El
presente mensaje “La Misericordia de
Dios en la Enfermedad” Salmo 6” nos enseña cual debe de ser nuestra actitud
ante las dificultades
y
ante el sufrimiento.
¿Está
sufriendo?, este mensaje le enseñará a encontrar la solución a su problema,
garantizando nuestro milagro. Esta es una de las grandes lecciones de la
Biblia, enseñada por Dios por medio de un hombre que a pesar de sus faltas,
siempre halló la manera de agradar a Dios.
Ilustración:
Tenemos que aprender a clamar a Dios, veamos lo que le dice David a Dios en el
Salmo 5:
“Escucha,
oh Jehová, mis palabras; Considera mi gemir. 2 Está atento a la voz de mi
clamor, Rey mío y Dios mío, Porque a ti oraré. 3
Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y
esperaré.”
El
rey David, fue un ejemplo de pecador que supo agradar a Dios por medio de su
arrepentimiento y su dependencia de Dios.
¿Estamos en angustia?
La
misericordia de Dios,
enfermedad, sufrimiento:
Salmo
6:1 “Jehová, no me reprendas en tu enojo,
Ni me castigues con tu ira”.
David,
uno de los hombres más sabios, siempre recurría a Dios cuando estaba en
angustia, porque él sabía que Dios es un Dios que oye la oración. Siempre ha
sido así, y sigue como siempre dispuesto a oír la oración. El principio más
alentador de la oración y el ruego más poderoso es mirarlo a Él como nuestro
Rey y nuestro Dios.
Entonces
nos preguntamos:
¿Qué es lo primero que
tenemos que hacer?
2 “Ten
misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; Sáname, oh Jehová, porque
mis huesos se estremecen. 3 Mi alma también está muy turbada; Y tú, Jehová,
¿hasta cuándo? 4 Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu
misericordia”. Tenemos
que orar a Dios por nuestra ayuda.
Ahora, ¿qué es orar? Es: 1. Suplicar, 2, Implorar, y 3 es rogar.
Cuando
estamos en el hoyo más profundo, en la angustia, en lo más profundo de la
enfermedad, cuando nuestra fuerza se ha desvanecido, solo nos queda un recurso,
y es lo que nos enseña el rey David, y grandes hombres de la Biblia y aún
nuestro Señor Jesucristo en sus momentos más difíciles, Él se levantaba muy
temprano, y se iba aparte de sus discípulos para hablar con el Padre. Hay un
momento muy crucial en la vida de Jesús, cuando la situación era tan difícil en
su lucha contra sus enemigos los fariseos y los doctores de la ley, Él se
retira en privado a orar para seguir adelante. (Mar 3:6 “Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para
destruirle”).
¿Qué efecto tuvo esto
sobre los legalistas? Respuesta: Entonces los fariseos
salieron, e inmediatamente, en consulta con los herodianos, comenzaron a tomar
consejo en su contra, para ver cómo podrían destruirle. Los fariseos no sólo abandonaron
la sinagoga; lo hicieron malhumorados. Estaban furiosos (Lc. 6:11). El hecho de
que un lisiado hubiese sido liberado de su grave impedimento no les afectó en
lo más mínimo. No se alegraron por este hombre, ni les produjo una actitud
amistosa hacia el sanador. Lo que les molestó fue que ellos y su
tradicionalismo hubiesen sufrido una humillante derrota ante los ojos de toda
la concurrencia.
¡Qué
inmensa diferencia entre el enojo de Cristo, totalmente desinteresado (Mr. 3:5)
y su resentimiento totalmente egoísta! Además, como indica la palabra
“inmediatamente”, aquellos hombres no perdieron tiempo para planear la
destrucción de su adversario. De
inmediato comenzaron sus intrigas, eligiendo como secuaces increíblemente a los muy impíos y mundanos partidarios
de Herodes Antipas y su familia. ¡Una extraña alianza entre los santurrones y
los sacrílegos! (véase también 12:13 y Mt. 22:16).
No
obstante, un poco de reflexión bien puede conducir a la conclusión de que
aquella impía asociación no era tan extraña. La vida y las enseñanzas de Jesús
encerraban una denuncia de la mundanalidad, y, por lo tanto, del modo de vida
que caracterizaba a los herodianos”.
David
nos da una muestra de cómo debemos de clamarle a Dios.
Salmos 6:5 “Porque
en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará? 6 Me he consumido a fuerza de gemir; Todas las
noches inundo de llanto mi lecho, Riego mi cama con mis lágrimas. 7 Mis ojos están gastados de sufrir; Se han
envejecido a causa de todos mis angustiadores.”
Vv.
1-7. Estos versículos hablan el lenguaje de un corazón verdaderamente
humillado, de un espíritu quebrantado y contrito bajo grandes aflicciones,
enviadas
para despertar la conciencia y mortificar la corrupción. La enfermedad le trajo
a su memoria el pecado y la consideró como señal del desagrado de Dios. La
aflicción de su cuerpo será tolerable, si tiene consuelo en su alma. La queja
más dolorosa de Cristo en sus padecimientos, fue la aflicción de su alma y la
falta de la sonrisa de su Padre.
Solamente
en el dolor nos volcamos a Dios, y sufrimos una transformación interior que
renueva nuestra confianza en Dios. Es cuando llegamos a la conclusión que solo
Dios es la respuesta a nuestra situación.
Es en esta situación que se nos abre la mente y el corazón, y es cuando
somos capaces de orar de corazón y poder comprender que si es voluntad de Dios,
y si Él aún tiene alguna obra para que nosotros hagamos por nuestros amigos o
familiares y podamos llegar a servirle aún. Y podamos hacer algo en este mundo,
porque hemos sido transformados
en verdaderos hijos de Dios y nos salve la vida y que el poder estar con Cristo
es lo más dichoso para los santos, pero mientras estemos en la carne es más
provechoso para la iglesia, o sea para para poder servir a nuestros semejantes.
Es
entonces cuando somos transformados: Salmos 6:8-10 “Apartaos de mí, todos los hacedores de
iniquidad; Porque Jehová ha oído la voz de mi lloro. 9 Jehová ha oído mi ruego; Ha recibido Jehová
mi oración. 10 Se avergonzarán y se turbarán
mucho todos mis enemigos; Se volverán y serán avergonzados de repente”.
Este
es el objetivo principal del sufrimiento, llegar a comprender el verdadero
propósito de Dios en nuestra vida, el porqué del sufrimiento y nos hace amarlo
por su grandeza, amor y misericordia y llegar a aceptar a amar a Jesús como
verdadero Señor y salvador y no volver atrás, y pasarnos al lado de los
ganadores.
Vv. 8-10. ¡Qué cambio súbito hay aquí!
Habiendo dado a conocer su pedido a Dios, el salmista está confiado en que su
pena se convertirá en gozo. Por la obra de la gracia de Dios en el corazón, él
sabe que su oración es aceptada y no duda que será contestada a su debido
tiempo. Sus oraciones serán aceptadas, viniendo de las manos de Cristo el
Mediador. La palabra significa oración elevada a Dios, el Juez justo, como Dios
de su justicia, el cual iba a defender su causa e iba a enderezar sus errores.
El creyente puede ir a Dios como Dios justo, por medio de la sangre y la
justicia de Cristo, y rogarle perdón y limpieza, porque Él es fiel y justo para darlas. Ora por la conversión de sus
enemigos, o anuncia su destrucción.
Si
usted todavía no ha recibido a Jesús como su Señor y Salvador personal, este es
el momento para hacerlo, solamente tiene que abrir su corazón y hacerlo el Señor
de su vida.
Por José Alberto Vega