lunes, 1 de mayo de 2017

EL REINO DE DIOS VINO A NOSOTROS

No fue la voluntad de Dios que el hombre se apartara de él; el hombre se apartó de Dios libre, consciente y voluntariamente, fue su propia decisión. Gén 2:16-17 “Y mandó Jehová Dios al hombre,  diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 17  más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”
Si deliberó el hombre sobre la decisión que tomaba, sobre las consecuencias que esto le traería, buenas o malas, no lo sé; lo que resalta aquí es que el hombre estaba bien advertido, y aun así, desobedeció categóricamente un mandato de Dios, y al perder la comunión con Dios, y ser expulsado de su presencia, quedó en las más oscuras y densas tinieblas del reino de satanás y sin el auxilio divino.
Ahora digámoslo de otro modo: Después que se perdió la comunión con Dios por el pecado, el hombre quedó en oscuridad total y sin la dirección divina, sin saber qué hacer ni a donde ir.
Pero Dios que es fiel y nos ha amado con amor eterno, Jr. 31:3, se apiada del hombre y pone en marcha su plan de rescate.
Y pese a la ruptura, Dios sigue siendo Dios Soberano, “Rey del universo”, idea que expresa la eternidad de Dios, al mismo tiempo que se refiere al lugar de habitación de Dios: el reino de los cielos.

El reino de Dios, también significa la soberanía y el poder de Dios sobre el mundo.
Reino significa poder y máxima autoridad. De manera que “el Reino de Dios” nos recuerda que hay un Creador que tiene la máxima autoridad, que lo gobierna todo: es el Todopoderoso y Eterno Dios.

Cuando se cumplió el tiempo de Dios, él envió a su Hijo a salvarnos y a establecer su reinado en el corazón de los hombres que crean en él y le reciban. Juan el Bautista, lo anunció así: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” Mat.3:1-2
Jesús anunció muchas veces que el reino de Dios ya había llegado a nosotros; Mr.1:15 “El tiempo se ha cumplido,  y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.” Jesús es el evangelio del reino, es el reino mismo en nosotros. Jn.1:5 “Jesús es la Luz que resplandece en las tinieblas.”

¿Y cómo accedemos a ese reino de Dios?
En el mundo temporal, mientras vivamos, Dios nos da la oportunidad de aceptar y acceder a su reinado, a someternos a su misericordia y su perdón.
Nosotros aceptamos el reino de Dios y entramos en él aquí en el mundo temporal, antes de cruzar el umbral de la muerte hacia la eternidad, del mundo espiritual.
No lo puedes dejar para el final de tu vida, no sabemos si tendremos tiempo de arrepentirnos.
No hay misericordia disponible para los espíritus rebeldes que se resistieron a creer y recibir a Cristo y su señorío.
Nuestro espíritu fuera del cuerpo ya no tiene posibilidad de cambio ni de arrepentimiento, ya no podemos ser salvos. Por tanto, nuestro destino eterno lo decidimos aquí nosotros antes de morir; no lo pueden decidir los rezos y misas de nuestros familiares y amigos que quedan vivos. 
Ninguna obra buena que se haga por un difunto le cambiará la eternidad a los muertos en pecado sin Cristo.
La eternidad la decidimos aquí cuando buscamos al Señor Jesucristo, nos arrepentimos y le recibimos por fe como nuestro Salvador. En este momento es cuando entramos al reino de Dios y su justicia.
Nada ni nadie te puede conquistar la salvación y el cielo cuando ya estás muerto, cuando ya has partido de este mundo. 
Cristo te conquistó el cielo cuando murió en la cruz por ti, pero tenemos que aceptarlo aquí, ahora que estamos vivos. No puedes vivir en rebeldía contra Dios y rechazar a Cristo y después en la eternidad esperar misericordia y salvación.
Dios se apiada de nuestra fragilidad y debilidad humana; así como Cristo vino y sufrió en la carne todo el oprobio por salvarnos, nosotros debemos aceptarlo aquí estando también en la carne.

Cuando una persona vivió toda su vida negando y hasta blasfemando el nombre de Dios, y muere, Dios no la conoce, Dios nos conoce solo a través de Cristo; Cristo es el puente, es el camino y el único mediador entre Dios y los hombres. 1Ti.2:5 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.”  
El reino de Dios no se parece ni se puede comparar a los reinos del mundo; el reino de Dios es un reino espiritual que nos comunica la presencia de Dios nuestro Creador entre los hombres.
Jesús, en Lc.11:2, nos insta a pedir el reino de Dios siempre que oremos: Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

A Dios lo debemos reconocer aquí, ahora; lo alabamos, lo adoramos y hacemos su voluntad aquí, desde ahora. En el cielo solo están los que hacen la voluntad de Dios, los que le aman, le adoran y le sirven. Los ángeles que se rebelaron y pecaron fueron expulsados del cielo.

Qué más debemos saber sobre el Reino de Dios:
El reino de Dios es espiritual, es invisible, se acepta por fe y no tiene sentido tratar de entenderlo desde la racionalidad humana. Pero sí, se hace visible en la medida que se manifiesta en la vida de los creyentes.
Los creyentes deben aspirar a formar parte del Reino de Dios y para conseguirlo deben someterse a su poder de manera humilde y a través de la fe en Jesucristo.

Cuando se cumpla el tiempo y Jesucristo venga a restaurar todas las cosas, entonces el reino de Dios será visible a los ojos de todos.

Amado lector:
¿Ya entraste en el reino de Dios?
¿Ya has hecho tu elección por Cristo?
Este es el tiempo apropiado, es el tiempo aceptable, no esperes más. Dios te espera.

Bendiciones y hasta pronto.

Orfilia Miranda Londoño


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