Dios
está llamando siempre al hombre arrepentimiento y a la salvación. Dios está llamando en
todo tiempo al pecador a acercarse a beber de la fuente de la gracia, ofreciéndole
su misericordia permanentemente.
No
hay en el año un tiempo especial para hacerlo. Lo puedes hacer en cualquier
tiempo, sólo tienes que reconocer que eres pecador y necesitado de su
misericordia y tener el deseo sincero de cambiar de vida.
Dios
está interesado en que vivamos una vida en santidad para que podamos también disfrutar
de la vida eterna con Él.
En
la biblia encontramos casos de hombres que desobedecieron a Dios, pero nunca se
arrepintieron y fueron destruidos por su mismo pecado. Pero vemos también casos de otros hombres que le fallaron a Dios
pero reconocieron su pecado, se arrepintieron, pidieron perdón y fueron
perdonados y restaurados.
Un
caso muy resonante del arrepentimiento de un hombre, es el rey David; pero no
nos vamos a detener en su pecado sino en su arrepentimiento.
El
Salmo 51 nos da una idea del profundo arrepentimiento y del dolor de David por
haberle fallado al Señor:
Salmo
51:1 “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme
a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis
rebeliones.”
David
entiende la gravedad de su pecado, pero también sabe que la misericordia de Dios
es mayor que su pecado y apela a ella: “conforme
a tu misericordia, conforme a la multitud de tus piedades.”
La
misericordia de Dios no tiene límites, es inagotable, sin medida y ningún
pecado por terrible que éste sea, queda fuera del alcance de ella.
V.2
“Lávame más y más de mi maldad, Y
límpiame de mi pecado.”
Es
su apremio, reconoce que es de naturaleza pecaminosa, que ha sido concebido en
pecado y el pecado siempre va a estar delante de él así no lo quiera. Versos, 3,
4 y 5.
Sólo
en lo profundo y secreto de nuestro corazón el Señor nos da la sabiduría que
abre nuestro entendimiento para que comprendamos la maldad que hay en nosotros.
V.6.
David
siente su alma muy turbada y abatida de saber que ha desagradado a Dios y hay un
afán en él de recuperar la pureza de su alma, la paz, el gozo y la alegría que
ha perdido, pero ante todo recuperar su amistad con el Señor su Dios.
V.7-8
“Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame,
y seré más blanco que la nieve.
Hazme oír gozo y
alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido.”
Estas
son características del pecado: congoja, abatimiento, sufrimiento, no hay gozo
ni paz en una persona alejada de Dios.
David
era un hombre muy amado por Dios, era su predilecto y saber que Dios estaba tan
disgustado con él, eso le produce una pena enorme.
David
está tan afectado por su pecado, que le pide a Dios que no mire el pecado que
ha cometido, sino que borre completamente la maldad que hay en él. V 9.
V10-11
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y
renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me eches de delante de ti, Y no quites de
mí tu santo Espíritu.”
David
conocía muy bien de primera mano el fin de Saúl su antecesor; pecó contra Dios
desobedeciéndole, mintió y no se arrepintió; fue desechado por Dios y quitó de él
Su Espíritu, quedando bajo la influencia de un mal espíritu que lo atormentaba.
David no quería correr con la misma suerte de ser desechado por Dios.
David
se sometió a Dios en humillación, arrepentido, se dolió por el pecado y pidió
perdón.
Él
quería ser renovado y experimentar el gozo de la salvación de Jehová el Señor.
V.12
“Vuélveme el gozo de tu salvación, Y
espíritu noble me sustente.”
Él no quiere volver a caer en homicidio, pero
necesita del poder de Dios que lo sostenga, v. 14; quiere volver a tener un
corazón limpio para glorificar y alabar a Dios, porque entendió que el mejor
sacrificio que se ofrece a Dios es un corazón arrepentido genuinamente. Vs.14-17.
Sal 51:17 “Los
sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no
despreciarás tú, oh Dios.”
En el Salmo
32:1-5, David se refiere a este mismo hecho diciendo: Bienaventurado o dichoso
aquel al que los pecados le han sido perdonados. Dichoso el hombre a quien
Jehová no tiene nada que reprocharle porque en su espíritu no hay pecados
ocultos sin confesarle a él. Mientras callé mi pecado, la conciencia no me
dejaba vivir tranquilo, el remordimiento me destrozaba, de día y de noche no
tenía paz; me secaba poco a poco sin comunión con el Señor.
“Mi pecado te declaré, y no encubrí mi
iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la
maldad de mi pecado.”
El arrepentimiento
de David es el mejor ejemplo de arrepentimiento genuino:
-Reconocer el
pecado, no importa cuál sea.
-Entender la
magnitud y la grandeza de la misericordia de Dios y la multitud de sus piedades.
-Verdadero dolor
por el pecado.
-Confesar el
pecado, declarárselo a Dios con nuestra boca, él ya lo conoce, pero quiere que
lo confesemos.
-Dios no
desprecia al arrepentido y quebrantado de corazón.
-El arrepentimiento
implica cambio. Cambio de mente y de corazón. El arrepentimiento verdadero
implica una firme decisión de la voluntad de no volver a pecar, de alejarme de
la causa del pecado, o lo que me induce a él.
Deseándoles una feliz semana de vacaciones. Ojala
y puedan aprovechar bien el tiempo para descansar y reflexionar.
Dios les
bendiga.
Orfilia Miranda
Londoño.