Diciembre: ya es navidad
Los
días de diciembre tienen un color diferente.
Los
jardines se llenan de flores de todos los colores y hay toda clase de insectos
tomando el néctar que les sirve de
alimento: mariposas, avispas, abejorros, abejas, y hasta hermosos y
multicolores colibríes, que se atreven a acercarse al jardín sin importarles el
bullicio de los niños.
El
sol madrugador en contraste con la fresca brisa de los vientos alisios que
vienen del norte, todo esto nos indica que llegó diciembre y otra vez, es navidad.
Cada
navidad nos indica que fue otro año más que sumamos a la cuenta ya vivida, pero
también, uno menos a la cuenta que falta por vivir.
Quizás
tengamos proyectos, ilusiones y nuevas esperanzas. Pero……,
¿Cuántas
navidades hemos tenido la oportunidad de vivir?…. ¿Cómo las pasamos?... ¿Dónde?...
¿En
compañía de quienes?..... Tal vez, algunas fueron muy alegres; otras tal vez
muy tristes pasando quizás, por una enfermedad o internados en un hospital,
otras tal vez, pasando por el dolor de la partida de un ser querido, (hace
cuatro años, celebramos la navidad cuando hacía quince días habíamos sepultado
a mi hija).
Otras
navidades habrán estado llenas de nostalgia por la patria, la familia lejos,
las costumbres y todo aquello que nos llena de experiencias y enriquecen la
vida…
Todos
estos interrogantes y sus respuestas tendrán importancia si esas navidades las
vivimos ya en y con Cristo nuestro Salvador. Pues, lo que cuenta de nuestro
paso por la vida, no es, cuántos adornos pusimos en navidad, cuánto celebramos,
cuánto comimos o cuántos regalos dimos y recibimos, si no hemos recibido el
mayor y más importante regalo de la SALVACIÓN en Cristo; pues, el mejor regalo
de Dios a los hombres es su propio Hijo Jesucristo.
En
esto radica la verdadera celebración de la navidad: en que hayamos conocido al
Señor, hayamos creído en él y le hayamos recibido. Solo así, toda esta celebración navideña tiene sentido para el creyente.
De lo contrario, y como lo celebra el mundo, todo quedaría reducido a un simple
y grotesco carnaval, en el que nada tendríamos que hacer los hijos de Dios.
En
el amor de Cristo el Señor, les digo: Gócense en el Señor. Dejemos los
prejuicios por la forma como celebran otras denominaciones; no los condenemos,
más bien celebremos como verdaderos creyentes, la venida del Salvador como debe
ser, dándoles buen testimonio: “Haced
todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos,
hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en
medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; Filipenses 2:14-15.
Nuestra
celebración debe ser como corresponde a personas espirituales y salvadas, que
saben gozarse en el Señor, siendo luz en
medio de las tinieblas del mundo. La navidad o natividad, o nacimiento de
Jesús, es una celebración espiritual que Satanás se ha encargado de mezclarla
con las fiestas impías de fin de año, pero nada tiene qué ver lo uno con lo
otro.
Preste
atención a esto: Si fuéramos a ser estrictos en esta época para no
contaminarnos, como dicen algunos extremistas, no deberíamos poner luces ni
árbol, ni ningún adorno, como tampoco aceptar salir a vacaciones en la empresa,
no deberíamos ir a la playa, ni hacer reuniones familiares, ni cena de navidad,
ni tampoco hacer tamales ni comerlos; no dar y mucho menos recibir regalos, ni siquiera
el aguinaldo de la empresa porque todo esto está ligado a la fiesta de navidad.
Poner
un árbol con luces y compartir una cena, o no hacerlo, no nos hace mejores ni peores
cristianos.
Lo
importante es la estrecha comunión que tengamos con el Señor.
Mis
amados lectores: Como Pablo, yo no me cansaré de escribir todos los años sobre
lo mismo.
Debemos
ser creyentes maduros en la fe con criterio formado, capaces de distinguir
entre lo que es bueno y lo que es malo.
Filipenses 3:1
“Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el
escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.”
Les
deseo una muy feliz Navidad y que el Dios de paz les bendiga.
Orfilia
Miranda L.
Lucas 1:30-33
“Entonces el ángel le dijo:
María,
no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y
ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este
será grande, y será llamado Hijo del Altísimo;
Y
el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
Y
reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”