda Londoño   
                                 

Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” 
Lc. 2:10-11

domingo, 30 de noviembre de 2014

FIRMES EN LA FE HASTA EL FINAL



1“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,
 V 2  que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
 V 3  Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,
V 4  y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
 V 5  Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.
V 6  Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.
V 7  He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
V 8  Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”
2ª Ti 4:1-8
El apóstol Pablo se encuentra en un momento crucial de su vida; está preso nuevamente y siente que ya es definitivo que lo van a sacrificar, que le queda poco tiempo. Es cuando escribe esta segunda carta a Timoteo desde la cárcel.

He tomado para esta reflexión el cap. 4:1-8. Pero si nos adentramos un poco en meditación sobre todo el cap., podemos percibir los sentimientos de tristeza, soledad, desamparo y preocupación del apóstol, así como también la satisfacción del deber cumplido y la firmeza en la fe en Cristo hasta el final, venga lo que venga.

Esta carta es una súplica a su amigo y hermano en la fe, Timoteo, para que no afloje en la enseñanza de la doctrina sana del evangelio del Señor y le recuerda que seremos juzgados el día que él se manifieste.
La preocupación mayor, es que no deje de predicar a tiempo y a destiempo; que hay que redargüir, reprender y exhortar con paciencia y sana doctrina, soportando las aflicciones que nos trae el ministerio.

v.6, “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano”.
Pablo acostumbrado ya a estar compareciendo ante los tribunales a declarar tantas veces, ya sabía el rumbo que habían tomado las cosas y presentía su final, además de ser también anciano.
 V 7  He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
V 8  Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”

En estos dos versículos 7 y 8, lejos de ver a un hombre derrotado o derrumbado, percibimos tres sentimientos diferentes a los anteriores:
Satisfacción por el deber o la misión cumplida; la seguridad de su salvación en Cristo; y de esperanza, de que al terminar todo este sufrimiento le aguarda una corona de gloria y vida eterna. El amor a Jesucristo y la esperanza de este galardón le dieron la fuerza para soportar todo lo que tuvo que sufrir.

Nuestra mayor preocupación también, debe ser para que al final de nuestra vida, como Pablo, podamos  mirar hacia atrás y evaluar qué hicimos por el Señor y su iglesia. Y al igual que él, podamos tener la satisfacción de haberle servido fielmente y poder decir también: he peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he guardado la fe.
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” Son las palabras de un mártir de la fe; de un hombre que vivió plenamente para Cristo; que prefirió ser sacrificado antes que serle infiel al Señor.
La fidelidad a Dios implica renuncia, obediencia, sacrificio, rechazo, desprecio, y muchas veces hasta la misma muerte.

La tierra hoy es un altar en donde las vidas de muchos siervos de Dios, han sido ofrecidas en sacrificio por la fe. Tenemos a Juan el bautista y todos los que se mencionan en Hebreos 11: 36-37: “Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
-Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;…”
La iglesia es un jardín que ha sido regado y abonado con la sangre de los mártires, especialmente en el primer siglo. Recordemos a Esteban, Jacobo, Pedro y al mismo Pablo: “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.”
Desde su conversión, la vida de Pablo estuvo llena de dificultades y persecuciones hasta la muerte; pero esos sufrimientos no hicieron caer su ánimo, pues la fe y la esperanza en Cristo lo fortalecían cada día.
Aquí hay una lección que aprender: para llegar al final con esa serenidad y la satisfacción de la misión cumplida, es necesario su carácter, su fidelidad, su fe y su determinación.
Dice Hch 20:22-24 “Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; -salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones.
 -Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.”
Esta era su meta: cumplir a cabalidad la misión que Jesús le encomendó y en ello puso todas sus fuerzas, su empeño y su vida. Con la misma entereza y energía con que perseguía a los cristianos, con esa misma convicción llevó a todas partes el evangelio de Jesucristo.

*He peleado la buena batalla: Pablo nos enseña que la vida del creyente es una batalla permanente que tenemos que pelear día a día, fortaleciéndonos en la Palabra y la oración, agradando a Dios en todo, y esforzándonos como buenos soldados de Cristo. Sólo así podemos tener garantizada la victoria.
Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.
 -Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.
 -Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.
 -Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.” 2ª Tim.2:1-4

*Un buen soldado es responsable: Cuando un soldado está en batalla y lo ponen en guardia, él tiene que estar alerta, sin distraerse para no caer en emboscada del enemigo.
Dice el Señor en Lc. 21:36, “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.

*Un buen soldado va a la batalla bien armado: A nosotros se nos han dado armas poderosas: 2ª Cor.10:4 “…porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,”
Así que, la Palabra nos recomienda usar bien las armas y toda la armadura como buenos soldados, en Ef.6:13-18:
13 “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. …16 -Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
17- Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
18- orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu,…” 

*Un buen soldado es bien entrenado: Sabe cómo usar sus armas para no fallar y así poder garantizar el éxito en la batalla y obtener la victoria sobre el enemigo.

*Un buen soldado es decidido: valiente, fuerte y esforzado; pero ante todo, no retrocede jamás, “Porque nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” Heb. 10:39. 

Pablo dejó de ser un militar romano y se hizo soldado de Cristo; vivió haciendo la voluntad de Dios en todo, defendiendo siempre la fe. Peleó la buena batalla y corrió su carrera como creyente sin avergonzarse jamás del evangelio.
Todo cristiano, y especialmente los que enseñamos la Palabra de Dios, debemos examinarnos cómo es nuestra fidelidad y obediencia a Dios, y ver cómo estamos guardando la fe.

Armas principales: La Fe, la Palabra y la oración.

Hasta pronto, Dios les siga bendiciendo.

Orfilia Miranda Londoño
orfimilondo@gmail.com



“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” 2ª Tim. 4:7.


viernes, 14 de noviembre de 2014

EL DISCÍPULO CAÍDO



Jesús acaba de dar una enseñanza que deja perpleja a la multitud: Juan 6:60-71.
Jesús ha tocado un tema muy fuerte y espeso, difícil de asimilar y de entender con la mente humana: “Yo soy el pan de vida…que ha bajado del cieloEl que come mi carne y bebe mi sangre…”
Todos los que lo escuchan están escandalizados: V. 60
Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?”
La multitud no entiende esta disertación que Jesús acaba de hacer acerca de la vida eterna y empiezan a murmurar y a retirarse. Jesús continúa diciendo:
V. 64 “Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.” Y les recrimina la murmuración y su incredulidad, y viendo que muchos se están retirando, les pregunta a los doce si ellos también quieren irse. Pedro le dice: “¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Pero Jesús va más allá y les dice: v 70, ¿Y eso qué? ¿Yo mismo no los  escogí a ustedes doce y hay uno entre ustedes que es diablo? Se refería a Judas, el que lo iba a traicionar.

Diablo, significa calumniador o falso acusador.
El adversario de Dios se oculta en la debilidad de la naturaleza humana para ejecutar su maldad. Mat.16:23.

Quién era Judas: Judas Iscariote era hijo de Simón, y uno de los doce llamados y escogidos por Jesús mismo para el ministerio.

Siendo Judas un discípulo llamado que siguió al Maestro durante los tres años de su predicación al pueblo de Israel, al final lo traicionó negociándolo vilmente y revelando a los miembros del Sanedrín, el lugar donde podían arrestarlo.
Judas mismo, llevó a los guardias hasta donde estaba Jesús y con un beso hipócrita y cínico, les señaló cual era el Maestro.
Sin abandonar el grupo, Judas venía hacía tiempo planeando la traición al Señor, a su Maestro y hasta arregló el precio, solo esperaba el momento oportuno para entregarlo a sus enemigos.
Por entregar a Jesús le dieron treinta monedas de plata, dinero que sólo le trajo maldición y muerte; pues, acosado por la culpa y el remordimiento, intentó devolverlo a los sacerdotes, pero ya era demasiado tarde. El trato estaba hecho.

Según el relato bíblico, pudiéramos pensar que la intención de Judas no era hacer matar al Maestro. Vio la oportunidad de ganarse ese dinero, y pensó que a Jesús no le pasaría nada,  pues Judas sabía que él era inocente y que su inocencia seria probada y quedaría en libertad; o, tal vez, creyó que Jesús se libraría él mismo como lo había hecho otras veces;…o también pudo pensar que el pueblo al que Jesús había hecho tantos milagros saldría en su favor... pero no fue así.
No sabemos exactamente qué había en el corazón de Judas, pero su reacción y cambio repentino cuando se enteró que Jesús había sido condenado a muerte en la cruz, nos lleva a pensar eso. Pero ya no pudo hacer nada para revertir el daño. Era demasiado tarde.
Entonces, Judas, “… viendo que Jesús es condenado, devolvió arrepentido las 30 monedas  de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos le dijeron: ¿qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las monedas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó.” Mat.27:3-4.
Era ya demasiado tarde para recapacitar. Ya no podía hacer nada para quitarse del trato con el Sanedrín. Es cuando entiende la magnitud de lo que había hecho, pero el diablo lo ciega y lo acosa con la culpa y el remordimiento y la única salida que le plantea es matarse, pues, “La paga del pecado es muerte.” R.6:23

¡La traición de Judas no tiene precedentes en la historia!

Lucas 6:12-16: y escogió a doce de ellos,… y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor.”
No somos nosotros quienes debemos juzgar la actitud de Judas, pero sí debemos tomarla como reflexión:
Vemos que fue llamado desde el comienzo del ministerio a ser su discípulo; tuvo la misma capacitación de todos y el mismo tiempo al lado del Maestro recibiendo la misma enseñanza; se le envió con la misma autoridad que todo el grupo a predicar el mensaje del reino, y seguramente, también puso las manos sobre los enfermos y se sanaron y expulsó demonios; pero de nada le sirvió en lo personal, así como tampoco le sirvió de nada ostentar el Título de Apóstol, si al final fue infiel y cayó en el más horrendo pecado: la traición a su Maestro. Un pecado que contempló durante días en su corazón, hasta llevarlo a cabo.

Características de su personalidad:
El texto anterior nos muestra a Judas como una persona común y corriente, aparentemente “buena,” pero sin una espiritualidad profunda.
Era frío, calculador, duro de corazón, codicioso de ganancias deshonestas, ambicioso, ladrón, que malgastaba los dineros del ministerio, y quien no vivía conforme a la enseñanza de Jesús, al juzgar por sus actuaciones; pues, no creció ni maduró espiritualmente.

Al parecer, su relación con el grupo no era muy buena.
Su desmedida ambición no le permitía tener sinceridad con el grupo ni lealtad con su Maestro.
No se sujetaba a las reglas; entraba y salía cuando quería.
Vemos que tenía encuentros secretos con los sacerdotes, los escribas y fariseos, enemigos de Jesús, y negoció con ellos la entrega de su Maestro, movido por la misma ambición desmedida que a todo le ponía precio. Mat.26:14-16. 
Era muy reservado, nadie en el grupo sabía lo que planeaba hacer con el Maestro.
En resumen, Judas no era una persona confiable. Sus características, eran de una personalidad con una fuerte tendencia al mal y esto lo hacía el candidato perfecto para ser usado por Satanás para llevar a cabo el plan de maldad.
Este camino lo llevó hasta “que llegó a ser el traidor”  Lucas 6:16.

Otro detalle digno de considerar es: Jesús, para todos sus discípulos era el SEÑOR; pero para Judas era el Maestro. Mat.26:20-25. Había un trato frio y lejano de Judas con él y no sabemos si él creia que Jesús fuera el Hijo de Dios, como lo confesaron los demás.
No hubo una renovación en su mente ni amor por su Maestro siendo que pasó tanto tiempo junto a él.

La caída y perdición de Judas, nos tiene que llevar a revisar nuestra vida personal como creyentes y nuestro ministerio:

¿Cuánto hay en nosotros de JUDAS?
¿Cómo es nuestra vida de oración y comunión con el Señor?
¿Cómo es nuestra fidelidad y lealtad al Señor?
¿El amor de Cristo habita realmente en nuestro corazón?
¿Anunciamos el reino de Dios o nos anunciamos a nosotros mismos?
¿Anunciamos la palabra fiel sin maquillarla o diluirla para agradar?
¿Usamos el ministerio para la obra y gloria de Dios, o para beneficio personal y vanagloria? 
¿Nos sujetamos a la autoridad de Cristo, visible en la iglesia?
¿O andamos como rueda suelta haciendo como nos viene en gana?
¿Estamos usando la palabra de Dios para obtener ganancias deshonestas?
¿Trabajamos con sinceridad para el Señor?
¿Actuamos en todo con humildad de corazón?
¡Ay de los mercaderes del Evangelio!
¡Ay de los que enseñan herejía y hacen tropezar a otros!

De la caída de Judas nos queda esta advertencia:
NO importa si tenemos un ministerio, o si tenemos muchos dones, o si frecuentamos la iglesia, nada de esto sirve para quien es INFIEL.

-La historia de Judas nos debe conducir a un examen profundo de nuestra propia vida como seguidores de Jesús, y de cómo ejercemos el ministerio al que fuimos llamados.

-No debemos perder de vista, que si hemos venido a los pies del Señor y hoy gozamos de su salvación, no es por mérito nuestro, sino por la gracia y el amor de Cristo. Por la misericordia de Dios. 
-No olvidar nunca que nosotros somos muy privilegiados y muy bienaventurados porque la SANGRE de Cristo nos lava de todo pecado.

Los dejo con esta cita para meditar:

“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” 2ª Ti. 2:15

Hasta pronto y que Dios les bendiga.

Orfilia Miranda Londoño



“EL TESTIMONIO DE VERDAD”

  “EL TESTIMONIO DE VERDAD” 1ª de Juan 1 y 2 Si examinamos cuidadosamente la vida de Jesús, encontramos que mucha gente le seguía y escu...