miércoles, 5 de abril de 2017

¿Por qué se llamaron cristianos?


Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquia.” Hechos 11:26

Es bien claro que se les llamó cristianos porque eran seguidores de CRISTO; y creo que hoy en día deberíamos seguir llamándonos de la misma manera, puesto que eso es lo que somos: seguidores de Cristo el Señor, y no de hombres.
Sin embargo, con el pasar del tiempo, hoy escuchamos con frecuencia decir: yo soy “menonita”, yo soy “bautista”, yo soy “pentecostal”, yo soy de aquí, yo soy de allí; pero realmente, ¿Somos todos cristianos?
Existen pues, cantidad de denominaciones cristianas que tristemente no creen en lo mismo, y tienen distintas reglas y mandamientos como resultado de la interpretación acomodada de las escrituras, y asimismo se dan rivalidades entre congregaciones. Lo vemos nada más cuando un miembro abandona una congregación y se pasa a otra; no lo vuelven a saludar y dejan de hablarle. Lo ven como rival o enemigo. Estos se han hecho seguidores incondicionales de líderes y no de Cristo. Si siguieran a Cristo obedecerían su Palabra: “Esto os mando: Que os améis unos a otros.” Jn.15:17. Pero vemos que el “amor” es lo que menos los distingue.

Podemos caer también en la religiosidad: que consiste en la observancia estricta de normas, o de los mandamientos al estilo fariseo, pero a nuestra manera sin negarnos a nosotros mismos, apegados a todas las cosas materiales. La mejor ilustración que tenemos de esto, es el joven rico del evangelio: Lucas 18:18-23. 
En el momento el joven rico parecía estar dispuesto a seguir a Jesús. Quizás él creía que seguir a Jesús iba a ser algo muy fácil, jamás pensó que seguirlo implicaría tener que negarse a sí mismo y a sus comodidades.
Cuando Jesús le nombra los mandamientos no hay problema, él simplemente los ha guardado todos, pero cuando Jesús le dice que le falta algo más, v 22, en este momento se le acaba de plantear un camino más difícil, como es el de pasar todas sus riquezas a un segundo plano por una causa mayor: la de seguir a Cristo, ser Cristiano.
Para este joven tan rico no era nada fácil desprenderse del materialismo en que estaba acostumbrado a vivir para seguir a Cristo, y decide mejor no seguirlo. 

Este joven era una persona buena, pero su corazón estaba ocupado en otras cosas; no había entendido el reino de Dios, el Señorío de Cristo en su vida.

Es muy fácil entonces decir: “Soy cristiano”, llevar el apellido, pero no es lo mismo demostrar con nuestra vida que realmente somos cristianos y estamos dispuestos a sacrificar algo por seguir al Señor.
Al joven rico le fue muy difícil negar sus lujos y riquezas por una causa mayor como ya dijimos, la de seguir a Cristo. Para él sus riquezas, el lujo y comodidades que estas le proporcionaban, estaban primero en su vida, y aunque quería seguir a Cristo, no fue capaz de renunciar a ellas y se marchó triste.
¡Los cristianos de hoy y las congregaciones tienen también muchas cosas más importantes en su vida que el mismo Cristo! Para unos es el fútbol, para otros una película, la TV, ganar más dinero, la diversión y los amigos que se les convierten en el centro de su vida y no Cristo. 

Nos cuesta ordenar las prioridades, Cristo debe ser siempre el centro y después todo lo demás.

Los primeros cristianos pagaron un precio muy alto por llamarse cristianos. Pasaron toda clase de sufrimientos, cárcel, azotes, torturas y hasta la muerte por llevar este nombre; pero en vez de desanimarse, en Cristo cada día cobraban valor. 

Los cristianos estamos llamados a mostrar a Cristo en nuestras vidas.
Ser “cristianos” no es un apellido para ostentar solamente, a veces hay que pagar el precio de ser diferentes, de ir en contra vía del mundo y mostrar una vida moldeada por aquel que nos amó.
Ser cristianos es tener muchas veces que decir NO a muchas cosas cuando todos dicen sí.
Ser cristiano, es seguir las pisadas del Maestro; pero nuestra situación hoy es peor que la del joven rico.
Muchos predicadores no le están diciendo a las personas que deben negarse en todo el sentido de la palabra negar; le están diciendo a la gente que si aceptan a Jesús, sus negocios serán prósperos y tendrán mejor vida. ¡No!
Los predicadores no hemos sido llamados a anunciar prosperidad y buena vida a los que reciban a Cristo, y sanidad en todas las enfermedades. No. Hemos sido llamados a anunciarles a las personas el poder del evangelio.
¡Sí, amado lector, a eso hemos sido llamados! ¡A proclamar las buenas nuevas de la salvación!

Todo profeta que diga que predica la verdad, si no cumple y vive conforme a lo que enseña es un falso profeta.
Todo profeta que anuncia el evangelio suavizado, adulterado, o anuncia un evangelio distinto, es un falso profeta.

Tenemos un gran desafío de ser verdaderos cristianos, y hacerle entender a los hombres que el cristianismo no es fama ni riquezas; ser cristiano, es vivir una vida para Cristo, hasta el punto de estar dispuestos a sufrir el desprecio y la burla por Él, por ponerle en el centro y lo principal en nuestras vidas.
Amados lectores, hagamos un alto y revisemos nuestro corazón:

¿Soy cristiano o cristiana realmente?...
¿Sigo a Cristo sinceramente como él me lo pide?
¿Mi corazón está desprendido de todo materialismo y le pertenece totalmente al Señor?...
¿Sigo y sirvo al CRISTO vivo de la biblia, o al cristo de madera clavado en la cruz?

Reflexionemos en esto. Espero que les sea de bendición.

Orfilia Miranda Londoño

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