ALTIBAJOS DE LA VIDA CRISTIANA
No importa cuántos años tengamos de convertidos, lo
cierto es que ustedes y yo, si damos un vistazo atrás, muy seguramente descubrimos
que en nuestra vida cristiana hemos tenido una serie de altibajos que no
podemos negar; todos los hemos tenido en algún momento de nuestro caminar en la
fe.
Esa es parte de nuestra condición humana, y como tal,
no nos debe de preocupar.
Lo que sí nos tiene qué preocupar cuando descubrimos
esto, es, qué hacemos, no podemos quedarnos allí en ese estado de postración
espiritual.
1-Lo primero, es no desanimarnos.
2-Debemos recurrir a las herramientas o recursos que el Señor nos da, como son: la Palabra, la oración y la misma presencia del Espíritu Santo en nosotros.
-El Espíritu Santo es nuestro ayudador, nuestro
consolador y fortaleza en los momentos de prueba y desánimo.
Si usamos estos recursos adecuadamente y oportunamente,
estemos seguros que no vamos a ser derrotados por el enemigo.
Cristo está con nosotros y la muerte y el pecado ya
fueron vencidos por su sacrificio en la cruz del Calvario.
El pecado ya no tiene poder en nosotros.
¡No nos dejemos meter en el molde del mundo!
Fácilmente podemos conformarnos al mundo sin darnos
cuenta, si no estamos vigilantes.
Es fácil ser arrastrados a las corrientes profundas de
las aguas del mundo si nos descuidamos un poco.
Somos muy propensos a aceptar cosas que en apariencia, no se ven tan malas y nos vamos deslizando y desviando del camino. Una basura y otra, y otra, van formando un gran basurero.
Debemos desconfiar de todo lo que el mundo nos ofrece.
Esta transformación del entendimiento solo se logra
por la lectura de la biblia y la comunión estrecha con el Señor.
Cuando algo se transforma, adquiere una apariencia
nueva, renovada por cambios sustanciales y deja de ser lo que antes era.
De igual manera, cuando nosotros cambiamos los
patrones y conceptos mundanos por las enseñanzas y valores bíblicos, cambiamos
nuestra manera de pensar y de actuar.
-Al renovar nuestro entendimiento, vamos a entender la
Palabra de Dios y a conocer cuál es “su voluntad agradable y perfecta” para
nuestras vidas.
1Pe 1:14 “como
hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en
vuestra ignorancia”;
Muchos creyentes han hecho su entrega al Señor, pero
no tienen una vida de oración y no leen la Palabra, no la escudriñan; y así no
pueden conocer el propósito de Dios para sus vidas.
Solo si leemos la Palabra, conoceremos el consejo de
Dios para obedecerlo y ser transformados.
Esta es una lucha diaria, contra nuestra propia naturaleza pecaminosa y Dios lo sabe y por eso nos dejó estos recursos del arrepentimiento y la confesión del pecado.
Esto implica entrar en su presencia, humillarse
delante de Dios, confesar el pecado y pedir perdón y él nos perdonará.
¡Qué misericordia tan grande! ¡Cada día sus misericordias
son nuevas!
Lam. 3:22-23 “Por la misericordia de Jehová
no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. -Nuevas son
cada mañana; grande es tu fidelidad.”
Dios mismo prometió perdonarnos y restaurarnos nuevamente a la comunión con Él.
1ª Jn 1.9, “Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad”. El creyente tiene que estar barriendo la casa
todos los días.
-Pero además, no estamos solos en esto: el Espíritu Santo de Dios, el Consolador, está con nosotros en esta batalla contra el pecado.
*Con él hacemos morir las obras de la carne que antes
nos dominaban.
Rom 8:13 “porque si vivís conforme a la carne,
moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”.
*Tenemos la Palabra de Dios que nos enseña, instruye y nos corrige. 2ª Timoteo 3:15-17.
Y por la cual crecemos para salvación, 1ª Ped.2:2.
Como resumen:
1- Todos tenemos altibajos en la vida espiritual.
2- No debemos desanimarnos, y usar los recursos que el
Señor nos da para continuar.
3- Mantengamos una comunión estrecha con el Señor y no
nos conformemos a este siglo, y a las cosas mundanas.
4- Si caemos, volvamos al Señor, humillémonos delante
de él pidiendo perdón, que él es rico en misericordia y nos perdona.
5- Finalmente, mantengamos una vida de estricta obediencia
a la Palabra del Señor.
Dios les bendiga