martes, 19 de junio de 2012

¡Qué maravillosa es tu Palabra Señor!


¡Por tu Palabra SEÑOR fueron creadas todas las cosas!
Tu Palabra Señor es la verdad y en ella estoy segura(o).
Tu Palabra Señor aleja de mí toda duda y disipa las tinieblas;
Ella es lumbrera en mi camino para no perder el sendero.
El guardar tu Palabra me purifica y limpia mis pecados.
Ella es mi fuerza y mi sostén en todo momento de mi vida.
Ella me llena de esperanza en la incertidumbre de la vida.
Ella es la fuente de la sabiduría y de todo conocimiento.
Ella está muy cerca de mí, dentro de mí, en mi corazón y en mi boca.
Ella es el tesoro más preciado que debo guardar.
Ella es el alimento de mi espíritu y la delicia de mi paladar;
Ella me es más dulce que la miel del panal.
Ella es la llenura y la saciedad de mi alma.
Ella es la buena noticia de mi salvación.
Ella me transmite y me llena del amor de mi Salvador.
Ella rompe las cadenas del pecado y me da libertad.
Ella es la paz de mi alma y el gozo de mi corazón.
Ella es el sosiego de mi espíritu y consuelo en la tristeza.
Ella es la fuente inagotable y siempre fresca que sacia mi sed.
Ella es el bálsamo que sana todas mis heridas.
Ella me levanta y me sostiene en las horas de desaliento.
Ella es la alegría y el gozo de mi salvación.
En tu Palabra tengo comunión contigo, mi amado Señor.
En ella encuentro concejo y revelación.
El guardar tu Palabra guarda puro mi camino,
Cuando de corazón te busco, ¡Señor mío y Dios mío!
Porque tu Palabra, es fuente de amor y vida eterna.
Señor, quiero ser tu discípula(o) y escucharte cada día;
Y hacer de tu Palabra, la norma que me guíe por la vida.
Quiero hacer de tu palabra cada día,  mi placer y mis delicias.
Abre mis ojos, Señor, a la luz y a la verdad de tu Palabra.
Que en ella esté puesta mi esperanza día y noche;
Pues mi mayor anhelo, es hacer siempre tu voluntad, Señor,
Y hacer que mis caminos coincidan siempre con los tuyos, Señor.
Que tu Palabra me aleje del camino de la mentira,
Y me conduzca siempre por sendas de verdad.
Yo creo en tu Palabra mi Señor, y ella alimenta mi fe.
¡Que tu Palabra, Dios mío! sea siempre el norte en de mi vida,
Porque ella, mi Señor, es pura y permanece para siempre.
Bienaventurado el que se deleita en ella cada día y la obedece.
Amén
Les invito a que seamos unos enamorados de la Palabra.
Orfília Miranda L.

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