Josué 24:1 “Reunió
Josué a todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó a los ancianos de Israel,
sus príncipes, sus jueces y sus oficiales; y se presentaron delante de Dios.
14 Ahora, pues,
temed a Jehová, y servidle con
integridad y en verdad; y quitad de
entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado
del río, y en Egipto; y servid a Jehová.
15 Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros
padres, cuando estuvieron al otro lado
del río, o a los dioses de los amorreos
en cuya tierra habitáis; pero yo y mi
casa serviremos a Jehová.”
Josué, es
muy categórico y determinante con el pueblo de Israel, cuando después de recordarles
la fidelidad de Dios en el cumplimiento de sus promesas y su protección todo este
tiempo, Josué les dice: miren todo el cuidado que el Señor ha tenido con
nosotros, él merece que le sirvan con
fidelidad abandonando toda idolatría, así que, de aquí en adelante ustedes decidan
a quién van a servir, si a Jehová o a otros dioses, pero yo
y mi familia serviremos a Jehová.
No queda duda de que Josué era un hombre con
determinación obediente a Dios, y que cuidaba de que toda su familia también lo
fuera.
Amado lector, de la buena relación que tengas con
Dios y con tu familia depende tu felicidad temporal y eterna.
No importa que tan importante sea tu trabajo o la
profesión que tengas, pero la mejor y más importante inversión que
puedes hacer en tu vida, es dedicar tiempo a la comunión con Dios, a
cultivar una buena relación con tu esposa, tus hijos y tu familia. El amor, el
cuidado y el tiempo que les dediques, es lo más importante que puedes hacer en
tu vida. Al final de tus días no
lamentarás tanto el no haber hecho esto o aquello; no haber ganado más dinero,
o no haber hecho más negocios; pero sí vas a lamentar no haber pasado más
tiempo con tu esposa y tus hijos, porque para entonces ya los habrás perdido y
te habrás quedado solo, porque tus amigos ya no están.
Los momentos hermosos que se viven en familia son
inolvidables e invaluables, así como aquellos momentos tristes y dolorosos que
se comparten apoyándose los unos en los otros en un solo sentir, esto no tiene
precio y no se vive sino en la fraternidad familiar.
Además de la celebración del día del padre y día de
la madre, tan comerciales, se debiera dedicar también más a nivel de iglesia,
un día de celebración especial a la familia para fortalecerla.
La mayoría de las familias hoy están muy solas,
destrozadas y olvidadas, y en estos tiempos tan difíciles de tanto ataque a la
familia, es cuando, como iglesia, debiéramos trabajar más por rescatar los verdaderos
valores cristianos y la unión de la familia.
Nuestra familia es, y debe ser lo más importante en
nuestra vida. Cuando la familia se descuida y no hay unión ni amor en el hogar,
la vida familiar se vuelve tensa y complicada; pero si hay paz en nuestra casa,
si hay armonía y comprensión, si existe una buena relación de amor entre los
esposos y de estos con los hijos, cualquiera que sea nuestra actividad laboral,
seremos felices y exitosos. Y lo más importante en todo esto, como ya dijimos,
es que el Señor ocupe el primer lugar en nuestro corazón y en nuestro hogar.
Cuando toda la familia sirve a Dios, aunque haya
momentos difíciles, nada quitará la paz del hogar, porque la bendición y el
amor compasivo de Dios siempre estarán presentes manteniendo el entendimiento,
la serenidad y la capacidad para superar los problemas de la vida diaria en la
familia.
Muchos hombres dedican todo su tiempo y energía, a
la vida profesional y a disfrutar con sus “amigos.” Quieren por sobre todo ser
exitosos y no escatiman esfuerzos para lograrlo, dejando a Dios y a la familia
en segundo plano. Y aunque muchos hombres y mujeres, han alcanzado el éxito
profesional y financiero, han fracasado en lo esencial, en lo más importante:
la construcción de la familia y la propia salvación.
El éxito que te ofrece el mundo no es el de Dios.
Así que, destruyendo a la familia con el abandono y el descuido, difícilmente
vamos a encontrar la felicidad en esta vida, ni en la vida eterna, pues, por la
ambición tampoco tuvimos tiempo para buscar a Dios.
Muchas veces observo a hombres maravillosos, que con
cuanto amor cuidan de cada detalle para agradar a sus esposas, cuidando de
ellas, ayudándolas con algunas tareas y con los niños cuando están libres en
casa. Así mismo, observo a mujeres sabias que corresponden bien a las
atenciones de sus esposos con ternura y respeto, que luchan porque su hogar sea
cálido y reine la paz y la armonía, y lo logran porque el amor puede mucho y
mayor aún, cuando ese amor está fundamentado en el sublime amor de Dios.
Cuando el hombre abandona su responsabilidad de varón valiente y esforzado y descuida
su familia o la abandona, viene la destrucción. Cuántas mujeres abandonadas por
sus esposos, solas tienen que sacar adelante a sus hijos con grandes esfuerzos
y sacrificios, haciendo de papá y mamá; ese no fue el plan de Dios para la
familia…Esto me lleva a pensar que un hombre responsable y temeroso de Dios
vale mucho.
Los hombres como Josué, que deciden valientemente
servir al Señor con su familia, sin importarles lo que otros piensen, son hombres
de gran bendición, no solo para sus familias, sino también para la iglesia y la
sociedad.
Hoy se necesitan hombres firmes
en la fe, que se porten varonilmente, y
que sean esforzados, 1ª Cor. 16:13; que
asuman el rol de cabeza de familia de acuerdo al mandamiento de Dios; que formen
matrimonios en obediencia conforme a la voluntad de Dios; que no huyan ante la dificultad familiar, que más bien, pongan su
confianza en Dios y busquen su fuerza en él.
Cuando el varón descuida o abandona su deber en el hogar, la sociedad se
desequilibra. Pues, ha sido destruida su célula básica: la familia.
¿Quieres ser un hombre de éxito en todo?
Pon a Dios en tu corazón y a la familia en el primer lugar de tus prioridades
humanas. Fomenta la lectura de la Palabra de Dios y la oración diaria en familia,
y te aseguro que al final de tus días, podrás mirar hacia el pasado con
serenidad lleno de satisfacción y sin ningún remordimiento en tu corazón, y
podrás partir tranquilo con paz a la
presencia del Señor, como buen siervo aprobado que no tienes de qué
avergonzarte.
¡Estos son los Hombres
Varoniles y Esforzados que el mundo necesita! Bendiciones. Orfília
Miranda L.