viernes, 19 de agosto de 2016

Ten paciencia, confía y espera en Dios

Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí,  y oyó mi clamor.
-Y me hizo sacar del pozo de la desesperación,  del lodo cenagoso;
 Puso mis pies sobre peña,  y enderezó mis pasos.
-Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.
                   Sal 40:1-3

En las tierras áridas de Israel, tener un pozo de agua abundante y permanente era una gran fortuna, pero no tener agua hacía la vida muy difícil para las personas y los ganados.
Por esta razón se abrían pozos en diferentes partes en busca de agua, pero muchos de ellos con el tiempo se secaban quedando inservibles y abandonados; y en el fondo de estos solo quedaba un lodo o barro llamado cieno. También acostumbraban cavar cisternas que en este caso era para recoger el agua de las lluvias.
La diferencia entre pozo y cisterna, es: del pozo mismo sale la fuente de agua, mientras que la cisterna es un depósito para almacenar agua, generalmente de lluvias o traídas de otra parte por un canal.
Los pozos y cisternas se convertían en trampas y/o eran usados para castigar y deshacerse de los enemigos. Nadie podía salir de allí a menos que desde arriba lo sacaran.

A José, sus hermanos lo arrojaron a una cisterna seca para que muriera, porque lo odiaban. Gén. 37:24 y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía,  no había en ella agua.
El caso de Jeremías fue más terrible aún, la cisterna tenía pantano en el fondo y él se hundió en el barro o cieno; la muerte de Jeremías era inminente si no es por la protección oportuna de Dios. Jer. 38:6  Entonces tomaron ellos a Jeremías y lo hicieron echar en la cisterna de Malquías hijo de Hamelec, que estaba en el patio de la cárcel; y metieron a Jeremías con sogas. Y en la cisterna no había agua, sino cieno, y se hundió Jeremías en el cieno.

En el libro de Lamentaciones, Jeremías describe la terrible experiencia de angustia y desesperación que sufrió allí en ese lugar de oscuridad, así como también queda manifiesta la confianza en la protección de su Dios.
Lam. 3:53-54 “Ataron mi vida en cisterna, pusieron piedra sobre mí; Aguas cubrieron mi cabeza; yo dije: Muerto estoy.” Y aunque Jeremías sintió el escalofrío de la muerte dentro de la cisterna, conservó la esperanza de que Dios escucharía su clamor y pronto vendría en su socorro.

David en este Salmo 40 empieza con una profunda y emotiva acción de gracias a Dios por las liberaciones pasadas de manos de sus enemigos.
En sentido figurado, David describe sus sufrimientos, la angustia y la desesperación, como lo experimentó Jeremías en la cisterna. Fueron muchos años de persecución, huidas, lágrimas y súplicas al Señor esperando la liberación de sus enemigos.
Fueron muchos años escondido en cuevas en el Desierto, a veces sin comida ni bebida y en continuo sobresalto. La vida sencilla y tranquila de pastor en el campo había terminado y se le había convertido como en un hoyo del que no podría salir, ahora se veía constantemente amenazado por un poderoso enemigo: el Rey Saúl.
A David solo le quedaba confiar y clamar a Dios; solo Dios podía ayudarlo, tener al Rey de enemigo, era estar perdido, casi muerto.
Pero David no pierde la confianza en que su Dios lo librará algún día, y aunque tuvo la oportunidad de eliminar a su enemigo con sus propias manos, no lo hizo. Se lo dejó a Dios. Tuvo que tener paciencia y esperar, pero el día de su liberación llegó y es cuando glorifica a Dios con este Salmo 40:
Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí,  y oyó mi clamor.
-Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
 Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
-Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.

Tanto David como Jeremías, nos dejan una lección de fe y de confianza; pase lo que pase, el auxilio de nuestro Dios es oportuno, y así tengamos la sensación de que nuestras oraciones no son escuchadas, Dios ya las escuchó y la respuesta vendrá en el momento oportuno, él es fiel a los que le aman y le buscan y confían en él.
Sal 40:4 Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza,
Y no mira a los soberbios,  ni a los que se desvían tras la mentira.

Amado lector-a, si tienes tantos problemas que te hacen sentir que estás como en un hoyo profundo con lodo, sin salida, clama a Dios.
Ten paciencia, confía y espera en Dios; la respuesta a tus oraciones pronto llegará.
Ah, y no olvides ser agradecido. Hasta pronto.

Orfilia Miranda Londoño

orfimilondo@gmail.com

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