Texto Bíblico: Stg.1:19-20
“Por esto,
mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo
para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.”
El
enojo, ardor, furor, indignación, ira, disgusto o rabia, hace parte del grupo
de nuestras emociones y se originan en el alma.
Las emociones son parte de nuestra
compleja personalidad; nacen con nosotros y mueren con nosotros.
Las emociones en sí mismas, no las
podemos calificar como buenas o malas, ni las podemos suprimir. Pero sí las
podemos y debemos controlar para que no tengan dominio sobre nosotros.
*El enojo, así como la alegría, el
gozo y la tristeza, es una reacción anímica que en ocasiones muchos no saben
controlar.
*La Palabra de Dios no nos reprocha porque
nos enojemos en algún momento, pero sí nos da un consejo que debemos tomar muy
en serio para no implicarnos en graves problemas:
Efesios 4; 26-27 “Airaos, pero no pequéis; no se
ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.”
¿Qué significa esto? ¡Entre en pausa!
Si se enojan por algún motivo, no
reaccionen violentamente, no hieran ni ofendan a nadie y no dejen pasar
el día sin reconciliarse para que no le den oportunidad al diablo.
Salmo 37:8. “Deja la ira y desecha el enojo;
no te excites a hacer lo malo”.
Esto es: No discuta acalorado, no
tome represalias…no agrande el problema.
Gál.5:22-23 “Mas el fruto del Espíritu es
amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales
cosas no hay ley”.
EL ENOJO HAY QUE SACARLO
No guardemos el enojo, este tiene una
capacidad enorme de almacenarse dentro de nosotros, y convertirse en resentimiento
y rencor, dando lugar al odio y a la venganza.
Enojo, dolor, resentimiento, rencor, odio
y venganza.
Hay muchos corazones con montañas de
rencor dañándose a sí mismos y dañando a los demás. Esto se da mucho en las
parejas y las familias.
El enojo como cualquiera otra
emoción, en sí, no es ni bueno ni malo.
“Airaos, pero no pequéis…” La
actitud que tomemos, o lo que hagamos cuando estemos enojados es lo que hace la
diferencia.
Podemos mantener la serenidad mientras estemos enojados, o
podemos perder el control y reaccionar de manera violenta y decir cosas, o cometer
actos de los que nos tendremos que arrepentir cuando ya sea demasiado tarde.
Prv.15:1, “La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir
el furor.”
Anécdota: (Un hombre le mentó la madre a otro:
y este lo mató).
El enojo es
como el fuego. Tiene un gran poder destructor.
El enojo es
una fuerza que debemos controlar si no queremos que ella nos domine y nos
destruya. Es como un río caudaloso cuando se desborda, se lleva todo a su paso.
En la biblia encontramos varios casos
de enojo incontrolado que los llevó al rencor y a la venganza con terribles
consecuencias. Vamos a citar tres de ellos:
*Caín, Gn.4:3-8: Caín
se llenó de enojo contra su hermano Abel, al saber que su ofrenda no fue
aceptada por Dios y la de su hermano sí. V. 5, “…pero no miró (Dios)
con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera,
y decayó su semblante.”
Vemos que Caín guardó el enojo en su
corazón hasta que se le convirtió en rencor.
Decayó su semblante, se volvió
amargado y resentido contra su hermano Abel, y en su corazón sólo estaba ese
pensamiento que alimentaba su deseo de venganza, que lo llevó a maquinar la
muerte de su hermano.
Se ensañó, no pensaba en otra cosa
sino en la venganza y la IRA lo cegó.
El rencor era tan fuerte, que Esaú
sólo esperaba que su padre muriera para matar a su hermano y vengarse por
haberle quitado la bendición de su primogenitura. Y no lo llevó a cabo por la
intervención oportuna de su madre.
Esta es otra historia de dolor y
muerte, fruto de la ira y el deseo de venganza alimentada. Entendemos que lo
que hizo Amnón, violar a su propia hermana, es totalmente condenable y
repudiable; pero Absalón albergó tanto enojo e ira en su corazón, que terminó
tomando la justicia en sus manos para vengar la deshonra de su hermana Tamar,
agravando así más las cosas.
Leemos en el verso 22: “…Mas
Absalón no habló con Amnón ni malo ni bueno; aunque Absalón aborrecía a Amnón,
porque había forzado a Tamar su hermana.”
Absalón no habló del problema con
Amnón, no le reprochó ni lo amenazó, se guardó todo su enojo en el corazón. Se
envenenó con tanto rencor, hasta llevarlo a maquinar y a planear fríamente la
forma de venganza contra su hermano Amnón.
Tristemente, estos tres casos de
enojo incontrolado, de ira y venganza alimentada, se dan justamente en el seno
de la familia; no eran particulares, no eran enemigos antes.
*Tres familias destruidas y divididas
a causa del enojo irracional.
El enojo les hizo perder la cordura y
la razón y no les permitió ver las futuras consecuencias personales, familiares
y sociales.
*David, el padre de Absalón, no sólo
tuvo que pasar por el dolor de su hija violada, sino también por el dolor de un
hijo muerto y otro convertido en asesino y fugitivo.
Prov.14;17 dice: “El que fácilmente se enoja
hará locuras;”
Generalmente, cuando una persona se
deja llevar por el enojo y comete una locura, inmediatamente reacciona, pero ya
es muy tarde. Ya no se puede deshacer lo hecho.
Snt.1:19:20, “Todo hombre sea pronto para
oír, tardo para hablar…”
¿Qué hace usted cuando se enoja?
¿Deja que el enojo lo controle o
controla usted su enojo? (No ha nacido de nuevo)
El enojo, o la ira, es una emoción
muy fuerte y explosiva que destruye la vida de las personas, la familia y la
sociedad.
*Médicos, psiquiatras y psicólogos,
aceptan hoy que muchas de las enfermedades emocionales y físicas que padece la
gente, tienen su origen en el enojo y el rencor.
*El enojo permanente vuelve a
las personas irritables y amargadas, y en muchas ocasiones esto es causa de
enfermedades como: diabetes, hipertensión, infartos, artritis, colitis, úlcera
gástrica y problemas de piel.
*Durante el enojo hay fuertes
descargas de hormonas en el torrente sanguíneo que producen trastornos en la
salud.
Por tanto, la explosión del enojo
destruye la felicidad, destruye los hogares, las amistades y las buenas
relaciones con nuestros semejantes. Y la iglesia no está excluida de conflictos
y divisiones a causa del enojo.
*Nos dice Efesios 4:31-32; “Quítense
de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros,
como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”
*Nacer de nuevo en Cristo Jesús, es
tener la naturaleza de Jesús que fluye de adentro hacia afuera. Y el control
del enojo es parte de esa nueva naturaleza en Cristo.
Algunos aspectos importantes que
debemos tomar en cuenta para controlar el enojo:
1-Reconocerlo como pecado:
Cualquier enojo no
justificado, y que nos lleve a alimentar rencor, es un serio pecado que nos
expone al juicio de Dios.
El enojo, no sólo daña nuestra
relación con los demás, sino con Dios mismo, por cuanto nos puede arrastrar al resentimiento,
al odio, a la venganza y hasta al asesinato.
Hay personas vengativas que dicen:
“yo guardo el pan para cuando haya leche”. O, “el sabor de la venganza es
dulce” “el desquite”.
Un viejo corito dice: “¿Cómo puedo yo
orar, enojado con mi hermano?
Dios no escucha la oración, Si no me
he reconciliado.”
Ciertamente, es difícil orar con el
corazón lleno de resentimiento.
2-Perdonar: la biblia nos manda perdonar
inmediatamente a quien nos haya ofendido.
“Padre perdónalos porque no saben lo
que hacen.”
Nosotros no tenemos ninguna
justificación para no perdonar a nuestros ofensores.
3-El Espíritu Santo es nuestro
ayudador y santificador; él nos ayuda. ¡Pero soy yo quien decide no ser esclavo del pecado del
enojo, la ira y el rencor!
Y nos quedamos con este consejo bíblico de
Eclesiastés 7:9,
“No te apresures en tu espíritu a
enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.”
Orfilia Miranda Londoño