lunes, 19 de octubre de 2015

¿QUIEN DICEN LOS HOMBRES QUE SOY?

Mat. 16;13-24
Jesús ya casi termina el tiempo de su ministerio y se aproxima el fin de su misión que culminaría con su sacrificio en la cruz.
Mientras tanto, su fama se ha regado por todas partes y en todo lugar se habla de él, unos a favor, y otros en contra, generando confusión entre la gente que lo escucha: desconcierto en unos y esperanza en otros, pero también mucha incredulidad y rechazo por parte de  los Escribas y Fariseos, que eran los principales enemigos de Jesús, porque los confrontaba con la Palabra. Ya hasta se hablaba de planes para matarlo.

Después de atender a la multitud, Jesús se aparta un poco con sus discípulos para hablar con ellos.
Ya es tiempo de que sus discípulos sepan y entiendan claramente, quien es él y cuál es su misión en la tierra.

Entre sus seguidores hay sentimientos y actitudes diversas: unos lo admiran, lo elogian, se maravillan de sus palabras, algunos lo adoran y otros lo siguen para criticarlo. ¿Pero qué sabe la gente de él? ¿Saben quién es él?

Lo han visto convertir agua en vino, multiplicar panes y peces, levantar paralíticos, dar vista a ciegos, sanar toda clase de enfermedad incurable, expulsar demonios, perdonar los pecados y resucitar muertos.
Pero lo que más los desconcierta es la sabiduría y la autoridad con que habla, que hasta la tempestad le obedece. ¿Será este el Mesías prometido? ¿Será un profeta? Nadie lo sabe, pero por el momento le llaman “El Maestro” o Señor. 

Con todo este panorama de dudas, Jesús quiere asegurarse de que sus discípulos no estén confundidos y tengan claridad acerca de él. Entonces les hace dos preguntas:
Primero, qué se oye decir entre la multitud sobre él.
Segundo, quien creen ustedes que soy yo. Lo que diga y piense la multitud, por ahora no es tan importante; ahora quiere escuchar qué piensan, qué dicen sus cercanos, sus íntimos amigos y discípulos. Mat. 16:13-16:
“…, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? 14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.
15 Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.”
La respuesta de Pedro fue inmediata, sin elaborarla ni pensarla, casi irreflexiva, podríamos decir que apresurada; porque cuando el Espíritu Santo nos inspira, viene de Él, no de nuestro raciocinio. “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Aquí no hay ninguna sombra de duda en su respuesta, que también era la del grupo.
Al escuchar Jesús la respuesta de Pedro, lo confirma y lo elogia por la revelación divina que acaba de confesar y le da un nuevo nombre, una nueva identidad, al mismo tiempo que le hace un anticipo de la responsabilidad y autoridad que les serán conferidas como seguidores de Cristo.
17 “…Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.”

Quedando ya claros en esto, Jesús quiere que quede en secreto todavía para la demás gente.
V 20 “Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.”

La presencia del Hijo de Dios en la tierra ya había sido revelada; el tiempo de la REDENCIÓN había llegado.
Pero a pesar de haber sido anunciado desde tiempos antiguos por los profetas, y haber tanto anhelo por la salvación tan esperada, Cristo vino y habitó entre el pueblo escogido pero no lo reconocieron ni le recibieron. Jn.1:11 “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.”

La confianza entre Jesús y sus discípulos crece:
V 21 “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.”

Desde aquel día que Jesús tuvo esta charla con sus discípulos, estando ya claros de quien era él, Jesús hablaba más a menudo y más claro con ellos. Quería prepararlos para su muerte.
Todo este tiempo andando con el Maestro, hablando y comiendo juntos; viendo todo lo que él hacía y oyendo sus largos mensajes sobre el reino de Dios, ya debían estar más preparados y era tiempo de que supieran todas las cosas.  
Les habló de su muerte y de lo que tenía que padecer en Jerusalén, aunque ellos todavía no le entendieron bien, a juzgar por la respuesta de Pedro, en Mat. 16:22.

La presencia permanente de Jesús en nuestra vida es la que nos transforma y nos hace crecer en la gracia y el conocimiento de él; el diálogo constante con él en la oración privada nos permite recibir la revelación de los planes que él tiene para nosotros, así como su santa voluntad.
Sin intimidad con él, vamos a estar divagando inseguros, con una fe inmadura respecto de quien es Jesucristo y qué vino a hacer por nosotros. Dios no habla en el rudo y la distracción. Dios te habla en medio de la meditación y la contemplación. Cuando hay mucho ruido que exalta las emociones y muchas voces, fácilmente nos podemos confundir: creer que el Señor habló cuando no ha hablado.

V 14  Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.
Los Escribas y Fariseos eran profundos estudiosos de las Escrituras y no reconocieron a Jesús.
El mucho estudio y el mucho conocimiento sin la Sabiduría de Dios, es vano de nada sirve, nos infla la cabeza pero no llena el corazón, nos convierte en religiosos intelectuales nada más.  

Hoy, al igual que en aquel tiempo, muchos, aún que se dicen creyentes, tienen ideas falsas de Jesucristo y su salvación: algunos dan más importancia a las imágenes, otros es el dinero, el futbol, la TV, el celular o el Facebook….Para los creyentes hoy podría surgir también la pregunta: ¿Quién es Jesucristo realmente….?

Muchos predicadores modernos y también grandes estudiosos de las Escrituras, evitan hablar de la cruz de Cristo, de su salvación, del pecado y el infierno, de la necesidad del arrepentimiento, de la misericordia y la justicia de Dios. Ignorando que si Dios no escatimó a su propio Hijo y lo envió a morir por nosotros, es porque nuestra situación espiritual es extremadamente grave.

Se está perdiendo el tiempo precioso de la gracia, la oportunidad que tienen muchos de salvarse todavía si se les predicara el verdadero evangelio de la salvación.
Es más fácil hablar de las riquezas, la prosperidad material, de sembrar para cosechar el doble, de la “súper fe”, y de todo aquello que te establezca bien aquí sin sufrimiento, enfermedad ni muerte.

Estos están siendo “estorbo” a muchos, para que se acerquen a Jesucristo, le conozcan como Señor y se arrepientan de sus pecados y reciban la salvación.
Estos predicadores han puesto la mirada es en las cosas de la tierra y no en las del cielo; en las temporales y no en las eternas.
Mat 16:23 “Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: !Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.”

Cualquiera que quiera seguir a Cristo con fidelidad, independientemente si es rico o pobre, tiene que desprender el corazón del exagerado gusto por los placeres, la codicia y la vana gloria de la vida y aferrarse a las cosas del cielo.

Después de esta reflexión, ¿quién dice usted que es Jesucristo?

Si no tenemos un concepto claro de quien es JESUCRISTO, no podremos valorar su presencia ni la salvación en su plenitud.
15 “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.”

“Señor, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo que vino a salvarme.”
Te recibo como mi SEÑOR y Salvador y te entrego mi vida. Amén.


Orfilia Miranda Londoño

sábado, 3 de octubre de 2015

MUCHA GENTE BUSCA A JESÚS

Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús.” Jn. 6:24

Después de la caída, el hombre de todos los tiempos ha vivido en la decadencia espiritual, emocional y humana.
Aunque la ciencia ha avanzado y se han hecho grandes descubrimientos que le han permitido mejorar sus condiciones de vida, no todo está resuelto ni está en las manos del hombre el resolverlo.
Siempre está esperando a alguien que pueda hacer el cambio y arreglarlo todo.
Los hombres de hoy, unos esperan en los políticos, otros en las religiones y otros en la ciencia y la tecnología.

En los tiempos de Jesús había una creciente expectativa por un Mesías anunciado que vendría a salvar y a liberar a los hombres. Ellos esperaban a un hombre poderoso, con mucha autoridad que vendría a gobernar. Seguramente con títulos, o poderes sobrenaturales, muy bien vestido y una figura despampanante o impactante. Yo no sé.

Cuando aparece Jesús y empieza a mostrar las señales de que él es el Hijo de Dios, comienza mucha gente a seguirlo, pero con cierta reserva, pues, no veían en él al prototipo de hombre que esperaban; pero cuando multiplica el pan y alimenta a la multitud con sólo una bendición, esto sí que les entusiasma y empiezan a pensar en tomarlo y hacerlo rey. Jn. 6:14-15.
Jesús que conoce las intenciones torcidas del corazón de ellos, muchas veces se les esconde y se aleja, pero ellos lo buscan hasta encontrarlo de nuevo. Jn. 6:24-27
Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
-26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
Jesús les reprocha su actitud falsa y materialista, y les recomienda que trabajen y se preocupen mejor por la salvación eterna que él les vino a traer.
No me buscan por las señales que me vieron hacer, sino por la comida con que se saciaron. Solo están preocupados por comida y no por el reino de Dios.
-27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.”

JESÚS ES EL PAN DE VIDA
Pero aquí el panorama se les complica aún más, cuando Jesús les sale con que él es el pan de vida que vino del cielo: Su entendimiento entenebrecido por la incredulidad y el materialismo, no les da para entender tan grande y profundo misterio. Este es un asunto espiritual, no de la carne. Y lo espiritual solo se discierne en el espíritu a la luz del Espíritu Santo.
Ellos para mostrar que estaban interesados en lo que Jesús les enseñaba, le dijeron: V 28  “… ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?

Ellos se sentían calificados o en capacidad de realizar cualquier obra que fuera necesaria para la salvación. Pero Jesús los deja aún más confundidos con su respuesta:
V 29  “…Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.” Es obvio, que Cristo se refiere a él mismo.
La dureza del corazón, la torpeza y la ceguera espiritual de la multitud queda en evidencia al hacer la siguiente pregunta:
V 30  Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? Para ellos no era suficiente lo que estaban viendo.
V 31  Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.”
Es como si para ellos el haber alimentado a tanta gente milagrosamente, no significaba nada, era apenas normal, pues, Moisés también lo hizo para toda la nación de Israel.
Jesús les rebate la pregunta diciéndoles que moisés les dio pan perecedero, temporal, pero el pan que él les ofrece es eterno y conduce a vida eterna, pero ellos están muy lejos de entender esto.
V 32 “…y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, más mi Padre os da el verdadero pan del cielo.”
Jesús sigue diciéndoles que el verdadero pan de Dios ha venido del cielo para dar vida al mundo, v 33;
Ellos vuelven a motivarse y le dicen: V 34 “…Señor, danos siempre este pan.” Pero cuando Jesús les dice Yo SOY ese pan, vuelven a quedar más confundidos que antes.
Ellos están esperando cosas materiales en este tiempo, aquí y ahora. ¿Cómo sale Jesús con ese comentario tan desatinado?
V 35  “…Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Y allí mismo: v 36  “Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.”
Jesús les está reprochando su incredulidad y los remata con esta otra verdad: que él es Hijo De Dios. ¿Cómo? Y se quedan sin más que decir, y empiezan a murmurar y a cuestionarlo:
Jn. 6:41 “Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.”
¡Esto ya es demasiado escandaloso! Todos sabían de donde era, y quienes eran sus padres y donde vivían. ¿Cómo dice que bajó del cielo? Dentro de los parámetros humanos el cerebro no les daba para entender y aceptar verdades tan profundas y eternas.
Jn. 6:42 “Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?” 
Estos hombres al igual que hoy, les era muy difícil entender esta verdad eterna de la salvación; estaban tan fundidos en el materialismo que no podían entender las palabras de Jesús. Cada que Jesús hablaba, ellos estaban pensando en cosas terrenales, beneficios temporales.

Hoy es igual, se confunden las bendiciones y las riquezas celestiales de la gloria de Dios, que él nos ofrece de vida eterna, con riquezas materiales y temporales.
Muchos, tampoco hoy han entendido que Jesús es pan de vida eterna, que bajó del cielo para salvarnos.
Están buscando a Jesús esperando riquezas, éxito, fama y poder aquí. Vienen en busca de Jesús no para pedir perdón por sus pecados y recibir salvación, sino para recibir cosas materiales, sanidad de alguna enfermedad incurable, un hijo perdido en drogas, comodidad, empleo, negocio etc…una vez obtenido aquello que buscan, no quieren ningún compromiso con él. No quieren su Señorío.
En el v.43  Jesús les dijo: “No murmuréis entre vosotros.” V 47 “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.” V 48: “Yo soy el pan de vida.” “Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.”

V49. Las riquezas y todas las cosas adquiridas aquí, son efímeras al igual que nuestra existencia humana, pero nuestro espíritu es eterno y al morir va a la eternidad: a vida gloriosa con Cristo si creímos en él y le recibimos, o a condenación eterna en el infierno, si le rechazamos.
Esto suena muy duro y muy fuerte, mi amado lector-a, pero yo no puedo decirle otra cosa distinta, sería engañarle y mentirle. Son las palabras de la biblia.
Jn. 6:51 “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre;...”
-27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.”
No busquemos a Jesús por el pan perecedero, busquémosle por la vida eterna que nos ofrece. Amén. Dios les bendiga.

¿Y usted, por qué busca a Jesús?


Orfilia Miranda Londoño

“EL TESTIMONIO DE VERDAD”

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