Juan
7:14-:18
14 “Mas
a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba.
15 Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo
sabe éste letras, sin haber estudiado?
16 Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es
mía, sino de aquel que me envió.
17 El que quiera hacer la voluntad de Dios,
conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.
18 El que
habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la
gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia.”
Desde dos mensajes atrás, venimos hablando
de la falsa doctrina de los falsos profetas y maestros.
En el texto bíblico que tomamos hoy, Jn.
7:14-18, vemos primero la libertad que
tiene Jesús para enseñar a donde quiera que llega; su mensaje es lleno de sabiduría, es seguro en sus palabras y tiene autoridad
para decir lo que dice.
La sabiduría en su enseñanza, no se basa
en sabiduría humana o mucho estudio, sino en la sabiduría divina; no habla por
su propia cuenta, sino que en todo hace la voluntad del Padre, transmite con
fidelidad el mensaje de amor y esperanza que Dios el Padre envía a los hombres.
Cristo dice: v 17 “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es
de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.” El éxito de Jesús en su
misión salvadora fue la obediencia y la sujeción al Padre, el que lo envió;
hizo siempre su voluntad y no lo que a Jesús le pareció que fuera mejor. Enseñó
lo que tenía que enseñar sin cuestionar; esta es la mejor manera de distinguir al
que habla, si habla el mensaje de Dios o el suyo propio.
Cualquiera que se diga siervo de Dios,
profeta o predicador, se sujeta estrictamente a la voluntad de Dios en
obediencia, y entiende claramente que el deseo de Dios es que todos los hombres
lleguen al arrepentimiento de sus pecados para salvación, y eso es lo que
enseña.
Cualquiera que diga ser maestro de la
Palabra, predicador y servidor de Dios, no habla por su cuenta ni hace alarde
de sus conocimientos, no busca su propia gloria ni aplausos, sino que busca en
todo obedecer, agradar y glorificar al Señor, haciendo con su actitud que también
los otros glorifiquen y alaben a Dios.
El que busca dar solo la gloria a Dios en
lo que hace, este sí es un verdadero mensajero, servidor y discípulo.
Muchos de los que se hacen llamar
discípulos y apóstoles hoy día, solo están buscando fama, aplausos,
reconocimientos, gloria, comodidades y riquezas.
Es realmente muy triste ver cómo en aras
de lograr sus propósitos, estos falsos maestros y falsos discípulos, predican
cada doctrina extraña con rimbombante palabrería para deslumbrar y confundir a
los ignorantes y a los incautos. Y cuando digo ignorantes, no me estoy
refiriendo a personas sin academia; me refiero a personas que no conocen la
biblia porque no la estudian y se conforman con lo que les predican cada
domingo. No examinan a la luz de la Palabra si lo que oyeron es así como lo
hacían los de Berea. Hechos 17:11. Estos recibían la Palabra con toda solicitud,
y escudriñaban cada día las Escrituras para ver si estas cosas que decían los
discípulos eran así.
Los mega-templos están llenos de gente que
dicen “amén” a todo sin saber de dónde viene. El creyente de hoy acepta y cree todo
lo que le dicen sin examinarlo. Es suficiente con que lo diga un pastor o un
evangelista en el púlpito.
Así que el que predica o enseña tiene una
grave responsabilidad delante de Dios por todas aquellas almas mal adoctrinadas
por negligencia o malicia; enseñan doctrinas engañosas por avaricia y búsqueda
de gloria y fama personal. Están más interesados en tu dinero que en tu salvación.
V. 15 ¿Cómo
sabe éste letras, sin haber estudiado? Se preguntaban los judíos, pero
Jesús les dice: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.
Es la Palabra de Dios, es el mensaje de
Dios el que tenemos que predicar y enseñar; no son nuestras ideas, ni nuestros
conocimientos o aquello que pensamos, lo que vamos a entregar. NO. Es el
evangelio genuino del Señor para salvación. De otra manera no podríamos
llamarnos cristianos o creyentes, lo que tendríamos sería una RELIGIÓN hueca y
vacía sin Dios.
2ª Jn.1:9 “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no
tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre
y al Hijo.”
Como ya lo he dicho otras veces, lo vuelvo
a decir ahora: Cristo no vino a morir en una cruz tan cruentamente, para que
nosotros tuviéramos comodidades y cosas materiales: dinero, carros, viajes,
diversión y toda clase de lujos y extravagancias.
Mis amados lectores y lectoras: si de
verdad han sentido el llamado de servirle al Señor a través de los ministerios
de enseñanza, predicación y discipulado, deben sujetarse a Dios y a su voluntad; revisen que
la enseñanza se centre en el genuino evangelio de salvación, en el evangelio de
Cristo, no en el de ustedes.
Los que son pastores, procuren que sus
congregados lean la biblia, motívenles y proporciónenles estudios bíblicos
sencillos para que se formen y amen la Palabra y crezcan en la fe y así nadie
los engañe con falsas doctrinas.
Es necesario adquirir tal discernimiento
que nos lleve a ser bien sensibles, al punto de reconocer cuando nos prediquen,
si la doctrina es de Dios, o si nos
están hablando por su propia cuenta.
La falsa doctrina es muy sutil, puesto
que es sustentada con la biblia misma, con versículos sacados del contexto. Solo
el discernimiento del Espíritu y el estudio de las Escrituras, nos permite
reconocerla.
2ª Ti. 4:3 “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la
sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros
conforme a sus propias concupiscencias,….Tit. 2:1 Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina…2ª Tes.
2:15 “Así que, hermanos, estad firmes, y
retened la doctrina que habéis aprendido,…”
Que todos los predicadores y evangelizadores puedan decir como Jesús: la doctrina que predico no es mía, sino de Aquel que me envió.
Dios les siga bendiciendo y hasta pronto.
Orfilia Miranda
Londoño