EVIDENCIA DE LA VIDA NUEVA EN CRISTO
¿Cómo se distingue un militar de un
civil?
Uno de los frutos del arrepentimiento más
evidentes, es la rendición total de nuestra vida y nuestra voluntad a Dios.
*La mayoría de los convertidos solo quieren a
Jesús como SALVADOR, pero pocos lo quieren como SEÑOR y entregarle el gobierno
de su vida.
*El señorío de Cristo en nuestra vida implica cederle
nuestra voluntad y el derecho a hacer lo que "Yo quiero", y a planear y programar
nuestra vida al antojo, confiando en nuestras fuerzas, habilidades y recursos.
*Efesios 4:17-32, nos muestra el panorama de lo que debe ser la Nueva vida en Cristo.
Y la carta a los Gálatas,
5:22-23, nos señala cuales son los frutos que debemos mostrar como
personas que vivimos en Cristo, en contraposición a la vida en la carne sin la
dirección del Espíritu Santo.
Nunca diga: es que yo soy así; es que así me criaron mis padres; es que me castigaban mucho cuando era niño; yo no voy a cambiar…etc.. Etc. Déjeme decirle que está negando el poder del Espíritu Santo para transformarlo.
*Está negando la eficacia liberadora de la
sangre de Cristo derramada en la cruz.
2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
*En una conversión genuina, hay un antes y un después; y por los frutos nos conocerán, por nuestras actitudes, nuestro lenguaje y hasta nuestro modo de vestir.
*No nos dejemos amalgamar con el mundo. “Están
en el mundo, pero no son del mundo,” dijo Jesús.
*¿Es fácil ir contra la corriente? ¡No! Pero
tenemos al Esp. Santo.
*Mostremos pues, los frutos de personas
redimidas y transformadas en Cristo.
Mat. 7-16.20 “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
-Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero
el árbol malo da frutos malos.
-No puede el buen árbol dar malos frutos, ni
el árbol malo dar frutos buenos.
-Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y
echado en el fuego.
-Así que, por sus frutos los conoceréis.”
Por un momento detengámonos y meditemos cuantas cosas hemos cambiado que nos costaban mucho, y cuanto tenemos que trabajar todavía
No permitamos que el mundo nos
distraiga…hagamos lo que nos corresponde hacer y dejemos al Espíritu Santo que
haga su obra en nosotros, y obedezcamos.
Revisemos cuanto hemos logrado y cuanto nos
falta.
Orfilia
Miranda Londoño