Caminemos
con Sabiduría
La
necedad y la insensatez, son consecuencia de nuestra naturaleza caída.
El
diccionario define al insensato
como: alocado, loco, necio, desatinado, imprudente, irreflexivo, irrazonable.
Y al necio como: Que no sabe
lo que podía o debía saber, imprudente, terco y porfiado, que actúa con ignorancia,
imprudencia y presunción.
Bíblicamente, la insensatez y la necedad tienen el mismo significado, ya
no respecto de las cosas del mundo, sino acerca de la relación con Dios.
El necio e insensato, rechaza y niega a Dios; vive sin Dios, y no lo
tiene en cuenta para nada en su vida; dice que no hay Dios.
“Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se
han corrompido, hacen obras abominables;
No hay quien haga el bien.” Sal.
14:1
El insensato y
necio no puede reconocer la grandeza y las maravillas de Dios; no puede
alabarle porque él es ignorante, no entiende. Sal. 92:6.
Salomón hace un
contraste del hombre necio con
el hombre que busca la sabiduría
divina. Y por supuesto, que para el creyente solo hay una fuente de sabiduría y
conocimiento: Dios. Prov.1:7, “El principio de la sabiduría es el temor de
Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.”
El insensato o necio se caracteriza por:
*Llevar una
vida desordenada. Niega a Dios con su boca y con sus actos. Dice que Dios
no existe y vive sin temor de Dios en toda clase de perversidades.
*Es idólatra.
No puede vivir sin un dios, pero al negar al Dios vivo, se inventa otros dioses
y en su opinión cree que todo lo que hace es correcto. Prov.12:15. Es supersticioso, agorero y ama el ocultismo.
*Se ríe del
pecado. Practica el pecado sin ningún temor, porque tiene su mente
cauterizada y habla sandeces de cosas que no entiende, pues, tiene su propia
religión acomodada para justificar todo lo que hace. “La lengua de los sabios adornará
la sabiduría; Mas la boca de los necios hablará sandeces.” Prov.15:2.
Los creyentes
debemos mucho cuidado; nadie está exento de la necedad. Va desde el más humilde
hasta el más académico. Si Dios no es parte de su vida sigue siendo necio
aunque tenga todos los títulos y maestrías, porque la clave de la Sabiduría se
halla solo en la biblia. 2Tim.3:15. El que tiene implantada en su
corazón la sabiduría de la Palabra, recibe los mandamientos de Dios y los
guarda, pero el necio los rechaza. Prov.10:8.
Entre más
conocimiento humano acumulemos, nos hacemos más sabios para el mundo, pero no
para Dios. Está muy bien y es necesario estudiar y capacitarnos para la vida,
yo diría más bien, es una responsabilidad que tenemos de prepararnos y
aprovechar bien los recursos que Dios mismo nos da; pero todo siempre en el
orden de Dios, para que en todo sea él glorificado y servido, haciéndolo todo
para el Señor, sin arrogancia y vanagloria.
En Cristo Jesús,
están escondidos todos los tesoros
de nuestra salvación; y es allá a donde debemos poner nuestra mirada, no en las
cosas materiales que al fin y al cabo son pasajeras. Pues, ¿de qué le sirve al
hombre y a la mujer, tener todo el éxito del mundo y gozar la vida al máximo,
si al final pierde el alma? Mat.16:26.
No olvidemos que
el camino que conduce a la salvación es angosto y difícil, pero que el camino
de la perdición es muy amplio y deleitoso, y muchos son los que caminan por él.
Luc.13:24.
Caminar con sabiduría es andar con cuidado de no
caer en el camino de los necios, porque en un descuido los creyentes también
pueden caer en la necedad del pecado.
El Rey David
pecó de necedad cuando hizo el censo, 2de
Sam.24:10, y cuando se dejó cegar por la codicia de la mujer ajena, no solo
cayó en adulterio, sino que también lo llevó a cometer homicidio. Después que
se dio cuenta de su pecado, se sintió muy mal por su necedad, y se arrepintió y
se humilló delante de Dios y Dios lo
perdonó, pero su loca insensatez y necedad le acarrearon consecuencias en el
futuro.
Si bien, no
estamos exentos de caer en el pecado de necedad, lo importante es no quedarnos
en allí y como el rey David, arrepentirnos y pedir perdón; Dios no desecha al
pecador que se arrepiente, Dios desecha al que sabiendo que está en pecado, no
lo reconoce, no se arrepiente y se obstina en su pecado; claro ejemplo de esto,
el Rey Saúl, que habiendo recibido amonestación por boca del profeta, fue
insensato y necio, no se arrepintió y Dios lo desechó.
Hagamos una
revisión de nuestra vida a ver, cómo estamos caminando delante de Dios, y
enmendemos nuestro camino; no sigamos caminando como necios e insensatos.
Caminemos en
Sabiduría en todo tiempo como verdaderos hijos de Dios. Bendiciones.